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3 jun 2012

HISTORIA.

Diario La Razón - Lima Peru
Niño héroe afroperuano prendió fuego al polvorín del Morro y generó una explosión que voló a los invasores y a él mismo


VÍCTOR ALVARADO
Tenía el grado de cabo de artillería y activó las minas siguiendo instrucciones de sus jefes de hacerlo en caso cayera Arica, lo que
ocurrió

Un niño afroperuano, que se había alistado en el Ejército del Sur a los 15 años como voluntario con el grado de cabo de artillería, protagonizó el siete de junio de 1880, cuando apenas tenía 16 años, durante la resistencia peruana al asalto de los invasores chilenos al Morro de Arica, un acto de heroísmo pocas veces editado en la historia de los conflictos bélicos.
Nos estamos refiriendo al niño Alfredo Maldonado Arias (1864- 1880), nacido en Arica en el hogar del capataz playero de Santiago Maldonado y la ama de casa Micaela Arias, quien en los minutos finales de la Batalla, cuando el Morro ya había sido tomado por los invasores, incendió deliberadamente el polvorín de las baterías de cañones (la “santabárbara” le llamaban entonces) y causó una explosión que mató a un número indeterminado de enemigos y a él mismo.

Su muerte heroica no ha sido relievada por los historiadores oficiales e increíblemente no lo incluyen entre los niños héroes peruanos de la guerra del guano y salitre que lanzó Chile contra sus vecinos de Perú y Bolivia para apoderarse de sus yacimientos salitreros y guaneros, pero ahora en adelante, estamos seguros, estará entre los primeros de esta galería.

Casi nada se sabe de su infancia y solo se conoce que a los 15 años, en 1879, se sintió identificado con la labor combatiente, en defensa de la patria agredida, de su tío el sargento Nicanor Arias Campo Hermoso, que formaba parte de la guarnición del Morro de Arica, al que le pidió su apoyo para ingresar a servir al Ejército y éste le hizo realidad su anhelo.

La mayoría de testimonios sobre su inmolación provienen de los propios invasores sobrevivientes de la descomunal explosión y aun cuando difieren respecto de la actuación de los chilenos diezmados por el acto heroico de Maldonado, todos coinciden en lo esencial, es decir en sostener que éste prendió fuego a la “santabárbara” y generó su estallido.

Unos testimonios refieren que cuando ya el Morro había sido tomado por las tropas chilenas y el subteniente chileno José Miguel Poblete del 3º de Línea reemplazaba la bandera peruana por la chilena, el cabo Alfredo Maldonado, que cumplía labores de ayudante de artillería, sorpresivamente descendió por las escaleras hasta la “santabárbara, le prendió fuego y generó una descomunal explosión que causó la muerte de Poblete y sus camaradas, así como del propio Maldonado y algunos compañeros de armas que se hallaban heridos.

La potente explosión se sintió varios kilómetros a la redonda y fue percibida por los combatientes peruanos prisioneros. Uno de ellos, el coronel Marcelino Varela Barrios, primer jefe del Batallón “Artesanos de Tacna, fue informado de los detalles de su ocurrencia por los propios chilenos.

Años después, Varela, al ser encuestado por los historiadores de la época, dijo: “En estas circunstancias, el primer fuerte resistía heroicamente; cuando de improviso vimos a los lejos la explosión del polvorín quedando sepultados en una nube de fuego y humo casi la totalidad de los combatientes y muchos de los enemigos [...] Según informes que he recibido el polvorín fue incendiado por un joven de 16 años llamado Alfredo Maldonado”.

Otros testimonios,con algunos detalles distintos a los anteriores, narran que antes del martirologio de Maldonado, ya se había producido el ascenso de los invasores a la cúspide del Morro , entre ellos la compañía chilena del capitán Tristán Chacón, que había sido herido, sin mayores consecuencias, durante el ascenso de la ladera del cerro “Chuño”, por donde se llegaba al corazón del Morro.

Poblete, según este testimonios, en medio de una granizada de balas, llegó hasta el lugar donde flameaba la bandera peruana y se propuso arriarla para colocar la chilena, pero su intentó fue frustrado por un certero balazo en la cabeza disparado por el enérgico coronel Justo Arias y Aragüez. El anterior testimonio no considera este episodio y no menciona para nada la intervención de Arias.

Según este reporte, el capitán Chacón y algunos oficiales, entre ellos el teniente Ramón Arriagada y el teniente Lorenzo 2º Yoffroy, testigos de la espartana resistencia de Arias, lo conminaron a rendirse, pero el veterano soldado, acompañado de sus ayudantes, entre los que destacaban los mayores Zela y Tomás Chocano, se negó a rendir su espada y respondió: “no me rindo so carajos, viva El Perú”.

Apenas terminó la última frase se aprestó a dispararle a Chacón, pero uno de los soldados chilenos lo derribó con una descarga sucesiva de su fusil. Cuando espectaban el cuerpo caído del héroe tacneño, se produjo una gran explosión que hizo volar por los aires una mezcla de piedras, hierros, fragmentos humanos.

Pronto se supo que el niño cabo peruano Alfredo Maldonado había hecho estallar las minas dispuestas por sus jefes en caso el enemigo accediera al corazón del fuerte del Morro de Arica, y que el propio Maldonado había volado despedazado, al igual que un número indeterminado de chilenos que ya habían accedido a esa posición, así como a algunos peruanos que se hallaban heridos.

El capitán Chacón, que unos minutos antes fue salvado de morir en manos de Arias, había sido alcanzado por la explosión y yacía destrozado a pocos metros. Igual ocurrió con varios soldados que se hallaban cerca de él. En forma milagrosa se salvaron los tenientes Yoffroy que resultó con algunas heridas y contusiones en la cabeza y parte del cuerpo.

Arriagada voló por los aires cayendo aturdido entre un montón de cadáveres. Fue encontrado más tarde semidesnudo y milagrosamente sólo estaba contuso, con algunas lesiones de escasa consideración.

Igualmente se salvaron otros 4 soldados y se dieron por desaparecidos a tres. Desde ese momento los tramos finales de la batalla se tornaron cruentos en todos los rincones del Morro. Finalmente, el teniente José Ignacio López fue el oficial que en definitiva arrió la bandera peruana e izó la bandera chilena, seguido por los tenientes Francisco Cotapos y Lorenzo Yoffroy.

El resto de minas, ubicadas en otros puntos, que no alcanzaron a ser explosionadas por los defensores fueron desactivadas mediante la desconexión de las pilas eléctricas, por el capitán ayudante Gregorio Silva.

El historiador chileno Benjamín Vicuña Mackenna refiere que concluido el combate y calmada la situación, las autoridades chilenas permitieron a los deudos recoger los restos de sus familiares. Del cadáver de Maldonado se hallaron parte del tronco con la cabeza y un brazo, que fueron enterrados por su madre en la hondonada del fuerte, junto a los restos de otros combatientes peruanos.

Durante la ocupación chilena, el lugar de la inmolación de Maldonado se convirtió en un pequeño santuario donde los colegiales peruanos de Arica, acompañados de sus maestros, efectuaban una romería cada 7 de junio, según ha narrado la educadora ariqueña Matilde Rello en una carta al historiador peruano Gerardo Vargas Hurtado en 1918. (Mañana Parte XXXV: Coronel Marcelino Varela, al frente de su batallón, recibe la primera arremetida de las tropas invasoras en Arica.

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