
A perdonar sin entender por qué pasan las cosas.
A amar sin que me amen.
A sentir sin que me sientan.
A tolerar sin que me toleren.
Pero me ha enseñado a sobrellevar la soledad.
A vivir sin una carisias, sin un abrazo, a levantarme en la mañana y no encontrar a nadie a mi lado, a sentirme menos que nada, a querer gritar: “Estoy aquí, que me oigan”.
Pedro también me ha enseñado a recordar las cosas Bellas, el amor sublime de una madre, la mirada tibia de un padre y el acogimiento de tener simplemente la vida, que ya es mucho pedir y sentir que teniendo todo aquello que he escrito, esto puede cambiar algún día.
Porque no olvides que amar, sentir, tolerar y perdonar son partes de la misma vida.
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