Comentario del VICEALMIRANTE MGP G. BARRAGAN
Juristas y diplomáticos lograron convencernos durante 6 años que la
Corte Internacional de Justicia, (CIJ) Órgano de las Naciones Unidas,
era un tribunal que por su jerarquía y ejecutoria, con una
jurisprudencia de más de 120 sentencias en diferendos marítimos era
garantía plena de un proceso
ceñido a Derecho, donde la Ley primaba
sobre consideraciones de equidad, geopolítica, economía, sociales o lo
que fuera, en resumen puro derecho donde las soluciones salomónicas no
tenían cabida y que de puro derecho sólo cabía la línea equidistante o
bisectriz del ángulo formado entre las líneas de costa chilenas y
peruanas. No podían dar un fallo diferente.
¿Porque fue
admitida nuestra demanda por la CIJ? Porque no había tratado de frontera
marítima entre Perú y Chile. De haber existido algún tratado de
frontera marítima simplemente no había ni diferendo con Chile y la CIJ
nos daba media vuelta. Lo que es más, al Perú no se le hubiera ocurrido
formular la demanda por no tener derecho a nada. Por ello, afirmar que
no teníamos derecho alguno por no haber tenido nunca dominio es
inexacto. El Art. 54 de la Constitución de 1993 define nuestro dominio
marítimo hasta las 200 millas, medidas desde las líneas de base que
establece la Ley, donde el Estado ejerce soberanía y jurisdicción. No
hay que ser constitucionalista para entender que se dan las 3
condiciones: Dominio, soberanía y jurisdicción. Existiendo un traslape
de áreas con idéntica postulación chilena era necesario que el más alto
tribunal de justicia se pronunciara, con arreglo a ley. Por eso fuimos
admitidos por la CIJ.
Llegó el 27 de Enero y de la lectura del
fallo de La Haya descubrimos que la CIJ, de por sí, hacía lo que le
venía en gana, fuera materia del diferendo o “extra petita”, como
desparecer el Punto Concordia por arte de birlibirloque para engendrar
el Triángulo de la Discordia. Innovar en derecho con “acuerdos tácitos”
donde corresponde tratados de fronteras formales es un legicidio. Si nos
remontamos al derecho romano, fuente de derecho para todas las
civilizaciones encontraremos que no da cabida a deducciones
especulativas como “el acuerdo tácito”; como se dice criollamente sin
ser abogados: “papelito manda”. La CIJ aunque quieran disimularlo,
concede a Chile el “uti posidetis” de zonas de pesca y se aventura
otorgarles características territoriales de las que carecen. Es validar
la ley de la selva sobre el legítimo derecho que nos asistía. El Perú
nunca les reconoció dominio, soberanía ni jurisdicción por no haber
tratado de frontera marítima, hubiéramos sido mensos de ir a la CIJ. La
CIJ en ningún caso podía innovar declarando 80 millas del paralelo
geográfico como frontera marítima, ese convenio de pesca era tripartito y
Ecuador nunca le dio estatus de frontera marítima, eso fue materia de
un Tratado formal especial declarativo en tal sentido. Pleiteamos con el
derecho tantas veces esgrimido de que era ilícito e injusto negarle a
las poblaciones de Tacna y Moquegua una partición equidistante a ambos
lados de la bisectriz, pero no, en una sentencia prevaricadora, saltaron
a la garrocha toda noción de derecho y sus propia jurisprudencia en 120
casos para otorgarle a Chile el usufructo de 80 millas náuticas al sur
del paralelo del convenio de pesca. Rebuscarle el sentido que se quiso
dar a cada palabra en los convenios de pesca de 1952 y 1954 para
concluir en que de ahí deviene la característica de un tratado de
frontera es como rebuscar la etimología de la palabra padre, que no
debería existir, porque solo la madre conoce la verdad, Si, la sentencia
de la CIJ tiene todo el tufillo de la Sociedad de pesquería de Arica,
que ha resultado favorecida hasta la última anchoveta.
Nunca
entenderé como jugamos nuestra última carta sin asegurarnos todo de
nuestra parte. Nuestra defensa fue ingenua, tanto que teniendo derecho a
nombrar un Juez Ad hoc peruano, designamos a un francés. ¿Celos en la
Cancillería? Suele suceder. Los chilenos designaron un juez ¡Chileno!
prefirieron un topo a un erudito francés. Lo hicieron bien, la sentencia
salió a su medida de comienzo a fin, al sembrar en el fallo tareas
pendientes a concertar entre los buenos vecinos y engendrar el Triángulo
de la discordia. Las memorias de los debates al interior de la CIJ
están saliendo a luz, incluso la versión que el gobierno chileno conoció
las conclusiones desde Noviembre. La escena del ministro Chadwick no
pasó de ser lágrimas de cocodrilo después de haberse engullido la
riqueza ictiológica que por puro derecho nos correspondía. Por favor no
insistan en que demos gracias a la CIJ porque no teníamos derecho a nada
y menos aún que logramos el 73% de nuestras pretensiones.
Siento vergüenza ajena cuando un ministro amazónico declara que ahora
los tacneños podrán navegar hasta las 200 millas o cuando una ministra
declara que hemos sido favorecidos con un mar que es emporios de
pericos, potas y que se yo. Esas son aguas frías de 3,000 a 4,000 metros
de profundidad donde no baja el perico ni en el evento del “NIÑO”.
Mucho triunfalismo donde correspondía la protesta. En el diferendo entre
Colombia y Nicaragua la CIJ hizo también lo que le vino en gana, por
eso Colombia anticipó que estudiaría su cumplimiento y emplazó su
escuadra. Siempre manifesté que había que desconfiar del empeño de los
chilenos en sonsacar a nuestros políticos declaraciones de fiel
cumplimiento de la sentencia. Más faltara si la tenían en la manga.
También dije que para los chilenos el mayor bocado era nuestra energía
no renovable de Camisea, para así sostener su gran minería y su gran
industria pesquera en condiciones de competir el mercado con el Perú,
con energía barata y con un gasoducto que saldrá del bolsillo de los
peruanos. No tuve bola de cristal pero el diario EL COMERCIO del 3 de
Febrero ya emprendió la campaña para la “integración energética” en el
editorial del suplemento “Portafolio”.
Aborrezco dar la nota de
pájaro de mal agüero. Chile no tiene la menor intención de cumplir de
inmediato la sentencia y se tomará todo el tiempo del mundo para
hacerlo. Tiene una fuerza armada materialmente superior a la nuestra y
un satélite que les advierte de todos nuestros movimientos. Aquí fuimos
precursores del desarme unilateral olvidando que los ejércitos son la
proyección de la política nacional y la continuidad de la diplomacia por
otros medios. Ahora sólo me queda sonreír cuando un ilustre diplomático
sostuvo que después de la paz con Ecuador, con su Tiwinza enclavada, se
acababa la necesidad de Fuerzas Armadas porque Chile no era amenaza.
¡Aprende peruano!
MIRAFLORES, 05 DE FEBRERO DEL 2014
Gustavo Barragán Schenone – Vicealmirante A.P.
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