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17 ago 2013

COMPLEJO DE POLICIAS

JUAN AGUILAR DAVILA

EL COMPLEJO DE CREERNOS PREDESTINADOS


Uno de los mayores problemas que afronta el personal policial, es el de que unos cuantos de ellos; por el simple hecho de desempeñarse como “policías”, los hace creerse “mesiánicos” o

“predestinados”.
¡Discriminan aun a sus propios hermanos¡; ¡manifestando que son ellos los únicos y verdaderos “policías”¡ y qué ¡aquellos provenientes de las otras ex Instituciones “No, lo son”¡.
Esta reverenda tontería, que no resiste ningún tipo de análisis; hace que pese a que han transcurrido ya más de dos décadas de la llamada “unificación”; En lo que es hoy la Policía Nacional del Perú, no exista una verdadera cohesión o identidad uniforme, así como también ha sido causa para que se haya diluido lo que en el argot castrense se conoce como “Espíritu de Cuerpo”, que solidifica fuertemente a sus integrantes, unos con otros.
En el mencionado proceso de “unificación”, realizado sin planificación alguna y por lo tanto a la “guerra y/o troche y moche”. Los problemas se solucionaban como se podía según iban apareciendo, como se podía; aun así se vaya, contra normas legales, técnicas o profesionales. Obteniéndose como consecuencia, lo único que podía dar como resultado, un mamarracho; edificado sobre las bases de las conocidas “soluciones parche”. Punto aparte de resaltar, merece la actitud de los Comandos Policiales, que se dejaron avasallar, aun en cuestiones técnico-profesionales, por “expertos” salidos de la nada. Imponiéndose la hasta hoy, subsistente política del “Chicheño”; salvo rarísimas excepciones, que no hicieron más que confirmar la regla.
Nunca, se puso como objetivo, ni se quiso hacernos entender (para lo cual debió; haberse empleado previamente, las llamadas Operaciones Psicológicas); ni mucho menos quisimos hacerlo. De que nuestras ¡Almas Maters”, ¡ya no existían¡ ¡que por propia culpa nuestra, habíamos dado pie, a que el poder político, con plena aceptación de la sociedad, de un plumazo; borre del mapa, a la Benemérita Guardia Civil (GC), Policía de Investigaciones (PIP) y Guardia Republicana (GRP), por lo tanto estas; como las personas ¡habían muerto¡. Solo, nos quedaba, en el dolor producido por tan irreparable perdida, la acción de que como a nuestros ancestros; honrarlas y venerarlas, guardando el mejor y más dulce recuerdo en nuestras mentes.
Más bien; nos dedicamos a construir y fomentar “clanes”, cuyo único objetivo era mantener la supremacía de ese grupo, en el poder y la conducción de la nueva Institución. Pero no con el ánimo de fortalecerla, sino de mantener las “taras” y por ende “oscuros privilegios”, que habíamos traído de nuestras Instituciones de origen.
Cuando es nombrado, algún Policía; en los Puestos de la Alta Dirección del Ministerio del Interior y del Comando en sí, lo primero que se averigua es su Código o ex Institución de procedencia y si no es de la nuestra, por desgracia mayormente, por no decir siempre; en lugar de apoyar las buenas ideas que traiga, nos dedicamos a minar su labor, buscando que este caiga y permanezca en el puesto el menor tiempo posible. Esto si lo hemos aprendido muy bien de nuestra “brillante” clase política.
En lugar de fomentar, que los nuevos integrantes de la Policía (a los que los “viejos” policías, llamábamos despectivamente PNs o Código 5), se sintieran orgullosos de serlos. ¡Nos dedicamos a medrar y destruir su autoestima¡. ¿Y que hemos conseguido con ello? Personal, totalmente desmotivado e indolente, en su gran mayoría, que no se identifica mayormente, para nada; con el apostolado al cual pertenecen.
Otro punto aparte, digno de resaltar lo constituye cierta parte de la Oficialidad, que se cree procedente de la Corte Francesa, antes de la Gran Revolución. Ellos con sus actitudes y forma de desenvolverse, encarnan la perfección; las expresiones de aquellos tiempos, que son famosas hoy en día: “El Dios Sol” y “Después de mi, el diluvio”.
Estos tipos de comportamiento, son los que más daño ha causado al personal componente de la fuerza policial y deben de ser desterrados por completo. Hay que volver a recuperar los conceptos de: “El policía amigo”, que era sinónimo de tranquilidad, confianza y seguridad para la población. ¡En nuestra manos y solo en nuestras manos está el lograrlo.

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