MARIANO SANTOS

Mariano Santos arrebató a bayonetazos el estandarte de guerra de los invasores en la batalla de Tarapacá

Miles de guardias como él estuvieron en primera fila en batallas de San Francisco, Tarapacá, Arica, San Juan
y Miraflores, en defensa de la integridad de la Patria

El Guardia Civil cusqueño Mariano Santos Mateos (1850- 1900), inmortalizado como el “Vencedor de Tarapacá” por haber capturado el estandarte de guerra de los invasores chilenos en la batalla de este nombre, en la Guerra del Guano y Salitre que lanzó la oligarquía chilena para apoderarse de los yacimientos salitres y guaneros de Chile y Bolivia, es el exponente representativo del aporte patriótico de los guardias civiles, gendarmes y guardias nacionales peruanos en este conflicto bélico.

Su participación en la defensa de la Patria invadida se produjo en el marco de la decisión del presidente Mariano Ignacio Prado, de crear nuevos cuerpos militares para hacer frente a los invasores y los primeros en ser llamados a las filas del Ejército fueron los guardias civiles, que por su entrenamiento y características propias de su oficio se encontraban en una situación equiparable a la de los soldados del Ejército de línea.

En el marco de esta decisión, en Arequipa, donde Santos había ingresado a la GC en 1875, se formó el Batallón de Guardias Civiles y Gendarmes, que fue integrado a la III División del Ejército, el Batallón de Gendarmes de Lima se convirtió en el Batallón Lima 14 del Ejército, la gendarmería del Cusco fue integrada al Batallón Zepita 2 de Cáceres, los de Iquique y Tarapacá a la V División del coronel Ríos y otros fueron absorbidos por el Batallón de Guardias Nacionales del coronel Alfonso Ugarte.

Para suplir la ausencia de guardias en las ciudades, el Gobierno creó adicionalmente la Guardia Urbana, conformada por vecinos organizados, organizaciones cívicas como los bomberos y los integrantes de las colonias extranjeras, entre los que destacaron los italianos y sus descendientes, que luego de la Batalla de San Juan serían masacrados y fusilados.

Estas guardias urbanas tuvieron una intervención decisiva para controlar el vandalismo de los sectores marginales de Lima que se lanzaron al saqueo de la ciudad inmediatamente después de la ocupación chilena de Lima.

El 27 de noviembre de 1879, fecha de la Batalla de Tarapacá, Santos formaba parte de la 1ª Compañía de la Columna “A” del Batallón de Guardias Civiles de Arequipa, integrado a la III División del Ejército jefaturada por Francisco Bolognesi, el mismo que consiguió escalar las cumbres de Tarapacá y sorprender por la retaguardia a los integrantes del Batallón de Infantería del 2° de Línea del Ejército chileno, donde los peruanos arrasaron sus posiciones y se apoderaron incluso de sus cañones.

Una unidad de guardias con Santos a la cabeza, en el fragor de la batalla, se encontró cara a cara con el destacamento de la escolta del 2° de Línea, entablándose entre ambos una despiadado choque a bayonetazos en el que los peruanos los pusieron fuera de combate. Santos ultimó al último resistente, el portador de la “coronela” de este batallón, identificado más adelante como el subteniente chileno Telésforo Barahona, a quien arrebató este emblema luego de darle muerte.

Los peruanos victoriosos en Tarapacá tuvieron que abandonar sus posiciones y emprender una sacrificada marcha hacia Arica porque estaban desprovistos de pertrechos y alimentos.

En Arica, el coronel Bolognesi, jefe de su división, en el parte de batalla que entregó al contralmirante Lizandro Montero, jefe político militar del sur, nombró a Santos como el “Valiente de Tarapacá”, por haberle arrancado el estandarte de las manos de los enemigos.

Luego, el 31 de enero de 1880, en una ceremonia solemne realizada en el atrio de la Catedral de San Marcos de Arica, Lizandro Montero condecoró y ascendió a Santos al grado de inspector, equivalente en esa época a teniente del Ejército. El trofeo, por acuerdo de los asistentes, fue depositado en la mencionada iglesia, con el encargo de su traslado a Tacna.

Los contingentes de guardias civiles, gendarmes y guardias nacionales seguidamente fueron destacados a Tacna, donde participaron en la Batalla del Alto de la Alianza y las fuerzas peruanas sufrieron una aplastante derrota. Santos se dio por entero en la batalla y terminó gravemente herido.

El Ejército chileno de ocupación, como era de esperarse, saqueó la ciudad, recuperó el estandarte y lo devolvió al 2° de Línea. Santos fue trasladado a Arequipa para reponerse de sus heridas, donde fue homenajeado por las autoridades con una medalla de oro y la compra, por suscripción popular, de un uniforme nuevo en reemplazo del que traía puesto desde Tacna, a la vista completamente ensangrentado, destrozado e inservible.

Las muestras de simpatía no terminaron allí. Luego, el 28 de setiembre de 1880, las autoridades le ofrecieron un banquete, en el que Santos lució su nuevo uniforme. Debido a sus limitaciones físicas, provocadas por sus heridas, Santos se quedó un tiempo residiendo en esta localidad y más adelante se trasladó a su tierra natal, Quispicanchis (Cusco), donde se dedicó a la agricultura hasta su fallecimiento, el 7 de octubre de 1900.

Sus restos fueron enterrados en el cementerio de Oropesa, en Quispicanchis, y el 25 de agosto del 2000 fueron trasladados a la Cripta del Parque Ecológico Camposanto Santa Rosa de Lima, donde se guardan los restos de los héroes y mártires de la Policía Nacional del Perú.

En los siguientes episodios de la invasión chilena los contingentes de guardias ocuparon posiciones de combate en la defensa de Lima. En San Juan, el 13 de enero de 1881, un contingente de policías al mando del comisario Casimiro Negrón fue arrasado en el cerro Volcán y los sobrevivientes “repasados”, y en Miraflores (15 de enero de 1881) formaron parte del Batallón Guarnición de la Marina, jefaturado por el capitán de navío Juan Fanning, donde perecieron la mayoría de ellos. (Mañana Parte XXX: Hazañas de Pedro Alejandrino del Solar, el prefecto de Tacna que ordenó fusilar al traidor Agustín Belaunde)