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19 may 2013

MIENTE MIENTE QUE ALGO QUEDA.


Mentiras oficiales de atentado en el Vraem

Reportaje revela que la Policía dio una falsa versión sobre el asesinato de dos de sus efectivos en el Vraem, en octubre del 2012. Nada menos que un informe de Inspectoría es desmentido por un video inédito que aquí se muestra. Además, los sobrevivientes han sido, insólitamente,
sancionados. INFOS reporteó en Lima y en el Vraem.
Dánae Rivadeneyra / INFOS
El 13 de octubre del año pasado una llamada despertó a la comunidad asháninka de Sampantuari.
–Oye, a tu hermano, dicen, lo han matado en Cielo Punko –esas fueron las palabras con las que Aydeé Civiris se enteró del fallecimiento de su hermano Michel Civiris Damián, suboficial de Tercera de la PNP.
Cielo Punko queda en el corazón del Vraem, muy cerca de Kepashiato. Hacía cuatro meses, Michel había sido asignado al Grupo de Inteligencia Regional de la Dirección Antidrogas en el Vraem.
Aydeé es una de las pocas asháninkas de la comunidad que hablan fluidamente el español. Por eso ella tuvo que encabezar la comitiva familiar que se dirigió a la Base Policial de Palmapampa, a dos horas de su comunidad, para pedir información.
En la Base ni siquiera les abrieron las puertas.
–No nos hicieron caso, nos dijeron vuelve mañana. Así hicimos, regresamos al día siguiente pero tampoco nos hicieron caso –dijo a INFOS la hermana de Michel.
Esa misma tarde, la noticia llegó a Lima. Según la versión oficial de la Policía, los cinco integrantes del Grupo de Inteligencia se dirigían a realizar una intervención a un laboratorio clandestino de droga perteneciente a “Gabriel”, líder narcoterrorista de Sendero Luminoso. Documentos oficiales de la PNP señalan que, cuando el Grupo estaba a punto de llegar a su destino, fue interceptado por los narcoterroristas. Dos de los cincos policías fueron asesinados –uno de ellos era Michel– y les quitaron sus armas e incendiaron la camioneta en la que viajaban.
Esta versión fue ampliamente difundida por los medios.
Sin embargo, INFOS tuvo acceso a información reservada que demostraría que el atentado de Cielo Punko no fue un simple ataque terrorista.
PRIMERAS SOSPECHAS
El padre de Michel, Mario Civiris, dijo a INFOS que lo único que pudo ver de su hijo fue la herida a la altura de la rodilla, producto de uno de los disparos que recibió. El cuerpo de Michel les fue entregado en un ataúd, listo para ser velado y enterrado. Cuando se enteraron por los medios de comunicación de lo que supuestamente había sucedido, la familia entera empezó a desconfiar.
–Las balas con que han matado son las que usamos nosotros. Esas no son las que usan ellos (los terroristas) –dice el padre de Michel, que casi no habla español.
Los cartuchos encontrados en el lugar del atentado, y que acabaron con las vidas de Michel Civiris y del suboficial Henry Santa Cruz, eran de calibre 16. Lo extraño es que este tipo de municiones no corresponden a armas senderistas sino a las típicas retrocargas o escopetas Mossberg que utilizan los pobladores de la zona para cazar animales.
Según el especialista en temas de narcotráfico Pedro Yaranga, las armas más usadas por los narcoterroristas de Sendero Luminoso son fusiles Galil o AKM.
–Además, si los atacantes hubieran sido terroristas no habría habido ningún sobreviviente –señala Yaranga.
Entonces ¿qué pasó en Cielo Punko?
EL ATENTADO
Aunque sea difícil de creer, hasta hace unos meses no existía una unidad de inteligencia de la Dirandro en el Vraem. En junio del 2012, después del desastre de la Operación Libertad, se decidió crear un Grupo de Inteligencia Regional (GIR), dependiente de la Dirección Antidrogas. Su función era recolectar cualquier tipo de información relacionada con el narcotráfico. Estaba formado por cuatro efectivos policiales de diferentes zonas del Perú y su jefe era el comandante Campos Torpoco.
El 12 de octubre, a las dos de la tarde, los miembros del equipo salieron de la base policial de Kimbiri rumbo a Kepashiato. Dos días antes, el comandante Torpoco había recibido información confiable sobre un trasteo de droga en Kepashiato.
Los policías del Grupo subieron a una camioneta Nissan Navara. Iban vestidos de civil porque su función era acopiar información y corroborar la veracidad del soplo. Junto a ellos iba también un informante. Los policías, además de sus armas de reglamento, llevaban consigo dos fusiles HK. Dos de ellos no volverían.
Faltaba solo una hora para llegar a su destino. No había razón para temer un ataque. Estaban vestidos de civil y, supuestamente, solo sus superiores sabían de su misión encubierta.
Ya estaba anocheciendo cuando vieron que la carretera estaba interrumpida por piedras y palos. Inmediatamente temieron lo peor. Michel Civiris y Santa Cruz bajaron para despejar el camino.
De pronto, unos 15 sujetos armados empezaron a dispararles. El chofer les gritó a Civiris y Santa Cruz que regresaran a la camioneta, mientras intentaba sortear los obstáculos y huir. Los suboficiales treparon a la tolva pero la camioneta se volteó. Los atacantes continuaron disparando.
—Se ha trabado mi arma, se ha trabado mi arma —fueron las últimas palabras de Michel Civiris.
MENTIRAS OFICIALES
El brigadier Rudy Gamboa y el suboficial Carlos Reaño sobrevivieron al atentado. También el comandante Campos Torpoco, pero muy malherido. Sangraba profusamente. Gamboa y Reaño trasladaron a su comandante a una casita cercana, lo dejaron junto al informante y decidieron buscar ayuda en Palmapampa, una base policial a dos horas de camino en carro.
Gamboa y Reaño llegaron a Palmapampa al amanecer. Ellos fueron los que informaron del atentado. Según el informe de la Dirandro, cuando el jefe del Frente Policial Vraem, coronel Edison Salas, se enteró de lo ocurrido “dispuso que no se desplace personal al lugar de los hechos y se espere porque la patrulla deberá ser combinada con las Fuerzas Especiales de las FFAA”.
Según el parte policial del 13 de octubre, el rescate de los cuerpos y heridos se realizó al día siguiente del atentado con 20 efectivos policiales. Y, según la Resolución 51-2013 de Inspectoría de la PNP, el rescate incluyó, además, la cobertura aérea de dos helicópteros del Vraem.
Todo esto es mentira.
INFOS obtuvo un video que demuestra que el levantamiento de los cadáveres de Michel Civiris y Henry Santa Cruz fue realizado por miembros del Serenazgo del distrito de Kimbiri y no por el representante del Ministerio Público, como señaló Inspectoría de la PNP.
Del mismo modo, según se ve en el video, ni los dos helicópteros ni el convoy de veinte policías llegaron jamás al lugar de los hechos.
Incluso los mismos documentos de la Policía se contradicen entre sí. Mientras en el Informe 513-10-2012 de la Dirandro se afirma que el rescate se produjo al mediodía, la Resolución 51-2013 de Inspectoría señala que ocurrió a las 9:30 am. Del mismo modo, el número de policías, fiscales y helicópteros también varía en la media docena de documentos obtenidos por INFOS.
El comandante Campos Torpoco, malherido en la cabeza y el brazo derecho, confirma que nunca fue rescatado por la policía. En su declaración ante Inspectoría, recuerda que fue trasladado por el Serenazgo, junto a los cadáveres de sus compañeros, hasta Kimbiri. Cuando estaba llegando al pueblo se cruzó con el personal del Frente Policial del Vraem, que recién estaba saliendo a rescatarlo.
Eran las 2:15 pm, casi 20 horas después de ocurrido el atentado.
SANCIONADOS POR SOBREVIVIR
Las sorpresas no acaban allí: los tres sobrevivientes serían sancionados hasta con dos años de suspensión. Fuentes cercanas a ellos están seguras de que todo, tanto el atentado como su suspensión posterior, es el resultado de un complot contra el Grupo de Inteligencia.
–Alguien del mismo cuerpo policial los vendió –afirma Pedro Yaranga, especialista en el Vraem—. De otra forma, ellos (los atacantes) no podrían haber sabido que los policías iban a pasar por esa zona y a qué hora.  
Cabe recordar que los miembros del Grupo iban vestidos de civil y que, según las declaraciones oficiales de los sobrevivientes, solo sus superiores conocían de su misión encubierta: el coronel César Arévalo Guzmán, jefe de la Oficina de Inteligencia de la Dirandro, el general Walter Sánchez Bermúdez, entonces director Dirandro, y el coronel Óscar Cánepa Ruiz, jefe de la Base Antidrogas de Palmapampa. Además, la fiscal Milagros Sayhua Monge estaba notificada.
Fuentes del Ministerio del Interior aseguran que este tipo de ataques son frecuentes en el Vraem, especialmente en ese trayecto. Además, el atentado ocurrió a las 6 de la tarde, un horario que la oficialidad de la Policía considera muy tarde para movilizarse en esa zona de emergencia.
Sin embargo, para fuentes cercanas al Grupo de Inteligencia, lo que ocurrió después de su rescate corrobora aún más su sospecha.
A los dos días del atentado, el entonces director de la Policía, Rául Salazar, anunció que se abriría una investigación a los suboficiales sobrevivientes por haber, supuestamente, abandonado a su comandante.
Sin embargo, a las pocas semanas, el comandante “abandonado” también fue incluido en la investigación. Increíblemente, la acusación ya no era por abandono sino, nada menos, por tráfico ilícito de drogas.
Pero esta acusación nunca tuvo sustento. Tanto así que la investigación no llegó a iniciarse. Según el Informe Reservado 525-10-2012 de la Dirandro, el examen para determinar la presencia de cocaína, tanto en los sobrevivientes como en la camioneta que los transportó, resultó negativo.
La tercera acusación sí funcionó. Según la resolución de Inspectoría que sanciona a los tres sobrevivientes de Cielo Punko, el comandante Campos no adoptó “las medidas de seguridad necesarias” para deplazarse hasta Kepashiato. El principal argumento es la prohibición de circular de noche. El atentado ocurrió a las 6:30 pm. Su sanción: suspensión de dos años.
–Pudo haber sido peor. En el fuero militar, habrían sido mucho más severos –dice una alta fuente de la Policía–. La sanción ha sido leve por consideración a la hoja de vida respetable de los miembros del Grupo.
Los tres sobrevivientes –cuyas fojas de servicios eran, hasta el atentado, impecables– siguen cumpliendo su suspensión.
Siete meses después del atentado, no se ha designado un nuevo Grupo de Inteligencia para el Vraem que reemplace al que fue emboscado y suspendido.
Por lo pronto, en su comunidad asháninka, la familia Civiris sigue esperando que alguien les diga qué fue lo que pasó con Michel. A ellos no les han informado que el motivo por el que no pudo hacerles frente a sus asesinos fue porque su arma se trabó en el momento menos oportuno.
–Queremos saber la investigación de cómo murió mi hermano y la justicia –dice Aydeé Civiris, la que mejor habla español en su familia–. Eso queremos.
 

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