LA PROSTITUCIÓN DE LAS INSTITUCIONES
Todo peruano bien nacido debería sentir indignación y vergüenza en estos días, al ver el nivel de prostíbulo al que ha llegado
la política peruana en el Congreso de la República, pues como triste
corolario a la incapacidad mostrada durante los últimos años para
nombrar a los titulares de nuestras instituciones más importantes como
el Tribunal Constitucional, el Banco Central de Reserva y la Defensoría
del Pueblo, ahora vemos el intento de prostituir además estas
instituciones, colocando felones de medio pelo que solo están siendo
enviados allí para acatar consignas partidarias.
Y lo más
humillante es ver que a nuestros "representantes" les importa un comino
la indignación popular expresada en todos los medios, desde un
comunicado de la CNDDHH hasta un editorial de El Comercio, pasando por
las declaraciones de los más connotados opinólogos. A nuestros
congresistas simplemente les importa un rábano todo eso. Ellos están
dispuestos a seguir adelante con su repartija. Esto sí que merece una
marcha de indignados, pero a todo dar.
Hemos llegado a un
punto en que el Congreso de la República ya no tiene ningún valor. Los
bajos índices de aceptación ciudadana que reflejan las encuestas no ha
cambiado porque a estos sinvergüenzas no les interesa nada. Tienen la
misma mentalidad de todo burócrata: mientras les llegue su pago puntual a
fin de mes, nada les importa. El Congreso es el resultado de un sistema
electoral perverso y absurdo que no ha querido ser cambiado. No es
problema del voto preferencial sino del voto universal y obligatorio,
además de la majadería de no querer exigir ninguna calificación para
acceder al Congreso, así como la estupidez de permitir que cualquier
combi de amigos, organizada seis meses antes de las elecciones, sea
considerado un "partido político" y pueda presentar candidatos, incluso
metiéndose a un "vientre de alquiler", como ocurrió con el Partido
Nacionalista, madre nodriza de las peores escorias que han arribado al
Congreso peruano.
Los intentos de meter a un incompetente
comunista como Víctor Mayorga nada menos que al Tribunal Constitucional
es algo que debe merecer el rechazo unánime. Y de hecho esto existe,
pero la escoria congresal no se conmueve. Hay un rechazo unánime a
personajes como Rolando Sousa y Pilar Freitas por no tener una
trayectoria diáfana, que es lo que exigen estos importantes cargos. De
concretarse esta maniobra política que ya tiene niveles de delincuencia
política, las protestas estarán más que justificadas. El gran peligro
para el Perú es que ya ninguna institución será respetable.
Escribe Dante Bobadilla Ramírez
No hay comentarios:
Publicar un comentario