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4 mar 2015

RENDICION DE JAPON : DISCURSO DEL EMPERADOR HIROHITO


"En consonancia con los dictados del tiempo y el destino quiero, aún soportando lo insoportable y padeciendo lo insufrible, abrir un camino hacia la paz duradera para todas las generaciones futuras"

"Yo, el Emperador, después de reflexionar profundamente sobre la situación mundial y el estado actual del Imperio Japonés, he decidido adoptar como solución a la presente situación el recurso a una medida extraordinaria. Con la intención de comunicároslo me dirijo a vosotros, mis buenos y leales súbditos.

He ordenado al Gobierno del Imperio que comunique a los países de EEUU., Gran Bretaña, China y
Rusia la aceptación de su Declaración Conjunta.

Ahora bien, conseguir la paz y el bienestar de los súbditos japoneses y disfrutar de la mutua prosperidad y felicidad con todas las naciones ha sido la solemne obligación que me legaron, como modelo a seguir, los antepasados imperiales y de la cual no he pretendido apartarme, llevándola siempre presente en mi corazón.

Por consiguiente, aunque en un principio se declarase la guerra a los dos países de EE.UU. y Gran Bretaña, la verdadera razón fue el sincero deseo de asegurar la autoconservación del Imperio y la seguridad de Asia Oriental, no siendo en ningún caso mi intención, el interferir en la soberanía de otras naciones ni la invasión expansiva de otros territorios.

Sin embargo, la guerra tiene ya cuatro años de duración. Y a pesar de que los generales y soldados del ejército de tierra y marina han luchado en cada lugar valientemente, los funcionarios han trabajado en sus puestos realizando todos los esfuerzos posibles y todos los habitantes han servido con devota dedicación, poniendo cuanto estaba en sus manos; la trayectoria de la guerra no ha evolucionado necesariamente en beneficio de Japón y la situación internacional tampoco nos ha sido ventajosa. Además, el enemigo ha lanzado una nueva y cruel bomba, que ha matado a muchos ciudadanos inocentes y cuya capacidad de perjuicio es realmente incalculable.Por eso, si continuamos esta situación la guerra al final no sólo supondrá la aniquilación de la nación japonesa sino también, la destrucción total de la propia civilización humana. Y si esto fuese así, cómo podría proteger a mis súbditos, mis hijos, y cómo podría solicitar el perdón ante los sagrados espíritus de mis antepasados imperiales. Esta es la razón por la que he hecho al gobierno del Imperio aceptar la Declaración Conjunta de las Potencias.

Me siento obligado a expresar mi más profundo sentimiento de pesar con las naciones aliadas que han colaborado permanentemente junto con el Imperio Japonés para la emancipación de Asia Oriental. Asimismo, pensar en aquellos de mis súbditos que han muerto en el campo de batalla, así como en aquellos que dieron su vida ocupando sus puestos de trabajo, cumpliendo con su deber, o aquellos que fueron víctimas de una muerte desafortunada y en sus familias destrozadas es un sufrimiento presente en mi corazón noche y día. Del mismo modo, el bienestar de los heridos y de las víctimas de la guerra, de aquellos que han perdido sus hogares y sus medios de vida constituye el objeto de mi más honda preocupación.

Soy consciente de que los sacrificios y sufrimientos que tendrá que soportar el Imperio a partir de ahora son, sin duda, de una magnitud indescriptible. Y comprendo bien el sentimiento de mortificación de todos vosotros, mis súbditos. Sin embargo, en consonancia con los dictados del tiempo y el destino quiero, aún soportando lo insoportable y padeciendo lo insufrible, abrir un camino hacia la paz duradera para todas las generaciones futuras.

Confirmo vuestra lealtad al defender la estructura del Imperio y me siento unido a vosotros, mis buenos y leales súbditos. Por eso, os exijo que evitéis cualquier explosión de emociones que pueda desencadenar complicaciones innecesarias, o enfrentamientos que pudieran desuniros, causando desorden y conduciéndoos por un camino equivocado que haría al mundo perder la confianza en vosotros.

Continuad adelante como una sola familia, de generación en generación, confiando firmemente en la inmortalidad del Japón divino, conscientes del peso de las responsabilidades y del largo camino que os queda por delante. Dedicad todos vuestros esfuerzos para la construcción del futuro. Manteneos fieles a una firme moral, seguros de vuestro propósito, y trabajad duro aprovechando al máximo vuestras virtudes sin retrasaros de la línea de progreso del mundo.

Poned en práctica, según lo he dicho, mi voluntad."

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