Herbert Mujica Rojas
http://www.voltairenet.org/ article183179.html?var_mode= recalcul
Un
allegado cercanísimo al juez de Alan García, Hugo Velásquez Zavaleta,
como me refirió el combativo penalista Guillermo Olivera Díaz, se
ofreció a llevar cualquiera de sus recados por la simple razón que entre
el auto-ofrecido intermediario y don Hugo, hay muchas historias comunes
de horas pasadas en juicios y procesos. Al ser inquirido Olivera
respondió: "dígale que lo voy a enjuiciar penalmente y que se atenga a las consecuencias".
Esta historia no es ficción.
El allegado protestó: "pero si es mi amigo" y Olivera respondió: "¿y eso qué tiene que ver con lo que ha hecho?
Vuelto a la carga, el intermediario interrogó: "¿qué le diría a Velásquez"? y Olivera con tajante definición expresó: "que anule sus nulidades contra la Megacomisión y no propicie la impunidad de Alan García". "Sí, que el juez anule su resolución que anuló", me narró el doctor Olivera que fue ¡rotundo! en eso.
La historia viene
de atrás y supera un período vacacional, el de Hugo Velásquez Zavaleta
en el mes de febrero y delataría las intentonas de Alan García Pérez por
conseguir el favor de un tal Salazar, juez reemplazante durante el
segundo mes del año, y a quien el ex mandatario insistía en visitar en
su casa, donde fuere, con tal de conseguir el tan ansiado pasaporte
robusto en nulidades. Aunque usted no lo crea, el magistrado se negó en
redondo y a Alan y comitiva, incluido el inefable abogado rentado
Wilbert Medina Bárcena, no les quedó otra cosa que esperar el retorno
vacacional de Velásquez.
Recuérdese con
precisión que el 27 de enero Alan García había solicitado las nulidades
que no pudieron llegar en febrero gracias a la digna postura de un juez
pero que en cambio sí arribaron en marzo gracias a la agilidad genuflexa
de Hugo Velásquez Zavaleta y nadie sabe a cambio de qué o de cuánto
porque por amor a la camiseta sí que no fue.
En buen castellano,
la componenda, el conchabo, la mañosería, la trampa que escamotea a la
ley, era propiciada por Alan García Pérez desde que aquilató que sus
hazañas cuando presidente le llevaban -y aún está pendiente el asunto-
al precipicio de la inhabilitación, primero; y segundo, al antejuicio
parlamentario y, tercero, como acusado ante el Poder Judicial. Si en
Perú hubiese lógica, su destino ineluctable sería la cárcel, espacio que
¡ni por casualidad! jamás ha pisado García Pérez, miedoso genético y
dador de encargos a terceros o cuartos. Como en la película: ¡la mano
que mece la cuna!
En efecto, el juez
Hugo Velásquez Zavaleta, tiene ante sí un dilema que no es estrictamente
jurídico, se trata de desandar lo andado y expedir la anulación de las
nulidades que contra la Megacomisión dio hace pocos días. ¿Qué magnitud o
volumen el del compromiso? Es un tema ignorado pero a nadie escapa que
el asunto debe haber sido gordo, muy gordo.
El comunicado del
alanismo "advirtiendo" contra la inhabilitación de su capitoste mayor,
revela con crudeza el nivel de miseria a que ha llegado la panda que
capitanea el destructor -Cotler dixit- Alan García Pérez. El alanismo no
es más que una pobre opción electorera que bien puede ponerse al
servicio de un patrón o del otro, huérfana de cualquier principio
ideológico o doctrina o moral, esos dicen que la plata llega sola y la
otra encíclica: "cómo es la mía", grafican bien esta ruina ética. Ya ni
siquiera guardan las formas, todos saben que el asunto es riesgoso por
la magnitud de los delitos, pero esa ínfima y muy mediocre gavilla no
quiere perder la oportunidad de vivir fácil, del Estado, es decir de los
contribuyentes, sin trabajar ni producir por la Nación.
No olvidemos que
los prontuarios están bien guardados y que hay un sujeto que conoce bien
los detalles y posee los documentos. ¡Que le pregunten a Rómulo León
qué le pasó y dónde estuvo! El problema de los delincuentes es que nadie
podría contratarlos salvo alguien de su tribu y nula moral.
No borraría de su
hoja de vida el tremendo yerro que yugula su vida, presente y futura,
del juez Hugo Velásquez Zavaleta, si anulara las nulidades contra la
Megacomisión. Reza el dicho: lo hecho, hecho está, pero sí constituiría
un atenuante que debería complementarse con la revelación de cómo,
cuánto y quiénes fueron los presionantes que le llevaron al precipicio
de su carrera. Acaso eso fuera tenido en cuenta en algún momento.
Hay un delincuente
que hace vanagloria y ostentación descarada de sus riquezas. Posee casas
de US$ 800 mil y nunca ha trabajado en su vida. La universidad de su
propiedad le avala para sus préstamos en bancos y otro rector que gana 2
millones de soles mensuales, estaría sindicado como de reducidor de
fondos, porque una parte de los mismos engrosaría la obesa cartera del
patrón del mal.
Esperemos el
decurso de las próximas horas que pueden ser cruciales. Acaso haya
llegado la hora en la historia republicana de ver cómo un juez osa
caminar por las alamedas transparentes de la verdad y contribuye a
sepultar a un inmoral y ladronzuelo que ha sido dos veces presidente.
¡Sólo anulando "nulidades" decretadas, el juez Velásquez se autoabsolvería!
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