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24 may 2012

A LEERLA


Carta abierta de respuesta al Sr Aldo Mariategui 
 Me considero una persona leída e inteligente, bastante preparada. Mi foja de servicios y hoja de vida respaldan mi afirmación. Soy oficial del Ejército de Perú en la situación militar de actividad. Conozco
y entiendo perfectamente los reglamentos y normas que rigen a los que con orgullo vestimos el uniforme de la Patria. Más importante aun, conozco la Constitución Política del Perú y los deberes y derechos que me asisten como ciudadano peruano. Además he luchado por ver a mi país libre de la barbarie terrorista.
He luchado, como todos los militares, para que los peruanos en general podamos gozar de aquella facultad más valiosa que vivir en democracia nos brinda, la libertad. Yo luché para que los peruanos, nuestros familiares amigos e hijos, podamos gozar de todos esos derechos y libertades y – en consecuencia – también tengo el derecho a gozar de ellos.
Precisamente, haciendo uso de mi derecho constitucional a opinar libremente, voy a responder en todo y en parte a lo que Usted, muy ligeramente, escribió el día viernes 13 de mayo del presente año en su columna diaria:
"Ollanta es un militar. Se formó en los cuarteles desde los 18 años hasta su retiro siendo cuarentón. Toda una vida en lo mismo. Y un militar está entrenado para mandar y para matar. Ésa es la naturaleza indiscutible de su chamba. Un militar está acostumbrado a que lo obedezcan. Un militar vive otro mundo: estudia, trabaja y se divierte sólo con sus pares y reside en sitios cerrados sólo junto a ellos. El mundo civil le es ajeno, le parece blando y desordenado. ¿Es conveniente entonces que un militar sea presidente?"
A ver, vayamos por partes:
“Ollanta es un militar. Se formó en los cuarteles desde los 18 años hasta su retiro siendo cuarentón. Toda una vida en lo mismo.”
En primer lugar, deseo descartar cualquier tipo de empatía o simpatía con el Sr. Humala. Jamás lo he conocido en mi vida y tampoco tengo deseos de hacerlo. Escribo aquí a título personal en mi condición de ciudadano peruano que defiende su profesión. Es cierto, muchos de los que decidimos postular a la Escuela Militar lo hacemos de muy jóvenes – aun cuando yo ingresé a los 20 años – y sacrificamos parte de nuestra adolescencia y juventud aprendiendo a entender la realidad nacional, a conocer al Perú. Cierto es también que pasamos muchos años en el Ejército, pero he ahí la diferencia.
He ahí el valor de lo que hacemos. Somos profesionales de las ciencias militares y verdaderos expertos en lo que hacemos. ‘Toda una vida”, como Usted dice, estudiamos la problemática de nuestro país desde una vision crítica y tratamos de enfocar nuestras prespectivas en darle solución a esos problemas. No somos empíricos ni nos hacemos llamar “expertos” como los muchos eruditos que hoy abundan (expertos en todo, conocedores de nada). Acaso Usted no sabe que la experiencia es importante en cualquier profesión? Que la experiencia le da a una persona la autoridad, de hecho y de derecho, a opinar y actuar sobre determinada materia?
Entiendo que es Usted un periodista con experiencia y se ha dedicado muchos años a trabajar en el periodismo, y que esa misma experiencia lo ha hecho ser reconocido ahora como un periodista de prestigio. Ahí están también los ejemplos de grandes personajes del periodismo peruano tales como José Antonio Miró Quesada (el Segundo fundador de El Comercio), Manuel D’Ornellas o Gustavo Mohme, hombres que pasaron “toda una vida en lo mismo” practicando el periodismo verdadero y honesto. Acaso la experiencia no les dio la grandeza?
Y un militar está entrenado para mandar y para matar. Ésa es la naturaleza indiscutible de su chamba. Un militar está acostumbrado a que lo obedezcan.
Jorge Bucay, escritor argentino, al principio de su novela “El candidato”, pone una cita – con ciertas variaciones - de la obra de Nicolás Maquiavelo, El príncipe, capítulo II: “Si un territorio acostumbrado a vivir bajo la mano dura de un príncipe se enfrenta con la extinción de un linaje y queda sin gobierno, los habitantes, habituados a obedecer, no podrán ponerse de acuerdo para elegir a uno de entre ellos que los comande, aunque se den cuenta de que necesitan quien los mande ya que no saben vivir en libertad.”
Señor, mandar no es otra cosa que ejercer el “don de mando” que, según el Diccionario de la Real Academia Española es la “aptitud personal que para ejercer el mando tiene alguien por su firmeza, su prestigio o alguna otra cualidad”. Por otro lado, el Manual del Ejército ME 31-5 (Donde Mando – Principios y Normas) dice sobre el don de mando: “capacidad o habilidad que tiene un individuo para influenciar o impulsar a otras personas, unificando sus esfuerzos para llevar a cabo los fines propuestos por la organización a que pertenece.”
Se debe tener mucha entereza moral y de principios para ejercer el mando y para, principalmente, ser obedecido, señor Mariátegui. Hace mucho que el Ejército cambió. Eso de que “las órdenes se cumplen sin dudas ni murmuraciones” se acabó hace ya buen tiempo. Por supuesto que cumplimos las órdenes que se nos imparte siempre y cuando estas se den en el respeto irrestricto a la vida, a la constitución y a lo que la moral y las buenas costumbres exigen. La Constitución Política del Perú en su artículo 165 dice que “las FFAA tienen como finalidad primordial garantizar la independencia, la soberanía y la integridad territorial de la República”.
Además, el artículo 171 a la letra dice: “Las Fuerzas Armadas y la Policía Nacionalparticipan en el desarrollo económico y social del país, y en la defensa civil de acuerdo a ley.” Eso es para lo que estamos “entrenados” don Mariátegui. Probablemente Usted esté equivocado y por involuntaria ignorancia confunde el ser “un mandón” con aquel que manda. Un verdadero líder debe conocer las fuentes de su autoridad y los alcances y límites de la misma. De repente para Usted, como director y a la vez jefe del diario Correo, le sea fácil “mandar”.
Si alguien no cumpliera con alguna disposición suya pues de la manera más sencilla soluciona el asunto. Un memorándum y su respectivo descuento y finito, se acabó el problema. Para nosotros los militares esto no funciona así, nosotros comandamos hombres. Tenemos bajo nuestra responsabilidad la delicada labor de velar por la vida de muchos jóvenes y guiarlos en el cumplimiento de su mision para que Usted y sus hijos, y todos los peruanos por supuesto, podamos gozar del Perú que ahora tenemos.
Un militar vive otro mundo: estudia, trabaja y se divierte sólo con sus pares y reside en sitios cerrados sólo junto a ellos. El mundo civil le es ajeno, le parece blando y desordenado.
Tengo que decirle don Aldo que una vez más Usted se equivoca. Ciertamente que son muchas las necesidades básicas fundamentales que los militares no podemos satisfacer con los paupérrimos sueldos que tenemos (lo cual no es motivo en absoluto de la presente carta). Así como Usted, nosotros también quisiéramos poder comprar una casa en un buen distrito de Lima. No podemos. En ese sentido, nos vemos en la necesidad de alquilar una vivienda en alguna de las villas militares que el Estado ha construido para satisfacer las necesidades de falta de vivienda del personal militar.
Habla Usted como si todos los militares tuviésemos acceso a una vivienda en alguna villa militar. Nada más falso. No conozco los detalles, pero me atrevería a afirmar que no se logra alcanzar ni siquiera el 40% de las mismas. Yo mismo tuve que vivir alguna vez en una villa militar porque no me daba para más.
Asimismo, no tiene nada de malo que yo - como militar - estudie, trabaje y me divierta con mis “pares” como Usted nos llama. Orgulloso y feliz me siento de hacerlo pues he podido conocer seres humanos extraordinarios que no han tenido mayor ambición que la de defender su Patria y dejarles un país mejor a todos los peruanos.
Pero le digo algo más, he estudiado en instituciones educativas civiles, he trabajado con muchos civiles y de hecho tengo muchos amigos civiles, quizás más que en la propia milicia. He debatido con ellos puntos de vista, algunas veces distintos, en el afán de conseguir coincidencias por el bien de nuestro país pero siempre con respeto. Algo que Usted no demuestra en estas tristes líneas. Y sabe qué? Lo he logrado y lo hemos logrado porque compartimos el mismo deseo de trabajar bien por el Perú.
Soy de los que piensa que la sociedad peruana es una sola. No existe eso de dos sociedades distintas. Ese es un invento de aquellos que buscan revanchas y que no dudan en esconder su odio por los que vestimos uniforme. Todos somos peruanos y no deben haber mayores diferencias que las que en el cumplimiento de nuestras funciones, nos demarca la ley.
¿Es conveniente entonces que un militar sea presidente?"
Por supuesto que no es conveniente que un militar en actividad sea presidente. Sin embargo, cualquier persona que tenga “background” militar está en todo el derecho de ser presidente lo mismo que aquellos que tengan el “background” de médico, abogado, cheff, escritor, sociólogo o cualquier otro ciudadano peruano que cumpla con los requisitos para serlo y que obtenga, principalmente, el respaldo de la mayoría de peruanos mediante elecciones justas y limpias. Y eso es algo que ni Usted ni yo lo podemos determinar.
Si Usted o alguien de su familia fue afectada por el gobierno del Gral. Velazco, pues déjelo ahí. Todos sabemos que su gobierno estuvo plagado probablemente de buenas intenciones y muy malas decisiones. Usted perfectamente sabe que muchas - casi todas - sus medidas fueron avaladas y promovidas por muchos civiles que ahora se rasgan las vestiduras y pretenden esconder su también magro pasado, rojos y caviares que le dicen.
En ese sentido le exijo - con todo respeto - que deje de generalizar cuando de hablar sobre los militares se trata. Basta ya de meternos a todos en el mismo saco. Condeno todos los malos actos perpetrados en todos los gobiernos que ha tenido el Perú venga de quien venga, gobierno militar o civil. Pero también aplaudo y reconozco los logros que hayan podido alcanzar.
Oiga, eso sucedió hace más de treinta años. Hasta cuándo durarán su resentimiento y rencor? Yo pertenezco a una nueva generación de oficiales que apreciamos y valoramos la vida y la paz sobremanera.
Seguramente me vendrá Usted con lo de la funesta “década del fujimontesinismo”, Sí, hubo corrupción por parte de los altos mandos militares. Pues, muchos de ellos ya están en prisión de donde no debieran salir jamás porque traicionaron lo más sublime por lo que un militar juramenta, la defensa de la Patria. Noto en Usted un tufillo de venganza y odio, revanchista, que sería bueno deje de lado de una buena vez.
Ay don Aldo, don Aldo, pareciera que es a Usted a quien a veces el mundo le es muy ancho, ajeno, blando y desordenado.
Atenta y respetuosamente,
Richard Joel VILLANUEVA APUELA.
Oficial Ejército Peruano
DNI. 10025917

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