CALLES VIOLENTAS

 

CALLES VIOLENTAS

La actitud que vienen tomando las autoridades respecto a la violencia callejera que ha venido golpeando a diferentes regiones del país, me hace recordar a la pobre reacción que vimos en el Estado y en la población en general en los años 90 frente al terrorismo, que fue la de mirar al costado, hacia arriba o hacia donde sea, en lugar de actuar, cosa que se hizo recién cuando las bombas y los crímenes llegaron
a la capital.
Durante casi una década, hemos sido testigos de las extorsiones y crímenes en zonas como Chimbote, Trujillo, Chiclayo, Piura y algunas zonas picantes del Callao. Sin embargo, poco o nada se ha hecho desde Lima pese a que el actual gobierno ofreció, cuando hacía campaña para llegar al poder, tomar el toro por las astas y librar las calles de hampones.
Por estos días, la violencia comienza a golpear a Lima con más fuerza que antes. Hace poco vimos cómo un grupo de hampones mató, al parecer por encargo, a tres personas vinculadas a la música en San Juan de Lurigancho, mientras ayer se encontró el cuerpo de un individuo vestido con pijama que fue asesinado de un balazo dentro de un auto, en Chorrillos.
En la mañana, un explosivo estalló en la fachada de un restaurante en la avenida Grau, en Barranco, que al parecer habría sido objeto de extorsiones que el dueño se negó a pagar. A eso se suman los atracos en locales comerciales, que hoy con pánico vemos a través de las imágenes que registran las cámaras de seguridad y que más tarde difunden los noticieros.
Habría que preguntarle a este gobierno, el que tenía a la lucha contra el delito como bandera, si comenzará a actuar ahora que la violencia ya no es cosa de hampones trujillanos y chiclayanos, sino de gente que está comenzando a actuar impunemente en Lima y a la que ni los patrulleros inteligentes, ni los mil policías que en ceremonia pública sacaron a las calles luego del crimen del fotógrafo Luis "Chino" Choy, parecen detener.
Si poco se hizo en los últimos diez años, es tiempo de comenzar a trabajar en serio contra la delincuencia común, antes de que esta se haga inmanejable como lo fue el terrorismo a fines de los 90, cuando golpeó en Lima y se dieron cuenta que en verdad existía.
Diario Correo