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16 abr 2013

EL PENDEJO POR MANUEL GONZALES


Manuel Gonzalez

El pendejo nació así. Desde pequeño sacó siempre ventaja. Los retos de la juventud lo confirmaron y las dificultades de la adultez lo consagraron. Reza el dicho “Lunarejo pendejo hasta viejo”. No tanto por lunarejo, sino por pendejo, porque el pendejo es invariable e irreductible, incorregible e indomable. La pendejada es una aptitud y una actitud. No cualquiera puede ser pendejo. Se dice que para eso hay que tener calle, es cierto, pero además de lo que venimos hablando, una disposición genética para ser inescrupuloso e irresponsable, aunque puede ser –y a menudo lo es-malvado, avieso. La pendejada no cesa, siempre el pendejo está en actitud de joder y sacar ventaja de los demás. Un pendejo sin pendejada es un cántaro vacío, un río seco. Pero hay pendejos que se ven obligados a portarse como caballeros y son cínicos, suelen señalar o delatar la pendejada ajena y pasar desapercibidos. Si quisiéramos ser puntuales podríamos decir que la más grande pendejada es pasar por cojudo. El pendejo más peligroso es el pendejo inactivo. En el momento en el que empieza a ser él mismo es terrible, es capaz de cualquier cosa. El pendejo se ve a si mismo como un ser afortunado y ha menudo lo es, o resulta siendo así porque la sociedad peruana es benévola con el pendejo y la pendejada. Incluso a menudo la celebra. El pendejo, hay que decirlo ya, es la versión criolla del pícaro, del buscavidas, del sinverguenza. En el Perú el pendejo puede equivaler a pícaro a veces y entonces tenemos un sinverguenza gracioso, cuyas malandrinadas son materia prima para los chistes. Pero a menudo el pendejo en el Perú no es gracioso, sus malas acciones dejan una estela de sinsabor, de frustración , de engaño, de perfidia.
El Perú admira al pendejo porque lo considera un triunfador. En la adolescencia ser pendejo es una virtud, ser cojudo, quedado, lorna o nerd un defecto o una tara. Hay en el inconsciente la idea de que en este país solo triunfan los pendejos y si uno no lo es, puede llegar a la cima pero con mucho sacrificio, muchísimo más que lo que le costaría a un pendejo o zamarro de siete suelas. En cambio es posible que si aplaudámos al pendejo que llegó a la meta con gran ingenio y malas artes.
El pendejazo es un pendejo que hizo historia, algo así como un estafador que arrasó con el ahorro de miles con la modalidad de la pirámide, o el banquero que logró que a la ruina de su banco acudiera el Estado para salvarlo, o el político mendaz y ladrón que termina dictando conferencias por medio mundo en plan de estadista global. La gran pendejada no solo no merece la persecución de la justicia y la cárcel, sino que se convierte en una hazaña digna de emulación por las juventudes trastornadas de este tiempo.
El pendejerete es una versión light, edulcorada, con sacarina, del pendejo. El pendejerete tiene actitud de pendejo, pero no tiene aptitud para pendejo, le faltan condiciones, reflejos, concha. El pendejo hace las cosas bien, jode de verdad, el pendejerete muere en el intento muchas veces, su pendejada se descubre, incluso puede merecer burla. Al pendejo se le admira y también se le condena, al pendejerete se le desprecia. El pendejerete a menudo queda al descubierto por pretender ser demasiado pendejo, error en el que un pendejo auténtico nunca caería. El pendejo sabe cuanto jode , a quien y en que momento. El pendejerete es impertinente. No sabe con quien se mete y ni en que oportunidad. El pendejo siempre está ya lejos cuando ya uno quiere castigarlo o devolverle la pendejada, el pendejerete deja todas las huellas posibles y pone el poto para que se lo pateen.

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