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24 sept 2013

JOEL SALATIN

Joel Salatin, granjero holístico, ha dado una de las más inspiradoras y confrontantes pláticas en TED que hayamos escuchado hasta ahora. Su figura se suma al creciente movimiento de “rebeldía orgánica” que está cuestionando las políticas alimenticias de las grandes ciudades y se avoca a regresar la
atención a la tierra, a la vida.
“Trillones de criaturas viven en la tierra”, apunta Salatin en TED. “Toda una vida invisible de la que dependemos por completo. Y sin embargo nadie habla de ello. Nosotros tenemos 3 trillones de ellos adentro, una comunidad desesperada por que los tomemos en cuenta. Pero en nuestra manera de pensar greco-romana, occidental, reduccionista, lineal, fragmentada, compartimentada, desconectada, sistematizada, individualizada, orientada a las partes no tomamos en cuenta que este es un mundo de seres, no un mundo de máquinas.
Salatin continua insistiendo que, debido a que las industrias agropecuarias y farmacéuticas han decidido que todo puede ser manipulado y no mejorado; que puede ser visto “mecanísticamente” y no como un sistema vivo, se han desatado consecuencias indeseadas como enfermedades, abortos espontáneos, etc. “Una cultura que ve su vida desde ese punto egocéntrico, dominante y conquistador verá a sus ciudadanos de la misma manera. A las culturas de la misma manera”, dice. 
Lo que sugiere, en lugar de ello, es que en nuestras discusiones sobre tecnología hagamos un movimiento fundamental hacia tomar en cuenta la biología, la vida. “Las máquinas no pueden sanar, la vida sí puede sanar”. El paisaje: las plantas y los animales pueden sanar. Hemos creado un sistema muerto de alimentos. “Los herbicidas y pesticidas parecen ser mucho más sexies que la composta. Y hay mucho más sexo en una composta” concluye Salatin.
Habrá que pensar que, si nuestra comida no se pudre, si es impronunciable o si no podemos hacerla en nuestra cocina, probablemente no es algo que querríamos comer. La obsesión de la ciencia es cómo hacer más con menos y cómo modificar genéticamente toda la vida para que incremente la producción y bajar los costos ha disminuido increíblemente la densidad nutricional.
Salatin nos insta a participar en la comunidad de seres vivos que habitan en la tierra, en la comida, en nuestras entrañas. “Es tan simple como tener gallinas en tu cocina: se comen tu composta, te ayudan con tu jardín, son más limpias que los perros… Si tuviéramos gallinas en nuestra cocina no estaríamos preocupados por huevo no orgánicos o crueldad en las granjas”, apunta.

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