Versiones y estrategias
El recordado periodista francés Albert Brun dijo que si en el periodismo no tienes suerte “es mejor dedicarse
a otra cosa”. Bien visto, lo que dijo se aplica también a toda actividad que exige entrenarse en lo previsible a
fin de prepararse para lo imprevisible.
Por eso, salvo casos extremos, la suerte tiende a acompañar a quienes, a igualdad de condiciones, no confían en el azar sino en la preparación.
Esa suerte ha estado esquiva con el Gobierno en las últimas semanas. El notable éxito obtenido con la captura de ‘Artemio’ en el Alto Huallaga ha sido oscurecido y casi olvidado por los contrastes en el VRAE y, sobre todo, en La Convención.
Pero los reveses sufridos por el Gobierno en La Convención no significan en una victoria política o propagandística de Sendero. Por lo contrario, me parece que las ventajas tácticas que este logró en las acciones que siguieron al secuestro masivo en Kepashiato (las muertes de policías y soldados, el derribamiento de un helicóptero, el retiro de otros de las operaciones), fueron sepultadas por la profunda identificación de la gente con los uniformados muertos o desaparecidos y con el dolor de sus familias.
Si acaso, la indignación de la gran mayoría con el Estado y las fuerzas de seguridad ha sido por percibirlas ineficientes en donde la gente siente que se precisa una gran eficiencia: en las labores contrainsurgentes contra Sendero. Si el objetivo principal del senderismo era el político, lo que ha logrado es galvanizar el sentimiento de una gran mayoría de peruanos que lo ve ahora como una amenaza mayor que debe ser enfrentada con resolución y destreza.
Por eso, pedir las renuncias de los ministros de Defensa y del Interior no significa regalarle triunfo alguno (político o propagandístico) a Sendero sino presionar por los cambios y reformas que aceleren la derrota de este.
Sin embargo, hay funcionarios dentro del Estado (aparte de los ministros Otárola y Lozada), que se sienten víctimas de un trato injusto.
Esta semana entrevisté, con reserva de identidad, a un importante jefe militar que es, en mi concepto, una persona valerosa, con un fuerte sentido del deber y una dedicación completa a su trabajo.
Entre los varios temas de esa entrevista, hubo dos que examinamos en detalle: el abandono de los suboficiales Tamani Astuquillca y Vilca en el trágico jueves 12 de abril; y la evacuación tardía de los heridos de la patrulla Lince en la emboscada del sábado 14 de abril.
Según el alto oficial, no hubo abandono de los tres suboficiales sino una cadena de hechos y circunstancias desafortunados, que hizo imposible la ayuda o el rescate. En su versión de los hechos, el helicóptero que llevó a la patrulla de la Dinoes, el 664, tuvo la sombrilla de otro MI-17 del Ejército y hasta el apoyo de un tercer helicóptero. En esa operación, dice el oficial, el piloto hizo dos intentos de sobrevuelo estático para que se diera la inserción, pero en ambos recibió disparos. En el segundo intento habría sido cuando se deslizaron los tres suboficiales por la cuerda rápida pero, afirma el militar, tomando demasiado tiempo. Después de más de dos minutos, hubo más disparos y varios impactos en el helicóptero. “En total” me dijo, “el seguro ha contado 18 impactos de bala, incluido uno en el motor de arranque, además del tanque de combustible y las palas… el tercer helicóptero tuvo un impacto de bala a 10 centímetros del rotor de cola”. Ante el peligro inminente de ser derribado, dice el oficial, el comandante de la 664 tuvo que abortar el descenso y volar a Kiteni, donde la nave quedó fuera de servicio, en reparación. Las patrullas previamente insertadas, continúa el oficial, recibieron instrucciones de buscar a los desaparecidos, con ayuda de la población. De hecho, añade, el cuerpo del suboficial Tamani fue encontrado por una patrulla de comandos al mando del capitán EP ‘Atila’, acompañado por guías locales.
En el caso de la emboscada que devastó a la patrulla “Lince”, el oficial indica que gracias a la reacción de las otras patrullas, y la de los propios emboscados, se impidió que la patrulla fuera aniquilada y que se perdiera el armamento.
Luego, prosigue el oficial, se hizo la evacuación de los heridos hasta Alto Lagunas, porque no era posible evacuarlos por aire de donde estaban. Los heridos, varios graves, llegaron, a pie o cargados, entre las 6:30 y 7:30 p.m. A las 9 de la noche, afirma el oficial, salió un helicóptero para intentar evacuarlos, pero no hubo suficiente luz como para bajar. Entonces, según la versión, el general Howell, al mando directo de las operaciones, mandó una caravana de 10 vehículos con policías de la Dinoes, para el rescate. Salieron a las 10 de la noche pero, por razones que no explica la fuente no llegaron sino poco antes de las seis de la mañana, pese a que ese viaje toma poco más de un par de horas.
Entonces, a las 5:20 de la mañana salió un helicóptero en el que voló también el general Howell, que pudo descender, evacuar en tres minutos a los heridos y regresar a Kiteni.
Me ha parecido justo reseñar esta versión, que difiere de la que referí hace una semana. Creo que se me ha dado esta versión de buena fe, pero me temo que no explica en forma convincente lo que sucedió.
En primer lugar, las versiones de varios miembros de la patrulla Dinoes que estuvieron en el helicóptero atacado, contradicen la que expresó el jefe militar. A diferencia de este, ellos estuvieron en la nave de los hechos, quisieron quedarse para socorrer a sus compañeros o regresar de inmediato, y no les permitieron hacerlo.
Si, como se dice, los helicópteros del Ejército quedaron dañados en esa ocasión, ¿qué pasó con los de la Policía, que habían sido empleados en la mañana de ese día para rescatar a la capitana Nancy Flores y la tripulación del UH1H abatido? Uno de esos era un MI-17 de la PNP. ¿Por qué no se lo utilizó para rescatar o auxiliar a los policías abandonados?
En cuanto a la evacuación de los heridos de la patrulla ‘Lince’, creo que no hay mucho que discutir. Pese a la valentía de oficiales como el general Howell, las quince horas que demoró la evacuación demostró una desorganización e ineficiencia que deben ser urgentemente corregidas.
Y como en lo táctico, en lo estratégico. Frente a un SL-VRAE en propósito de expansión, el momento de reformar, adecuar y mejorar la estrategia contrainsurgente del Estado, es ahora. “El conocimiento estratégico de la organización [senderista] significa todo … [pero] nadie en el Estado tiene una visión estratégica”, dice un veterano especialista en la lucha contra Sendero. Y tiene razón.
El Estado tiene la masa crítica de expertos y especialistas en la lucha contra Sendero, pero no los usa. Algunos han pasado recientemente al retiro y otros han sido destinados a puestos que nada tienen que ver con su conocimiento. Los que más saben, por cierto, son los veteranos del GEIN que aún están activos, y que formaron discípulos, entre los cuales se cuentan los policías que capturaron a ‘Artemio’.
Sincronizar eficazmente la inteligencia operativa con acciones prontas articuladas en un plan estratégico eficaz: ese fue el principio en las operaciones contra ‘Artemio’ y lo fue antes contra Abimael Guzmán. Eso, adaptado, mejorado y complementado con otras iniciativas en la política contrainsurgente, es lo que se debe hacer en el VRAE, mediante una organización dedicada en exclusividad al problema y que dejará de existir apenas se haya resuelto. Hay la gente, existe el conocimiento y el momento es ahora.
Notas relacionadas:
Posted: 11 May 2012 07:08 PM PDTInformación y fotos proporcionadas por Jacob Reyes, desde Satipo.Fotos exclusivas del siniestrado helicóptero Mi-17, PNP 504, que cayó el miércoles 9 en la comunidad nativa de Puyeni, en el río Tambo. El lugar se encuentra a 50 millas al este de Mazamari y a 10 millas de Puerto Ocopa. En el accidente, como se sabe, falleció el piloto del helicóptero, el experimentado comandante de la PNP Rodolfo León Gavilán. No se conoce todavía con precisión la causa de la caída de la aeronave, cuando se aprestaba a aterrizar. Lo cierto es que perdió altura, giró algunas veces sobre el eje horizontal y al chocar contra la copa de los árboles, el rotor cortó ramas, se rompió en el proceso y posiblemente causó el forado que puede verse en el botalón de cola .Fueron 407 kilogramos de clorhidrato de cocaína, los incautados en la comunidad nativa de Puyeni (Río Tambo), hasta donde se desplazó el helicóptero Mi-17 de la PNP, y que aparentemente por una mala maniobra la nave, no llegó aterrizar, chocando la cola con árboles y cayendo hacia la parte baja del morro de Puyeni.La inmediata reacción de los boteros que se encontraban almorzando en el Puerto Puyeni, salvó la vida de la tripulación y pasajeros; según refieren los testigos que estuvieron en la zona cuando ocurrió el accidente.El operativo que tuvo el inesperado y trágico desenlace del accidente, se inició horas antes cuando tres personas a bordo de una embarcación fluvial, llegaron a Puyeni, bajando los tres para almorzar. Cuando los ronderos de la zona revisaban el bote que aparentemente estaba vacío, se percataron que aparentaba cargar peso, por lo “sentado” que estaba.Al percatarse que había droga camuflada, llamaron a la Dirandro y retuvieron a las tres personas. Poco después, el helicóptero Mi-17 piloteado por el comandante PNP Rodolfo León Gavilán partió de Mazamari con 18 efectivos de la Dirandro. Al momento de aterrizar fue cuando se produjo el accidente.De inmediato, los ronderos con la ayuda de los transportistas fluviales salieron a socorrer a los heridos que se encontraban en medio del río, evacuando a los heridos al puesto de salud de Puyeni, para luego del socorro aéreo con los helicópteros UH10 evacuaran inmediatamente a los más graves a Mazamari, para llevarlos de ahí a Lima.Aprovechando un descuido durante las operaciones de rescate, uno de los narcotraficantes (el motorista) logró fugar, quedando detenido solo el ayudante y el puntero de la embarcación que partió de Puerto Chata con 407 kilogramos de cocaína con dirección a Atalaya.
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Test
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12 may 2012
Articulo olvidado,
Reproducción de la columna ‘Las Palabras’ publicada en la edición 2231 de la revista ‘Caretas’.
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