Chiclayo: celulares y pistolas
Empiezo con este trabajo, parte de nuestra especial del 2011 sobre el grave problema de violencia criminal en el norte del país. A mí me tocó cubrir Chiclayo, la ciudad peruana con mayor porcentaje de uso de armas en los asaltos y en la que, como respuesta, hay más de 4 mil taxistas con licencia para portar armas y responder a la ola delincuencial.
Y mientras la ciudad se convierte en una película de vaqueros, un fiscal chiclayano ha empezado a desarticular bandas sólo con una hoja de Excel y el rastreo de llamadas (los usos simples y efectivos de la tecnología me atraen mucho). Tampoco se pierdan la pequeña galería de civiles
armados. Aquí vamos.
Jorge Collazos, veterinario y empresario ganadero. Desde que unos asaltantes mataron a sus tres perros, carga esta escopeta Hatsan Escort Aimguard calibre 12 GA. Además, tiene un revólver en el canguro y su novia lleva la pistola. Chiclayo es la ciudad peruana con mayor porcentaje de uso de armas en los asaltos. Fotografías: Marco Sifuentes.
–Yo, después de las once de la noche, ya no salgo de mi casa –dice Kike Prugue, chiclayano y experto en seguridad ciudadana.–¿Pero acaso su barrio no es seguro?
Prugue no duda un segundo en contestar:
–Pfff. En Chiclayo no hay barrios seguros.
Cada chiclayano parece tener una historia distinta y terrorífica para advertir al visitante: Al vecino le dejaron un ramo de rosas con una granada. Al colega le quemaron el Tico con una bomba molotov. Ayer asaltaron el casino de la vuelta y se llevaron 200 mil soles. En la clínica dejaron un petardo. Esta botica la asaltaron tres marcas disfrazados de enfermeros. A dos policías les dispararon a la salida de un banco. Un delincuente herido fue rematado por sus cómplices para que no hable.
–A mí me vaciaron toda la casa cuando me fui a votar a Lima –confiesa Prugue, el experto en seguridad ciudadana.
La delincuencia en la Costa Norte del Perú parece imparable pero lo de Chiclayo amenaza con transformarse en el peor escenario posible. De hecho, la Ciudad de la Amistad ya tiene una característica que la hace muy distinta y mucho más peligrosa que Piura, Chimbote o incluso Trujillo: ésta es la ciudad peruana con más alta incidencia dedelitos protagonizados con armas.
LA CIUDAD DE LAS PISTOLAS
Aunque parezca difícil de creer, la violencia en el Perú no es tan sanguinaria como en otros países de América Latina. En nuestro país no existe la costumbre –como sí en Brasil, México, Venezuela, Colombia y otros- de agarrarse a balazos entre policías, delincuentes y civiles. Pero Chiclayo es la excepción. Según un estudio de la ONG Ciudad Nuestra, en el Perú sólo en el 34% de asaltos se usan armas. Pues bien, en Chiclayo es el 66%, casi el doble.
–Ahora te disparan y luego te roban –dice un general de alto rango de la II DIRTEPOL, la región policial a cargo de Lambayeque-. Así no era antes.
Sólo entre enero y abril de este año, la DICSCAMEC incautó 700 armas de fuego a bandas de robo al paso en vehículos menores. La DISCSCAMEC es la dirección de la Policía que regula el uso de armas. ¿Y de dónde salen? Las armas, dice el general, vienen desde Ecuador. La frontera se flexibilizó hace unos años y los automóviles con armamento la cruzan como si nada. Es mercancía destinada inicialmente hacia el sur –hacia Lima o Trujillo- pero que, al ver el mercado floreciente de Chiclayo, se queda en la ciudad.
Lo irónico del caso es que la Policía sufre de lo contrario. A fines del año pasado se creó un Escuadrón de Seguridad Ciudadana, con 146 miembros. Los mismos policías denunciaron que el 20% de ellos no tenían armas.
Pero los que sí están armados son los taxistas.
Orlando Bustamente, analista de sistemas y taxista desde 1996. “A mi esposa y mi hijo los han queridosecuestrar“, explica. Carga una pistola Taurus PT138.
–Somos cuatro mil taxistas con licencia para portar armas –explica Juan Vásquez García, presidente de la CEAOST, la Central de Empresas, Asociaciones y Operadores del Servicio de Taxis de Chiclayo.En Chiclayo existen unos 8600 taxistas formales. Esos 4 mil choferes armados son los que Vásquez conoce. Pero, además, existen 16 mil taxistas informales no agrupados y no se sabe cuántos de ellos portan armas para protegerse de los extorsionadores. Un taxista tiene que pagar un cupo diario que varía, según el capricho del delincuente, entre uno y cuatro soles. Si se paga el cupo al taxi se le pone un sticker, que indica que el vehículo está bajo la protección de una banda.
El gremio de Vásquez luchó para que se dé una ordenanza que prohíba los stickers en los taxis. La ordenanza no le gustó a nadie, ni a taxistas ni a delincuentes ni a clientes, que acostumbraban fijarse en los stickers de los taxis para ver si estaban protegidos o no.
–Ahí se pusieron peor las amenazas –recuerda Vásquez, quien, por cierto, también anda armado-. Les maleamos el negocio a los extorsionadores; como no había stickers empezaron a robarse entre ellos –dice, y se ríe.
Pero los delincuentes rieron al último. Encontraron otra forma de identificar a las unidades que “protegen”: los faroles que dicen “taxi” y que se colocan encima del vehículo. Ahora cada banda tiene su farol.
Gustavo Bustamente Llanos, gerente de Transporte Expreso “Buen Amigo”, que hace la ruta Chiclayo – Tumán. Todas sus unidades han sido asaltadas en algún momento. Ahora lleva consigo una pistola semiautomática Glock G25.
Junto con la policía, el gremio de Vásquez ha creado el Taxi Cívico, con unidades conectadas mediante radio a la central 105 y su propio sticker identificatorio. Esto no implica, por supuesto, que los 4 mil taxistas armados dejen de cargar sus pistolas.–Hay que protegerse –dice Vásquez, y lo mismo piensan todos los chiclayanos.
La sensación de inseguridad es generalizada. No hay que ser transportista o médico, las profesiones preferidas de los extorsionadores, para ser una potencial víctima de los marcas y ladrones de la ciudad. Por eso cada vez más chiclayanos se están armando.
Según la DICSCAMEC, los trámites para obtener una licencia de uso de armas viene en aumento constante:
- en 2009, se otorgaron 2672 licencias
- en 2010, se otorgaron 2964 licencias
- y en lo que va del 2011, se otorgaron 1470 licencias
Y desde mayo de este año, los pedidos de licencia han subido en un 30%. Cada vez más gente opta por armarse legalmente.
Pero la experiencia en otros países nos dice que las armas no son la solución sino que, más bien, suelen acrecentar el problema y llevar la violencia a otros rubros. La semana pasada, en el pueblo joven San Antonio de Chiclayo, durante una discusión marital, un hombre fue asesinado de un balazo que le disparó su propia esposa, según la policía, en “un momento de falta de autocontrol”. Casos así podrían aumentar.
Pero si las armas no son la respuesta, entonces ¿cuál es la solución? Aunque parezca absurdo, para un fiscal de Chiclayo la solución se llama Excel.
Fiscal
Adjunto Juan Manuel Carrasco y su hoja de Excel premiada. En un año ha
creado su propia red social de la extorsión chiclayana, con 2 mil nombres, más de 8 mil números de telefóno y sus vínculos entre sí.
TE HABLO DESDE LA PRISIÓN–En el 2006 el INPE cometió el peor error de la historia –se lamenta el fiscal adjunto Juan Manuel Carrasco- que fue enviar a 40 chiclayanos al penal de El Milagro en Trujillo. Se convirtió en una escuelita, allí fueron adiestrados. Y en el 2007 empezó el boom de la extorsión aquí en Chiclayo.
Como si no fuera suficiente el elevado uso de armas en la ciudad, en Chiclayo los niveles de extorsión alcanzaron los de Trujillo. Las cabezas de todas las bandas de extorsión están presas pero eso no los detiene, al contrario.Pueden coordinar todo tranquilamente desde sus celdas gracias a los celulares. Desde Piedras Gordas y Castro Castro en Lima, desde El Milagro en Trujillo, desde Challapalca en Puno y, por supuesto, desde el penal de Picsi en Chiclayo se planeaban las extorsiones, las amenazas y los ajustes de cuentas.
–¿Pero en esos penales no hay bloqueadores de celular?
–Esos son engañamuchachos –sonríe el fiscal Carrasco-. La tecnología los supera fácilmente. Si el modelo es nuevo, no hay problema. Los celulares 3G le ganan al bloqueo.
El fiscal Carrasco es chiclayano, pero había vivido mucho tiempo fuera, antes de volver a su ciudad el año pasado. “Cuando yo me fui en el 2003 nadie se hubiera imaginado esto”, dice. Hace un año se integró a la Tercera Fiscalía Provincial Penal Corporativa de Chiclayo y las cosas empezaron a cambiar.
Todo empezó con la recaptura de José Luis Torres Saavedra (a) “Burro”, extorsionador de una veintena de empresas de taxistas. Al Burro se le incautaron sus armas más letales: 2 celulares y 8 chips que contenían, en total, 500 números entre llamadas entrantes, salientes y contactos.
La Tercera Fiscalía empezó su labor de hormiga. Pidió al juez el levantamiento del secreto de las comunicaciones. Lo normal es que este trámite arroje únicamente los números de las llamadas realizadas. Los fiscales fueron más allá: pidieron llamadas entrantes y mensajes de texto, además del levantamiento del secreto de los números que más llamaban al Burro. Luego empezaron a cruzar con los registros en la web de Telefónica.
Con eso empezó a armar una base de datos en Excel, a falta de un mejor software.
Intervenciones a las celdas de José Luis Saavedra (a) “El Burro” y uno de sus cómplices. En ambos casos se incautaron celulares, chips y anotaciones con números de cuentas bancarias y de celulares de sus víctimas.
Entonces el fiscal Carrasco armó una rutina: cuando ocurría un caso de extorsión pedía a la compañía telefónica que le dijera desde dónde se hizo la llamada delincuencial. Casi siempre, la llamada provenía de un penal(digamos,
Piedras Gordas). Pero era imposible saber quién había hecho la llamada.
El nombre registrado del propietario del celular era inútil: muchas veces los aparatos son comprados usando el DNI de muertos.Entonces había que pedir todos los números a los que se había comunicado ese celular y por cuánto tiempo se había conversado. De esa lista se veía con qué número había conversado más tiempo y más veces. Se buscaba el número recurrente en la guía y muchas veces resultaba que el interlocutor frecuente era, efectivamente, un cómplice conocido de un preso famoso, digamos, El Tribi (o, mejor aún, era un familiar del Tribi). Bingo. Ahora era cuestión de intervenir inopinadamente la celda del Tribi e incautarle los celulares y los chips.
Cada chip incautado tiene, en promedio, unos 40 contactos, con nombres de víctimas y alias de cómplices, cuyo secreto de las comunicaciones también se levanta.
Y vuelta a empezar.
Así, el fiscal Carrasco ha conseguido armar una base de datos de 2 mil nombres de extorsionadores, cómplices y víctimas, con sus respectivos números de celular. Esto permite identificar rápidamente al extorsionador y detener desde el inicio sus actividades.
Resultado: de 40 taxis robados en junio del año pasado como producto de la extorsión, en junio de este año se pasó a sólo 4 taxis robados (y los 4 fueron recuperados). La extorsión se ha reducido al mínimo. Actualmente sólo existen seis bandas identificadas, todas mapeadas en el temible Excel de Carrasco.
La semana pasada, la Tercera Fiscalía Provincial Penal de Chiclayo fue reconocida por Ciudadanos al Día por sus buenas prácticas en la gestión pública por el “Uso de Tecnologías de la Información en la lucha contra el delito”. Por una solitaria, esforzada y pundonorosa hoja de Excel.
Los asaltos y los marcas siguen, pero la extorsión ha empezado a disminuir. Quizás, ojalá, pronto sí existan barrios seguros en Chiclayo.
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