Los del lado estadounidense han creado una industria multimillonaria; en el lado opuesto están los espías oficiales u oficiosos que desde las embajadas extranjeras trabajan para conocer lo que el ojo no ve.
Frente a la embajada rusa en Washington hay una pequeña casa ajardinada de apariencia inofensiva. La puerta siempre está cerrada, las ventanas selladas y nadie se sienta en el porche delantero. Curiosamente, en el techo hay tres ventanas de cristal oscuro que miran directamente hacia la entrada