LAS MEMORIAS DE DON GERMAN
Pastillita para el Alma 05 agosto 2013
Una
noche en el mes de julio, y para ser exacto el día 12, en esta Lima
Virreynal, que tantas sorpresas encierra, en un paraje señorial de la
Molina Vieja, hubo una concentración de muchas personalidades,
entre paisanos y extraños, para ser testigos de un acontecimiento
excepcional, con la presentación de un libro “Las Memorias de Don
Germán”, una bella obra muy bien relatada por su autor, en la que narra,
con lujo de detalles y en una prosa magistral, pasajes de ese
Chachapoyas, que para muchos de nosotros, ahora duerme en la bruma de
nuestros recuerdos y para los jóvenes de otras generaciones, significará
el asombro por los relatos que solo se leen en los cuentos orientales
“Las mil noches y una noche”.
Don German Santillan Bernuy, el autor
de esta singular obra literaria, es un preclaro y admirable hombre que
pertenece a esa clase de ciudadanos iluminados, que deben permanecer
eternamente y que no tienen derecho de morir, pues su polifacética vida,
en casi todos los aspectos exquisitos del quehacer humano, lo ha hecho
brillar en el arte, la docencia, la literatura y sobre todo por su don
de gente, que deja en el corazón de sus amigos y de los que tienen la
suerte de conocerle, el sentimiento real de la amistad, la sinceridad y
la honestidad.
El Dr. Eduardo Peláez Bardales, casado con la dama
amazonense Rosita Matilde, es el feliz yerno de don German Santillan y
de doña Orfelina Castro Burga, nuestra querida y recordada Mushita, que
nos mira desde el cielo. Eduardo fue el organizador de esta fiesta, en
que además se celebraban los 90 años de don German.
Iniciando este
acto sin precedentes, con frases muy emocionadas realizando una breve
descripción de la obra fecunda de su suegro. El Dr. José Portocarrero
hizo un comentario muy acertado de las vivencias escritas en el libro,
resaltando la personalidad del escritor y sobre todo su lado humano. El
Dr. Víctor Manuel Castro Burga, con un lenguaje muy sencillo y ameno,
nos mostró la época de amores de su hermana Mushita con Germán,
manifestando que ya se vislumbraba su vena poética, expresada en los
cientos de cartas, que su amada guardaba celosamente. El diplomático Dr.
José Bentacour, conto los episodios de tertulia y amistad con nuestro
homenajeado. María Luisa Peláez, leyó, solo como ella saber hacer, el
capítulo “La silente procesión” y cuando narraba,: “No escuché rezos, ni
pisadas, ni cuerpos que me rozaran, solo sentí que mi cabeza crecía
enormemente”, todo el auditorio temblaba y a pesar del frío de la noche,
los asistentes sudaban y los que tantas veces recorrimos el jirón de la
Unión, camino al Campo Santo, sentíamos que nuestro cuerpo se
escarapelaba y en nuestras gargantas se apagaba un suspiro de miedo o
melancolía. El ingeniero Mario Peláez Bardales con muy sentidas palabras
se acercó a la mesa de honor, para hacer entrega de un Plato
recordatorio. Desfilaron por el escenario un grupo selecto de artistas,
encabezados por nuestro canta autor Homero Oyarce Escuadra, que con el
tema de su autoría “Mamita María”, hizo derramar lágrimas a los
concurrentes. Edo Sánchez cantó el vals Amazonas. Miguel Yepez, con su
acordeón, interpretó “Padam, Padam” viniendo a nuestras mentes la
radiola del Bar Shofi en la plaza de armas de la Fidelísima. Gilberth
Chávez Ramos con su voz romántica y varonil nos regaló lindas canciones y
se dio tiempo para acompañar con su guitarra a la señora Wilma Cáceres
de Carranza, quien como siempre, nos deleitó con su mismo timbre de voz,
recordándonos sus actuaciones en la Normal Mixta de Chachapoyas.
Luchita Aguilar Olano, esposa del Dr. Hugo Sivina Hurtado, brilló en
medio de aplausos, poniendo la nota romántica. Los esposos Pocho
Bejarano y Wilma Scamarone, con todo su profesionalismo se hicieron
presentes. Un grupo de charros con sus lindas canciones cerraron con
broche de oro, esa preciosa velada de amor y de recuerdo.
Llegó el
momento más esperado, cuando don German, luciendo una energía que el
tiempo no puede vencer, se puso de pie, junto a su adorada hija y dio
gracias a D+os, a la vida, a sus hijos Rosita y Eduardo, a sus nietos
Eduardito y Evelin, a sus amigos, que nos quedábamos absortos de la
lucidez, por la claridad de sus expresiones y su sabiduría innata.
Vivir
ese momento era trasladarse a las veladas literario musicales de
nuestra tierra querida, que en la época en que se desarrolla esta
historia, era la expresión de un pueblo que supo enaltecer el teatro, el
arte, la poesía, la música, para deleite de una sociedad culta y
romántica. Era volver a escuchar, en nuestra imaginación, al “Trío de
Violines de Chachapoyas”. Sentir, otra vez, las notas en las cuerdas de
un violín que llegaban al alma y al corazón, que salían como por arte de
magia de las manos maravillosas de don German Santillan, Don Antonio
Bobadilla y don Hernan Arana. De este trío de oro, solo queda para
alegría de su familia y de sus amigos, don German Santillan Bernuy,
quien es una reliquia viviente. Un hombre que contagia paz, amor y
ternura y que todavía en los acordes de su guitarra y violín, viven como
hojas marchitas, por el otoño de la vida, los versos de esas serenatas,
que en las noches apacibles y de luna llena, envuelto en la brisa suave
que baja del Pumaurco, entonaba: "Sin un amor la vida, no se llama
vida. Sin un amor le falta fuerza al corazón. Sin un amor el alma muere
derrotada".
Ese señor, es don German, aquel, que sin temor, escribe
en su libro “La vida es un convencional santuario, donde se venera la
virtud, como tesoro,… el amor, como encanto… y la cercanía de las lindas
damas, como placer..., que no dista nada de la gloria”.
En Las
Memorias de Don Germán, se aprecian una secuencia de anécdotas y pasajes
de la vida real, con nombres propios de los personajes inmersos, que
nos cautivan de principio a fin y ponen de manifiesto su excelente
memoria y la delicadeza de sus relatos, donde inclusive los hechos
históricos dicen de su calidad de docente, dando una cátedra magistral
amena y real, que nunca se olvida.
Es que don Germán Santillan, es un
hombre que cultiva el amor, en su máxima expresión, demostrado en el
cariño eterno a su adorada Mushita, ahora arriba en el cielo, juntito a
D+os,... en la ternura infinita a su idolatrada hija Rosita, extensiva a
su yerno, a quien le considera como un hijo,... en la devoción a sus
nietos, quienes lo han robado el corazón y son la razón de su
existir,... en el afecto a sus alumnos y en el respeto a sus
innumerables amigos, que han pasado a lo largo de su fructífera vida,
ahondando en su alma los grandes sentimientos, que han marcado
cicatrices imborrables en su órgano más noble.
Y parafraseando "que
es mejor ver, que lo que me cuentan", puedo decir sin lugar a
equivocarme, que en el tiempo que lo conozco, allá en la calle del
Comercio, a una cuadra de la plazuela de Belén, Germán Santillan, es un
señor de señores, con un corazón que se brinda como una puerta abierta
para recibir con la humildad que lo caracteriza, a todos los que se
acercan a él…, como un manantial de agua cristalina capaz de mitigar la
sed de amor y de ternura…, como un maestro ejemplar, que ejerce su
sacerdocio, dando el consejo oportuno, a las almas quebrantadas,
diciéndoles que es el tiempo, el mejor remedio para compensar las penas,
porque trae olvido, perdón y consuelo.
“LARGA VIDA A DON GERMAN SANTILLAN BERNUY”
Jorge REINA Noriega
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