Ricardo Franco
SEGURIDAD CIUDADANA EN LOS PLANES DE GOBIERNO DE LOS CANDIDATOS PRESIDENCIALES
INTRODUCCION
La
seguridad ciudadana forma parte de lo que es la SEGURIDAD PÚBLICA,
porque la seguridad pública constituye por ende, el sustento primordial
del bienestar general, por el respeto a la vida, a la propiedad, al
honor y a la libertad entre las personas que conviven en una determinada
demarcación
territorial y que da lugar al desarrollo y progreso de sus
individuos y del país en general y que esto abarca no solo en el ámbito
de la ciudad, sino también en el ámbito rural donde se encuentran los
campesinos, nativos, colonos y demás olvidados por el Estado, la cual no
solo se requiere de decisiones administrativas, sino fundamentalmente
de decisiones políticas.
El
Perú soporta en los momentos actuales un clima de inseguridad y el
flagelo de una violencia criminal inusitada y sin precedentes en su
historia, tanto en el ámbito de la ciudad como en lo rural,
El
Delincuente el ámbito de la ciudad, nos dedicaremos al delincuente que
necesita de la calle para poder cometer su delito y que es este el que
actualmente está originando grandes problemas de inseguridad, causando
graves problemas a la sociedad y es el merodea y circula por las calles
solo o en complicidad para poder introducirse a una casa o inmueble y
robar sus objetos, así como robar vehículos o sus accesorios de
vehículos o arrebatar a los transeúntes sus carteras, relojes, celulares
o asaltar a mano armada a bancos, centros comerciales, casas de cambio o
los llamados marcas que asaltan a cambistas y a las personas a la
salida de bancos o secuestradores o pandillas que asaltan a los
parroquianos y que en muchas veces traen consecuencias colaterales en
muerte y lesiones graves de las personas inclusive de policías, así como
prostitución, venta de drogas al menudeo, escándalos en las calles por
el consumo del alcohol, drogas y etc., alterando la tranquilidad
pública y la paz social.
El
Delincuente en el ámbito rural, es el delincuente contrabandista que
utiliza las fronteras para cometer su delito, así como los grandes
traficantes de drogas, así como realizar acciones de subversión y
guerrillas por la ausencia del Estado, por otro lado el homicidio no
denunciado, la violación sexual de mayores y menores no denunciado, robo
de ganado, cosechas, esclavitud y/o explotación de menores en centros
mineros, atentados contra la ecología, asalto y robo en carreteras,
caminos, terminales terrestres y etc.
La
crítica especializada describe el fenómeno como un producto de los
cambios psicosociales, la contracultura, los antivalores y hasta la
pobreza. Sin embargo creemos que el verdadero generador y sostén de la
seguridad pública lo constituye el cabal funcionamiento de los
organismos legalmente designados para tal fin, esto es la Policía.
La
prevención y represión del delito, así como la preservación del orden
público debe reposar en manos de una policía profesional, eficaz y
capacitada. Una institución de sólida moral y muy disciplinada, que sea
amada, admirada y respetada por propios y extraños. Para ello es
necesario dotarla de los instrumentos jurídicos indispensables que
respalden su accionar, fortaleciendo su capacidad de actuación,
rediseñando sus mecanismos funcionales así como su régimen disciplinario
y elevando igualmente sus niveles salariales y de bienestar, que
permitan recobrar su señera figura y el símbolo de autoridad tan
desmejorado hoy en día.
La
experiencia ha demostrado que la suma desmedida de faltas y
contravenciones impunibles, propulsan al incremento de los delitos
mayores y en tal sentido proponemos la conversión de las Faltas de orden
penal en Delitos Menores; de tal modo que la ratería o la ofensa
pública que hasta hoy no tenían sanción eficaz, pueda en adelante
ameritar una medida más coercitiva. A esto sumaremos la implantación de
una Ley de Prevención de la Criminalidad, afín de que las autoridades
competentes puedan ejercer control e intervención de la vagancia
perniciosa, el pandillaje, el consumo público de alcohol y
estupefacientes o las gavillas dedicadas al hurto menor o a perturbar la
tranquilidad ciudadana.
Proponemos
recuperar el principio de autoridad de nuestra Policía en base a re
institucionalizar su ordenamiento y doctrina, pero también con la dación
de normas taxativas que castiguen con severidad a quienes ataquen,
agredan u ofendan la integridad física y moral de los policías en el
cumplimiento de su deber, retomando a su vez, sobre la base de un
incremento remunerativo y de mejor calidad de vida, la dedicación
exclusiva al servicio del Estado y la sociedad, para desterrar de una
vez por todas la ilegal y vergonzosa práctica de los servicios
particulares de policías investidos con el uniforme de la patria y el
arma de la nación.
En
el ámbito rural de nuestro país, propugnamos la creación de una Policía
Rural al servicio de esos miles de peruanos que hacen patria en los
lugares más recónditos de nuestro Ande o Amazonía y que, respetando las
organizaciones ancestrales y la identidad popular de los pueblos,
signifiquen la presencia y el apoyo del Estado donde hasta hoy no se ha
repuesto los antiguos puestos policiales desactivados durante el lapso
de la violencia terrorista.
Mediante
dispositivos específicos afinaremos una mejor consonancia entre las
labores jurisdiccionales y aquellas propias de la PNP a fin de eliminar
toda eventualidad de que, tras el esfuerzo policial y la actuación
fiscal por ejemplo, sea el delincuente el que en muchos casos salga
airoso del trance bajo artimañas o coyunturas propias del predominio
funcional de unos o la poca profesionalidad de otros, como percibimos en
el día a día de esta nuestra sociedad efervescente y con ansia de
justicia.
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