CARTA DE UN HOMBRE
Queridas amigas:
Nos importa un carajo cuanto pesan.
Es fascinante tocar, abrazar y acariciar el cuerpo de una mujer.
Pesarla, no nos proporciona ningún efecto!!
No tenemos la menor idea de lo que es un talle.
Nuestra evaluación es visual. Es decir, si tiene forma de guitarra, está buena.
No nos importa cuánto mide en centímetros.
Es una cuestión de proporción, no de medida.
Las proporciones ideales del cuerpo de una mujer son: Curvilíneas, pulposas, femeninas…
Esa clase de cuerpo que de un solo golpe de vista uno identifica sin duda alguna y en una fracción de segundo.
Las flaquitas que desfilan en las pasarelas, siguen la tendencia
diseñada por modistos, que dicho sea de paso, son todos maricas, y odian
a las mujeres y compiten con ellas. Sus modas son, lisa y llanamente,
agresiones al cuerpo que odian porque no pueden tener.
No hay
belleza más irresistible en la mujer que la feminidad y la dulzura. La
elegancia y el buen trato, son equivalentes a mil Viagras.
El maquillaje se inventó para que las mujeres lo usen. Úsenlo. Para andar a cara lavada, estamos nosotros.
Las faldas se inventaron para que luzcan sus magníficas piernas. ¿Para
qué carajo se las tapan con pantalones anchos? ¿Para que las confundan
con nosotros?
Una ola es una ola, las caderas son caderas y punto.
Si la naturaleza les dio ese aspecto curvilíneo, es por algo y reitero: a nosotros nos gustan así.
Ocultar esas curvas, es equivalente a tener tu mejor sillón embalado en el sótano.
Entendámoslo de una vez, traten de gustarnos a nosotros, no a ustedes,
porque nunca van a tener una referencia objetiva de cuán lindas son de
mujer a mujer. Ninguna mujer va a reconocer jamás delante de un tipo que
otra mujer está linda.
Las jovencitas son lindas…
Pero las de 40 para arriba, son el verdadero plato fuerte.
El cuerpo cambia. Crece.
Una mujer de 40 o de 50 años, a la que le entra la ropa de cuando tenía
20 o 25 años, o tiene problemas de desarrollo, o se está
autodestruyendo.
Nos gustan las mujeres que saben manejar su vida con equilibrio y saben manejar su natural tendencia a la culpa.
O sea: la que cuando hay que comer, come con ganas
(la dieta vendrá en setiembre, no antes);
cuando hay que hacer dieta, hace dieta con ganas
(no se sabotea ni sufre);
cuando hay que tener intimidad de pareja, la tiene con ganas; cuando
hay que comprar algo que le gusta, lo compra; cuando hay que ahorrar,
ahorra.
Algunas líneas en la cara, algunos puntos de sutura en
el vientre, algunas marcas de estrías, no les quitan su belleza. Son
heridas de guerra, testimonio de que han hecho algo con sus vidas, no
han estado años en formol ni en un spa. ¡Han vivido!
El cuerpo
de la mujer es la prueba de que Dios existe. Es el sagrado recinto donde
nos gestaron a todos, donde nos alimentaron, nos acunaron, que nosotros
sin querer las llenamos de estrías, y demás cosas que tuvieron que
ocurrir para que estemos vivos.
Cuídenlo. Cuídense. Quiéranse.
La belleza es todo eso, Todo junto.
Firma = los hombres
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