Carlos Alberto Montaner
Eduardo
Galeano ha sido uno de los preferidos de la izquierda durante más de
cuatro décadas, desde que su extremadamente popular best seller, Las venas abiertas de América Latina,
fue publicado en 1971. Ahora, el escritor uruguayo de 73 años se ha
retractado de su libro hito, afirmando en una conferencia en Brasil que
la retórica izquierdista
del libro es “horrible” y demuestra lo poco que
sabía en ese entonces acerca de la economía y la forma en que el mundo
funciona en verdad.
Este fue
el libro que el presidente Hugo Chávez de Venezuela regaló al presidente
Barack Obama cuando ambos se reunieron en Trinidad en 2009. En ese
momento, Chávez declaró que el libro de Galeano le había ayudado a
entender la realidad latinoamericana. Ahora parece que la “realidad” era
una ficción, engendrada por la inmadurez y la ideología.
El título
del libro de Galeano explica su teoría central: Las venas abiertas de
América Latina han sido vaciadas por las explotadoras potencias
imperiales, sobre todo los Estados Unidos, dejando a la región pobre y
subdesarrollada.
¿Y cómo
los amos imperiales explotan a América Latina? Mediante la compra de sus
recursos naturales a precios bajos y su utilización para la producción
de bienes manufacturados de un precio mucho mayor cuyas ganancias van a
los bolsillos de empresas e inversores estadounidenses adinerados.
América Latina, por su parte, sigue siendo pobre, mientras este ciclo
sin fin de explotación se repite generación tras generación.
Como
escritor político, sé que Galeano precisó de un verdadero coraje—incluso
de gallardía—para corregirse públicamente. No es fácil admitir cuando
uno se equivoca. Y es aún más difícil cuando se es un héroe para tantos,
como lo ha sido Galeano.
En 1996, escribí un libro con el escritor peruano Álvaro Vargas Llosa, académico senior del Independent Institute y autor de Rumbo a la libertad, y el periodista y diplomático colombiano Plinio Apuleyo Mendoza. Nuestro libro, titulado Manual del perfecto idiota latinoamericano,
explicaba por qué y cómo Galeano estaba equivocado. Vendió medio millón
de ejemplares, muchos menos de los que ha vendido el libro de Galeano.
Las venas abiertas de Galeano era tan sólo uno de los temas de nuestro libro.
Pero fue
uno de los más importantes, ya que su libro— aún hoy—sigue vendiéndose
muy bien y es utilizado como libro de texto en muchas universidades en
los Estados Unidos, América Latina y Europa, lo que podría explicar el
escaso conocimiento que prevalece en el mundo académico sobre los
problemas económicos de América Latina.
El tercer capítulo de nuestro Manual
se titula “La biblia del idiota” y está dedicado a explicar lo que el
propio Galeano confirma ahora: que su autor sabía muy poco de economía y
que lo poco que creía saber era totalmente erróneo.
Por
ejemplo, en su libro Galeano promueve la “Teoría de la Dependencia”, la
idea de que las naciones y los pueblos ricos y poderosos del mundo
asignan y aplican un rol económico secundario subordinado a las naciones
y los pueblos del mundo en desarrollo, al que entonces se denominaba
Tercer Mundo. Esta teoría es una de victimismo izquierdista clásico, una
visión conspirativa de la historia en la cual unos fuertes Estados
Unidos mandan sobre una débil América Latina.
Galeano
nunca se detuvo a pensar por qué otras sociedades pobres—como Corea del
Sur, Taiwán, Estonia, Singapur y Hong Kong—habían salido de la miseria
sin que nadie se lo impidiera. Podríamos hacer la misma observación
acerca de los logros de Israel y, en América Latina, Chile.
La verdad
es que el progreso económico y la prosperidad son electivos. Una
sociedad puede optar por hacer las cosas bien o mal, y estas decisiones
tienen consecuencias. Hacen lo correcto durante un par de generaciones y
la economía despegará; hacen lo contrario y la economía se hundirá.
Curiosamente,
el mea culpa de Galeano llega en el momento en que mis coautores y yo
estamos publicando una nueva entrega de nuestra serie de Manuales del
Idiota, tras Fabricantes de miseria y El regreso del idiota.
Al informar sobre el cambio de actitud de Galeano, el New York Times señaló que nuestra obra de 1996 había “desestimado a las Venas abiertas como “la biblia del idiota”, y redujo su tesis a una sola frase: ‘ Somos pobres ; es culpa de ellos.’”
El Times tenía razón. Y ahora, al parecer, Galeano puede también estar en lo correcto.
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