Viendo
por televisión la barbarie desatada en esa especie de “mercado –
lupanar” conocido como La Parada, no siento ya sorpresa ni estupor ni
rabia, solo lástima. Una lástima auténtica de peruano resignado. Siento
lástima sobre todo por los policías y sus familias, por los fallecidos,
por los comerciantes cuyos negocios fueron saqueados, por los
periodistas agredidos, por el caballo
sacrificado, y hasta por esos
delincuentes que seguramente defendiendo su imperio de cupos y
extorsiones, demostraron que no hay límites para la bestialidad humana
cuando se desata por encima de toda norma.
Pero qué
se puede exigir a esa horda de desalmados, de pobres diablos, de
delincuentillos de callejón, si no son más que los hijos mal nacidos de
un país donde se permiten las más atroces barbaridades diariamente bajo
el amparo de una democracia adocenada, pestilente, manejada como una
prostituta por una clase política, en su mayoría, oportunista y
mediocre, que tiene a la felonía como el común denominador y a la
palabra ética desterrada.
El
caballo que apareció ayer en todos los medios con la pata rota es la
mejor metáfora para definir a este Perú en el que sobrevivimos. Un Perú
que quiere avanzar pero no puede. Un Perú con tradición y garbo, con
presencia, pero sangrante y mal herido, con el punto de apoyo
destrozado.
Un Perú
que según las frías cifras económicas mantiene un crecimiento admirado
en todo el mundo pero donde diariamente muere gente por falta de
alimentación, de atención médica, de oportunidades. Donde miles son los
desamparados por un gobierno que solo tiene como agenda del día el
desayuno de una siempre sonriente primera dama con alguna ministra
zalamera, en su afán desmedido por ser la nueva Cristina Kirchner de
América, y olvida a los combatientes del VRAE, por ejemplo.
Un Perú
en el que el ceviche, el tiradito y el tacu tacu son más importantes que
una necesaria política de Estado que permita repotenciar nuestras
fuerzas armadas ante cualquier eventualidad. Dios no quiera que esto
ocurra por supuesto, pero si ocurre, con qué nos defenderemos. Vamos a
tirar chicharrones en vez de balas, papas rellenas en vez de bombas,
Juanes en vez de misiles.
Un Perú
donde sobra la plata en algunas regiones sin saberse invertir y encima
se roba de lo poco que se invierte. Con gobiernos regionales y
municipales donde se llama “comisión” al dinero mal habido, al cupo
cobrado. Amparados, claro está, por el antecedente de que no hay castigo
para los que tienen fortunas y menos con un Poder Judicial que muchas
veces rebalsa jueces y abogadillos sin moral.
Un Perú
donde el “periodista” más influyente a nivel nacional, antiguamente
investigado por abuso de menores, emerge todos los sábados desde sus
plumas y lentejuelas para escarbar en la miseria humana y mostrar las
vísceras podridas de los personajillos de una farándula prostituida,
casi delincuencial, ante millones de embobados espectadores. Y que
luego, al llegar el lunes, vuelve a ser el paladín incorruptible de la
justicia ante el cual desfilan, casi subyugados, los políticos de moda.
Un Perú
donde uno no puede ver televisión nacional pues todo el día está copada
por personajes travestidos, saltimbanquis que no tienen otro recurso que
la mariconería fácil y los gritos de loca para entretener, sin tomar en
cuenta que son vistos por miles de niños y adolescentes en formación.
Un Perú
donde la cultura importa un bledo. Donde hay municipios y gobiernos
regionales que no aceptan proyectos culturales porque no jalan votos ni
puntos de aceptación. Y después nos sorprendemos que los peruanos
conozcan más a Melcochita que a Mario Vargas Llosa.
No
pertenezco a esa privilegiada casta de “sabios”, eruditos en miles de
temas, que tienen todas las respuestas y que las dan en cada entrevista o
intervención radial o televisiva que dan, muchas veces desde oscuras
cuevas donde el periodismo no es más que una manera de extorsionar y
ganar dinero fácil.
No tengo
opinión alguna sobre cómo se puede arreglar este país de locos, pero
tengo la impresión que estamos llegando a un punto sin retorno. Ojalá me
equivoque y no tengamos también que sacrificar definitivamente a este
caballo con la pata rota que es el Perú.
Para: www.perumagiayencanto.com
Vienes 26 de octubre del 2012
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