NUEVA HORNADA DE ASESINOS
El terrible asesinato del director del penal El Milagro de Trujillo,
Jorge Izquierdo Quijano, a manos de un sicario a plena luz del
día y frente a por lo menos una decena de compañeros de trabajo de la
víctima, ha remecido a los políticos y a la opinión pública en Lima y el
resto del país. Y no es para
menos. Sin embargo, en esa ciudad donde la
ministra de Trabajo y Promoción del Empleo, Nancy Laos, acaba de
señalar que hay empleo pleno y cada año aparecen más malls y finos
restaurantes, los crímenes a manos de pistoleros a sueldo son cosa de
todos los días.
Llegué a vivir en esa ciudad a inicios del año 2010 y era el ocaso de
las bandas "históricas" de extorsionadores y asesinos como "Los malditos
del Triunfo", "Los plataneros", "Los ochenta" y "Los pulpos". Sus
cabecillas y principales integrantes o fueron arrestados y enviados a El
Milagro, o eliminados por la Policía, lo que contribuyó a incrementar
la fama de "justiciero" del coronel PNP Elidio Espinoza, quien según la
leyenda urbana mandó a la otra a 47 hampones, varios con un tiro en la
sien, aunque el Poder Judicial lo ha absuelto de toda culpa hace apenas
unos meses.
Sin embargo, desde cuando estaba yo por volver a Lima a fines del 2012,
la realidad del hampa trujillana es otra cosa, y muy preocupante. Cada
día son más los delitos cometidos por menores de edad, que son usados
para acciones que van desde el dejar una carta con amenazas a un
transportista o pequeño empresario para que pague un cupo, hasta el
meterle un tiro en la cabeza a quien sea, a cambio de unos cuantos
billetes. Esta es la realidad actual de Trujillo, donde la promesa que
en el 2011 lanzó el entonces candidato Ollanta Humala de acabar con la
delincuencia, cayó en saco roto.
Y es precisamente esta inacción del gobierno de un personaje como Humala
que se presentó como el salvador de los extorsionados y de los posibles
asesinados y sus familiares, lo que ha permitido la proliferación de
una nueva generación de hampones en Trujillo. Ya no están "Los pulpos"
ni "Los plataneros", pues andan presos o muertos, pero hoy vemos a
decenas de menores de edad armados y prestos a recibir algún encarguito
criminal junto a un sobre con dinero, para asesinar a quien sea. El tal
"Gringasho" es apenas uno de esos noveles hampones del presente.
Lo preocupante hoy no solo es que tenemos a "nuevos valores" de la
extorsión y el crimen en esa ciudad, sino que nada nos hace pensar que
este gobierno vaya a tomar acciones decididas contra la delincuencia en
Trujillo y el resto del país. La más grande muestra de eso es la lavada
de manos que se ha dado el Mandatario el sábado último, al señalar que
el problema de la delincuencia que ha ocasionado la muerte del director
del penal trujillano viene de hace 20 años, con lo que nos ha mandado a
reclamarle a Alberto Fujimori, Valentín Paniagua, Alejandro Toledo y
Alan García por la situación.
Humala tiene tres años para hacer algo al respecto y no pasar a la
historia como un "político tradicional" (esos a los que irónicamente
tanto critica), que prometió de todo en la campaña y al final no hizo
nada y se escudó en el argumento de que el problema lo heredó de
gestiones anteriores. Sin embargo, si el Mandatario sigue aletargando y
permitiendo que la violencia lo supere como desde el 2011 a la fecha,
será recordado también como el padrino de esa nueva generación de
hampones y asesinos que hoy no llega a la mayoría de edad y que en los
próximos años, lamentablemente, dará mucho que hablar.
IvÁn Slocovich Pardo
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