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6 feb 2014

VICTORIA PIRRICA

Comentario del VICEALMIRANTE MGP G. BARRAGAN

Juristas y diplomáticos lograron convencernos durante 6 años que la Corte Internacional de Justicia, (CIJ) Órgano de las Naciones Unidas, era un tribunal que por su jerarquía y ejecutoria, con una jurisprudencia de más de 120 sentencias en diferendos marítimos era garantía plena de un proceso
ceñido a Derecho, donde la Ley primaba sobre consideraciones de equidad, geopolítica, economía, sociales o lo que fuera, en resumen puro derecho donde las soluciones salomónicas no tenían cabida y que de puro derecho sólo cabía la línea equidistante o bisectriz del ángulo formado entre las líneas de costa chilenas y peruanas. No podían dar un fallo diferente.

¿Porque fue admitida nuestra demanda por la CIJ? Porque no había tratado de frontera marítima entre Perú y Chile. De haber existido algún tratado de frontera marítima simplemente no había ni diferendo con Chile y la CIJ nos daba media vuelta. Lo que es más, al Perú no se le hubiera ocurrido formular la demanda por no tener derecho a nada. Por ello, afirmar que no teníamos derecho alguno por no haber tenido nunca dominio es inexacto. El Art. 54 de la Constitución de 1993 define nuestro dominio marítimo hasta las 200 millas, medidas desde las líneas de base que establece la Ley, donde el Estado ejerce soberanía y jurisdicción. No hay que ser constitucionalista para entender que se dan las 3 condiciones: Dominio, soberanía y jurisdicción. Existiendo un traslape de áreas con idéntica postulación chilena era necesario que el más alto tribunal de justicia se pronunciara, con arreglo a ley. Por eso fuimos admitidos por la CIJ.

Llegó el 27 de Enero y de la lectura del fallo de La Haya descubrimos que la CIJ, de por sí, hacía lo que le venía en gana, fuera materia del diferendo o “extra petita”, como desparecer el Punto Concordia por arte de birlibirloque para engendrar el Triángulo de la Discordia. Innovar en derecho con “acuerdos tácitos” donde corresponde tratados de fronteras formales es un legicidio. Si nos remontamos al derecho romano, fuente de derecho para todas las civilizaciones encontraremos que no da cabida a deducciones especulativas como “el acuerdo tácito”; como se dice criollamente sin ser abogados: “papelito manda”. La CIJ aunque quieran disimularlo, concede a Chile el “uti posidetis” de zonas de pesca y se aventura otorgarles características territoriales de las que carecen. Es validar la ley de la selva sobre el legítimo derecho que nos asistía. El Perú nunca les reconoció dominio, soberanía ni jurisdicción por no haber tratado de frontera marítima, hubiéramos sido mensos de ir a la CIJ. La CIJ en ningún caso podía innovar declarando 80 millas del paralelo geográfico como frontera marítima, ese convenio de pesca era tripartito y Ecuador nunca le dio estatus de frontera marítima, eso fue materia de un Tratado formal especial declarativo en tal sentido. Pleiteamos con el derecho tantas veces esgrimido de que era ilícito e injusto negarle a las poblaciones de Tacna y Moquegua una partición equidistante a ambos lados de la bisectriz, pero no, en una sentencia prevaricadora, saltaron a la garrocha toda noción de derecho y sus propia jurisprudencia en 120 casos para otorgarle a Chile el usufructo de 80 millas náuticas al sur del paralelo del convenio de pesca. Rebuscarle el sentido que se quiso dar a cada palabra en los convenios de pesca de 1952 y 1954 para concluir en que de ahí deviene la característica de un tratado de frontera es como rebuscar la etimología de la palabra padre, que no debería existir, porque solo la madre conoce la verdad, Si, la sentencia de la CIJ tiene todo el tufillo de la Sociedad de pesquería de Arica, que ha resultado favorecida hasta la última anchoveta.

Nunca entenderé como jugamos nuestra última carta sin asegurarnos todo de nuestra parte. Nuestra defensa fue ingenua, tanto que teniendo derecho a nombrar un Juez Ad hoc peruano, designamos a un francés. ¿Celos en la Cancillería? Suele suceder. Los chilenos designaron un juez ¡Chileno! prefirieron un topo a un erudito francés. Lo hicieron bien, la sentencia salió a su medida de comienzo a fin, al sembrar en el fallo tareas pendientes a concertar entre los buenos vecinos y engendrar el Triángulo de la discordia. Las memorias de los debates al interior de la CIJ están saliendo a luz, incluso la versión que el gobierno chileno conoció las conclusiones desde Noviembre. La escena del ministro Chadwick no pasó de ser lágrimas de cocodrilo después de haberse engullido la riqueza ictiológica que por puro derecho nos correspondía. Por favor no insistan en que demos gracias a la CIJ porque no teníamos derecho a nada y menos aún que logramos el 73% de nuestras pretensiones.

Siento vergüenza ajena cuando un ministro amazónico declara que ahora los tacneños podrán navegar hasta las 200 millas o cuando una ministra declara que hemos sido favorecidos con un mar que es emporios de pericos, potas y que se yo. Esas son aguas frías de 3,000 a 4,000 metros de profundidad donde no baja el perico ni en el evento del “NIÑO”. Mucho triunfalismo donde correspondía la protesta. En el diferendo entre Colombia y Nicaragua la CIJ hizo también lo que le vino en gana, por eso Colombia anticipó que estudiaría su cumplimiento y emplazó su escuadra. Siempre manifesté que había que desconfiar del empeño de los chilenos en sonsacar a nuestros políticos declaraciones de fiel cumplimiento de la sentencia. Más faltara si la tenían en la manga. También dije que para los chilenos el mayor bocado era nuestra energía no renovable de Camisea, para así sostener su gran minería y su gran industria pesquera en condiciones de competir el mercado con el Perú, con energía barata y con un gasoducto que saldrá del bolsillo de los peruanos. No tuve bola de cristal pero el diario EL COMERCIO del 3 de Febrero ya emprendió la campaña para la “integración energética” en el editorial del suplemento “Portafolio”.

Aborrezco dar la nota de pájaro de mal agüero. Chile no tiene la menor intención de cumplir de inmediato la sentencia y se tomará todo el tiempo del mundo para hacerlo. Tiene una fuerza armada materialmente superior a la nuestra y un satélite que les advierte de todos nuestros movimientos. Aquí fuimos precursores del desarme unilateral olvidando que los ejércitos son la proyección de la política nacional y la continuidad de la diplomacia por otros medios. Ahora sólo me queda sonreír cuando un ilustre diplomático sostuvo que después de la paz con Ecuador, con su Tiwinza enclavada, se acababa la necesidad de Fuerzas Armadas porque Chile no era amenaza.
¡Aprende peruano!

MIRAFLORES, 05 DE FEBRERO DEL 2014
Gustavo Barragán Schenone – Vicealmirante A.P.

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