EL BAR PISELLI
A principios de año, los amantes de la Lima antigua lamentaron el
cierre del bar y bodega Piselli, que desde 1915 sazonó la esquina
barranquina de Pedro de Osma y 28 de Julio. Pues bien, cuando el público
aplaude, el telón se vuelve a levantar es obligación. El bar ha
reabierto en la misma esquina pero en la acera de enfrente, trasladando
todo el mobiliario, incluidas las mesas de
fierro antiguo y la
barra original hecha de cedro de Nicaragua. Las nuevas sillas han sido
hechas a la usanza clásica. Segunda vida para un reducto muy querido por
la bohemia limeña, lugar favorito de poetas como Juan Gonzalo Rose y
César Calvo, políticos de todas
las tiendas –se recuerda un encuentro
fortuito y tenso entre Jorge del Castillo y ‘Popi’ Olivera– y hasta John
Wayne. El actor se hizo un asiduo del Piselli en la década del 50,
cuando andaba en amores con la peruana Pilar Palette, que a la postre se
convertiría en su tercera y definitiva espo
sa.
Tal vez veía el Piselli y pensaba en sus westerns. O tal vez el
chilcano y el capitán –trago casi extinto en estos días, pero aún
presente en la carta– eran demasiado buenos.
Julio Ramón
Ribeyro tenía dos elementos rituales que acompañaban su labor de
escritura: el tabaco y el trago. Se requiere siempre de una «embriaguez
moderada» para iniciar el lento despliegue de palabras, intentando
atraer recuerdos y perfilar creaciones. Es la primera vez que no sigo su
consigna: debo guardar el luto. El martes 20 de enero, el bar Piselli
cerró sus puertas tras casi un siglo de albergar a intelectuales y
alcohólicos. Aquellos soeces parroquianos que cada tarde lo inundaban de
copas y lágrimas asistieron al funeral de la que fue una de las bodegas
más características de Barranco.
EL PISCO ES PERUANO.
EL BAR PISELLI
A principios de año, los amantes de la Lima antigua lamentaron el cierre del bar y bodega Piselli, que desde 1915 sazonó la esquina barranquina de Pedro de Osma y 28 de Julio. Pues bien, cuando el público aplaude, el telón se vuelve a levantar es obligación. El bar ha reabierto en la misma esquina pero en la acera de enfrente, trasladando todo el mobiliario, incluidas las mesas de
fierro antiguo y la barra original hecha de cedro de Nicaragua. Las nuevas sillas han sido hechas a la usanza clásica. Segunda vida para un reducto muy querido por la bohemia limeña, lugar favorito de poetas como Juan Gonzalo Rose y César Calvo, políticos de todas
las tiendas –se recuerda un encuentro fortuito y tenso entre Jorge del Castillo y ‘Popi’ Olivera– y hasta John Wayne. El actor se hizo un asiduo del Piselli en la década del 50, cuando andaba en amores con la peruana Pilar Palette, que a la postre se convertiría en su tercera y definitiva espo
A principios de año, los amantes de la Lima antigua lamentaron el cierre del bar y bodega Piselli, que desde 1915 sazonó la esquina barranquina de Pedro de Osma y 28 de Julio. Pues bien, cuando el público aplaude, el telón se vuelve a levantar es obligación. El bar ha reabierto en la misma esquina pero en la acera de enfrente, trasladando todo el mobiliario, incluidas las mesas de
fierro antiguo y la barra original hecha de cedro de Nicaragua. Las nuevas sillas han sido hechas a la usanza clásica. Segunda vida para un reducto muy querido por la bohemia limeña, lugar favorito de poetas como Juan Gonzalo Rose y César Calvo, políticos de todas
las tiendas –se recuerda un encuentro fortuito y tenso entre Jorge del Castillo y ‘Popi’ Olivera– y hasta John Wayne. El actor se hizo un asiduo del Piselli en la década del 50, cuando andaba en amores con la peruana Pilar Palette, que a la postre se convertiría en su tercera y definitiva espo
sa.
Tal vez veía el Piselli y pensaba en sus westerns. O tal vez el
chilcano y el capitán –trago casi extinto en estos días, pero aún
presente en la carta– eran demasiado buenos.
Julio Ramón Ribeyro tenía dos elementos rituales que acompañaban su labor de escritura: el tabaco y el trago. Se requiere siempre de una «embriaguez moderada» para iniciar el lento despliegue de palabras, intentando atraer recuerdos y perfilar creaciones. Es la primera vez que no sigo su consigna: debo guardar el luto. El martes 20 de enero, el bar Piselli cerró sus puertas tras casi un siglo de albergar a intelectuales y alcohólicos. Aquellos soeces parroquianos que cada tarde lo inundaban de copas y lágrimas asistieron al funeral de la que fue una de las bodegas más características de Barranco.
EL PISCO ES PERUANO.
Julio Ramón Ribeyro tenía dos elementos rituales que acompañaban su labor de escritura: el tabaco y el trago. Se requiere siempre de una «embriaguez moderada» para iniciar el lento despliegue de palabras, intentando atraer recuerdos y perfilar creaciones. Es la primera vez que no sigo su consigna: debo guardar el luto. El martes 20 de enero, el bar Piselli cerró sus puertas tras casi un siglo de albergar a intelectuales y alcohólicos. Aquellos soeces parroquianos que cada tarde lo inundaban de copas y lágrimas asistieron al funeral de la que fue una de las bodegas más características de Barranco.
EL PISCO ES PERUANO.
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