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28 sept 2012

Eliana Janett

Eliana Janett 
Las nuevas tendencias de acercar el país a los peruanos y peruanas han alimentado el bagaje cultural de muchos, han ampliado auditorios que se supone son maduros y abiertos, interculturales e inclusivos. Aunque se ha avanzado un buen trecho, siempre me queda la sensación de que todavía estamos prejuiciados y tenemos clichés que repetimos. Nuestros ídolos dentro se mantienen, no se han roto.

No será fácil trascender si vivimos aferrados a tendencias y héroes que inventa la televisión. Si en nuestro programa favorito redescubren para nosotros el sanky y retan a un concursante para que se lo coma en segundos mientras el grupo observa la escena asqueado y temeroso. Nadie aún ha explicado qué es el sanky, y entonces, el solitario fruto del cactus sankayo no puede defenderse, se queda sin argumentos ante las burlas y disfuerzos de los participantes. El sanky es un fruto de origen andino con propiedades alucinantes: disminuye el hambre, regula la sed
y es un antioxidante natural muy poderoso. Es jugoso, con poca azúcar y ligeramente ácido. Tiene gran cantidad de calcio, fósforo, potasio. Lo probé en Laramate, Ayacucho, cuando reventaban los cohetes en homenaje a Mamá Carmen. El aprendizaje se amplió aquella vez, pues siguiendo el consejo de los lugareños me lavé el cabello usando este sanky y quedó más limpio que de costumbre.

Mi hijo adolescente, seguidor de estos programas juveniles, comprobó en el Gran Mercado de Mistura el sabor del tocosh. No lo recordaba, a pesar de que se había “atrevido” a probarlo, en Huánuco, como ingrediente central de una exquisita mazamorra. El productor que hacía la degustación le dijo que el tocosh es un producto obtenido de la pulpa de papa fermentada, proceso que activa el antibiótico. Es una penicilina natural, le dijo. Concluimos, mi hijo y yo, que ante noveles comensales hay que contextualizar el insumo. Banalizarlo es exponerlo resaltando su mal olor, como si solo se tratara de eso, como si nadie lo usaría en su cocina diaria. El “destape sorpresa” deja a expensas de la ignorancia una técnica del pasado que aún sobrevive: papas remojadas en agua entre seis a nueve meses para que el tubérculo se fermente y conserve mejor los nutrientes.

Así, excluimos, los de acá tenemos que “atrevernos a” y los de allá no tienen reparo en consumir “lo que sea”, porque cuando el concursante pasa la prueba, la típica frase es “bueno, usted come cualquier cosa”. Y en ese “cualquier cosa” han estado también los suris, y fíjense qué comentario encontré en la red sobre estos habitantes de la palmera: “De aspecto grasoso, el gusano mide entre cinco y siete centímetros de largo. Algunos peruanos prefieren comerlo crudo, cocido o tostado y se acompaña generalmente con plátanos asados y yucas sancochadas”.

LAS NUEVAS TENDENCIAS DE ACERCAR EL PAÍS A LOS PERUANOS Y PERUANAS HAN ALIMENTADO EL BAGAJE CULTURAL DE MUCHOS, HAN AMPLIADO AUDITORIOS QUE SE SUPONE SON MADUROS Y ABIERTOS, INTERCULTURALES E INCLUSIVOS.

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