Violencia
César
Hildebrandt
"Lima es una ciudad peligrosa", dicen los fujimoristas, que hicieron
del Perú un país sometido al terror.
"Lima
da miedo, los ladrones y las bandas hacen de las suyas", dicen los
apristas, que desde hace años son dirigidos por un encumbradísimo asaltante.
"La televisión no tiene culpa de nada", dice un directivo de esa TV
que pudre almas y roe niños y escupe mierda.
Así que, de pronto, sólo la Policía peruana es la
culpable.
Y claro que es culpable. Pero en ello se van años de desidia, de presupuestos
magros, de corrupción consentida, de "segundos ingresos" lindantes
con la ilegalidad, de días francos vendidos a la banca, de jefazos pestíferos
respaldados por el poder político.
La violencia verdadera no es la que vemos en la tele, narrada por locutoras que
fingen empatía y buscadores de rating que salivan con cada sangre derramada.
La violencia es estructural en un país donde las leyes se burlan, los impuestos
se evaden, las licitaciones se amañan, las obras públicas se venden bajo
oscuras mesas, los congresistas se suben el sueldo sin merecerlo.
Es violento que el mayor partido político sea dirigido por un asesino y ladrón
que jamás estuvo en prisión.
Es violento que la infección fujimorista se haya vuelto crónica y amenace con
otra sepsis nacional.
Es violento que la prensa mienta cuando se trata de los grandes intereses y nos
haga creer que este modelo del saqueo y de la no-planificación es el único que
debemos seguir.
Hay violencia en la Sociedad Nacional de Pesquería cuando driblea las normas y
depreda el mar que no considera ni peruano ni suyo.
Son violentos el taxista animalizado, el emprendedor que "la hace"
sin pagar un solo impuesto, el notario que avala una perrada, el empresario que
concierta con sus pares alzas dignas de un cartel, el microbusero que mató a
Ivo Dutra (el que seguirá matando), el trámite que se inventa para hacerle más
difícil la vida a la gente, el médico que desatiende a sus pacientes en los
hospitales privados y en los públicos.
Violentas son la raspadilla con tifoidea, la impunidad de los traficantes de
terrenos, la burla diaria que padece la Constitución, la promesa electoral que
se deshonró. Es violencia el abogado que coimea al juez coimeable, el
presidente regional archipodrido que se sigue llenando los bolsillos. Violenta
es la estupidez. Violenta y estentórea.
Violencia es llenar la televisión de monos calatos que se insultan y se
manosean en los horarios infantiles. Violento es que el diario de mayor
circulación del país sea un desagüe.
Violencia es la ignorancia generalizada, la falta de civismo, la incapacidad
casi genética de pensar en los demás. Violencia es llamar a los bomberos por
gusto y violento es jamás respetar los pasos de peatón. La imbecilidad moral es
particularmente violenta.
Violento es arrojar una cáscara de mandarina desde un auto (Tico o BMW, elija
usted), no respetar una cola, obtener un brevete comprándolo, donar plata en el
colegio para que nadie se atreva a calificar a un hijo como se lo merece.
Violento es mearse en las bermas, hacer fiestas de mandriles excitados hasta
las 5 de la mañana, no pagar los tributos del municipio y luego quejarse porque
la basura no se recoge.
Violencia es escribir en los periódicos que las empresas privadas no deben ser
reguladas por nadie, que las empresas estatales tienen que desaparecer (eso es
doctrina), que Chile es nuestro comparador natural (eso es memoria civilista),
que el orden mundial vigente "civiliza", que el terrorismo islámico
es el único enemigo y que la revolución tecnológica ha traído más cultura a
todo el mundo.
Violencia es vivir en un país que siempre parece acéfalo y que es anómico por
vocación y comodidad. Un país inconcluso gracias a una plutocracia a la que le
convino vivir en esta tierra de nadie donde, al final, el orden lo restablecían
los máuseres.
Violencia es decir que en la notaría Paino ocurrió algo insólito. Violencia es
decir que las cámaras de seguridad nos han mostrado lo que no sabíamos, lo que
-inocentes- ignorábamos, lo que -buenos muchachos- jamás supimos que estaba
ocurriendo. No me jodan con tanta mentira.
No hay comentarios:
Publicar un comentario