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23 sept 2014

MALDITAS COINCIDENCIAS

Las malditas coincidencias que salpican/enredan/involucran a León Rivera en la investigación por 7.5 toneladas de cocaína
Aunque el congresista José León Rivera sigue respaldado por su partido y el Congreso no se ha atrevido a considerar siquiera la posibilidad de una separación de su curul, el panorama se presenta bastante complicado. La situación del congresista León Rivera como testigo en la
investigación por el tráfico de las 7.5 toneladas de cocaína en lugar de aclararse se enturbia y gana notoriedad por los nexos que se van descubriendo.
Las 7.5 toneladas de cocaína fueron incautadas en un depósito ubicado en Huanchaco, camuflada entre carbón perteneciente a una empresa exportadora creada para el proceder ilícito. Dentro de las acciones complementarias, la policía también intervino una mansión donde vivía el supuesto jefe del cartel propietario de la droga, Rodrigo Torres, alias LIC, un sujeto de nacionalidad mexicana, actualmente prófugo.
Un dato para destacar es que León Rivera integra desde el año 2011, la Comisión Especial Multipartidaria de Seguridad Ciudadana del Congreso de la República.

La primera aparición de León Rivera en este espinoso caso fue como propietario de la vivienda intervenida y donde residía el narco Rodrigo Torres, en Av. La Rivera 340, Huanchaco.

La respuesta inmediata de León fue que la casa estaba alquilada a una mujer, que identificó como Lucía Magdalena Villavicencio Ruiz, se deslizó que ella habría subarrendado a otros. Pero luego salió la versión de que Villavicencio era empleada de Torres. Posteriormente cuando el 4 de setiembre Caretas reveló la existencia de por lo menos un video de vigilancia policial fechado 4 de julio 2014, en el que se acredita que León Rivera visita y conversa con el narcotraficante Rodrigo Torres, el congresista maldijo la hora en que llegó a la vivienda cuando Rodrigo Torres la habitaba.

"Lamento y rechazo cualquier vinculación con esta maldita hora, maldita hora, en que yo fui para requerir que me devuelvan la casa nunca supe que estaba hablando con un narcotraficante, nunca puede imaginarse uno que le puede alquilar su casa, su carro, habitación de un hotel a una persona que sea delincuente (…) Esto le puede pasar a cualquiera, uno no ve por dentro a la gente". Además dijo que había ido a la casa para pedir que la desocupen.

En el Congreso de la República manifestó también que los inquilinos no eran nuevos y estaban desde el anterior propietario. Esto sin embargo fue desmentido por los propietarios anteriores, en un informe que presentó La Industria Trujillo.

Más adelante en entrevista con Caretas reconoció que podía haber visitado la vivienda hasta en 5 oportunidades, admitió que dos veces conversó con el narcotraficante Rodrigo Torres. Y dijo que pasa todas las semanas por el lugar.

En esa entrevista con Caretas, y también en otros medios, a raíz del video policial que revelaba el encuentro de León con el narcotraficante, el congresista empezó a referirse con mayor detalle a Alexander Olea Bernales, a quien identificó como su administrador, o por lo menos, administrador de la vivienda en cuestión.

Hay un espacio común en toda esta historia y no empieza en México, sino en la provincia de Pacasmayo. León Rivera, elegido congresista por La Libertad para el período 2011-2015 es natural del distrito de San José, provincia de Pacasmayo. Coincidentemente, la mujer que supuestamente firmó el contrato como arrendataria, Lucía Villavicencio Ruiz, es natural del distrito de San José, provincia de Pacasmayo. Y ahora resulta que el administrador de León Rivera, el que supuestamente se encargaba de cobrar el alquiler y ver otros asuntos de la casa alquilada, también es natural del distrito de San José, provincia de Pacasmayo. Muchas coincidencias.

El jueves 18, Caretas volvió a hacer una nueva revelación, Lucía Villavicencio Ruiz, a quien la policía ha sindicado como la empleada de limpieza de Rodrigo Torres, ha acudido a la policía acompañada de un abogado y ha rendido su primera declaración. Según su versión ante las autoridades, que ha sido filtrada a Caretas, Villavicencio Ruiz habría manifestado que el contrato de alquiler que firmó fue "simulado" y que León Rivera estaba enterado que el verdadero inquilino era Rodrigo Torres.

Caretas sostiene -citando la declaración de Villavicencio ante la policía- que fue "Olea quien llevó al capo mexicano a la casa de playa de Huanchaco, con el consentimiento del congresista León."

Además que según Villavicencio, ella firmó el contrato porque Olea se lo pidió; y que León Rivera "siempre supo que el verdadero arrendatario de su casa en Huanchaco era el narco mexicano. Cuando el congresista visitaba a Torres era ella quien lo hacía pasar".

Siempre según las declaraciones de Villavicencio ante la policía, citada por Caretas, "Olea la llamaba a su celular y le pedía que ponga en la línea al capo mexicano Torres para que hable con el congresista. Ella ha proporcionado a las autoridades los números telefónicos desde donde el administrador del parlamentario la llamaba".

Caretas ha revelado que Santiago Alexander Olea Bernales tiene sentencia de prisión efectiva por el delito de robo agravado, en agravio de César Díaz Ruiz. En este mismo asunto, La Industria indica que Olea Bernales estuvo preso en el Penal El Milagro hasta el año 2009, de allí fue trasladado al penal de Río Seco en Piura, de donde salió libre el 26 de febrero del 2010. El Comercio ha dicho sobre Olea Bernales "de acuerdo al expediente N° 734-2010 de la Sala Penal Permanente Liquidadora de Trujillo, es un imputado por el delito de robo agravado en agravio de César Díaz Ruiz. Incluso, se ha expedido un oficio en el que se reitera su captura, pero hasta ahora no es detenido por razones desconocidas."

El congresista José León Rivera habría sido doblemente engañado, en muy poco tiempo: por el arrendatario de su casa que resultó ser el capo de una mafia exportadora de drogas capaz de movilizar 7.5 toneladas de cocaína, por un sentenciado por robo agravado en el que depositó toda su confianza, hasta la administración de sus propiedades. Maldita la hora en que se cruzaron en su camino.

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