La vida del mayor PNP Carlos Monge Pimentel transcurre entre la
gloria y la injusticia. Monge -junto con cuatro suboficiales que estaban
a su mando en la comisaría del Tambo, en Huancayo- fue quien el 14 de
julio de 1999 capturó a Óscar Ramírez Durand, ‘Feliciano’, el senderista
que reemplazó a Abimael Guzmán.
Lejos de recibir algún reconocimiento, Monge fue
sometido a los
peores maltratos. Fue llevado por sus propios jefes ante Vladimiro
Montesinos, quien lo obligó a elaborar documentos falsos para que dijera
que esa captura no la hizo la policía sino el Ejército, como sostenía
la versión oficialista.
Montesinos no quería quedar en ridículo. La operación para detener a
‘Feliciano’ la habían diseñado el Ejército y él. Incluso, convenció a
Fujimori para que fuera a la zona de operaciones y anunciara la
inminente captura. Fujimori, quien ya estaba en campaña reeleccionista,
le obedeció, lanzó la noticia y esperó. Pero las horas pasaban y nadie
sabía dónde estaba ‘Feliciano’. El terrorista se les había escapado a
los miles de militares que lo tenían cercado.
Fue en ese momento que el mayor Monge, quien conocía la zona como la
palma de su mano, ordenó a sus subalternos que vigilaran la entrada y
salida del pueblo de Chocas, única conexión entre la enmarañada selva de
Junín con la ciudad. Los policías intervinieron un colectivo y allí
encontraron a ‘Feliciano’ asustado.
Los efectivos lo llevaron a la comisaría donde esperaba el mayor
Monge. Segundos después, en la puerta del local, aparecieron cientos de
militares reclamando a ‘Feliciano’. Monge se negó a entregarlo, llamó a
un fiscal y empezó a elaborar el parte de ley.
En eso estaba cuando recibió una llamada de su jefe, el coronel
Carlos García Molleda: ‘¡Oiga, Monge, entregue a ‘Feliciano’, carajo!’,
le ordenó. Monge tuvo que aceptar, pues unos cien policías que habían
llegado a apoyarlo, estaban a punto de agarrarse a balazos con los
militares.
Lo peor vendría después. Monge fue traído a Lima y llevado al SIN donde lo esperaba Montesinos.
“Mucho gusto, mayor. Ya sabe que usted tiene que colaborar. Evítese
problemas. El gobierno no puede quedar mal, menos nuestro presidente”,
le dijo el ‘Doc’.
En marzo del 2003, cuando lo ubiqué y convencí a que me contara esta
historia para ‘El Comercio’, a Monge le brillaron los ojos en todo el
relato. Luego de entrevistarlo, le sugerí que denunciara su caso ante la
Inspectoría de la policía. Cinco años después, en diciembre del 2008,
Monge me llamó y me contó que la Inspectoría había pedido su ascenso por
‘Acción Distinguida’.
‘¿Pero por qué estás triste?’, le pregunté, pues notaba su voz
apagada. Me respondió que la Dirección General también lo había pasado
al retiro por ‘renovación de cuadros’.
Así pagan las malas autoridades a sus héroes.
COMENTARIO RECIBIDO MEDIANTE FACEBOOK:
Juan Carlos Aguilar Davila
Mi
estimado Chonta, aquí hay una serie de hechos históricos; que son
"medio oscuros". Tengo conocimiento, por versiones extraoficiales, que
quien verdaderamente efectuó "la captura", fue un Suboficial o
Especialista, que se "recurseaba" manejando un vehículo
de servicio publico, a donde subió "Feliciano" en su afán de pasar
desapercibido, siendo reconocido por el "chofer" quien busco apoyo y lo
condujeron a la "Comisaria"; aquí viene lo bueno, efectivamente; el
Poder político de ese momento, quiso "endilgarle" esa captura al
Ejercito y "presionaron". Aquí hubo dos figuras, una la negativa de
parte del Comisario (el que reclama del abuso) y "la orden de entregarlo
al Ejercito" de parte de Garcia Molleda (el mismo lo reconoció a la
prensa posteriormente. No estoy seguro si gracias a eso consiguió el
ascenso a General). Lo real es que como siempre "somos usados, como
carne de cañón". Me gustaría que se llegara al fondo y se seis realmente
que ocurrió
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