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25 may 2012

HISTORIA

Diario La Razón - Lima Peru
Samuel Mac Mahon, maquinista del Huáscar, murió de locura en un manicomio limeño por traumas de la guerra naval


VICTOR ALVARADO
Fue reclutado en Nueva Orleans para traer al Perú dos barcos “chatarra” comprados por Piérola cuando
CHILE se armaba para hacer la guerra a sus vecinos

El estadounidense Samuel Mac Mahon (1833-1894), natural de Orange, Nueva Jersey, peleó en el Huáscar al mando de Miguel Grau como primer ingeniero de máquinas al frente de un numeroso grupo de subordinados, la mayoría de nacionalidad inglesa, y le tocó vivir intensamente los traumas del combate naval de Angamos y a consecuencia de ello terminó sus últimos años sumergido en la locura, de la que nunca salió hasta morir en un manicomio limeño.
Mac Mahon se vio involucrado en la guerra de resistencia peruana frente a la guerra de rapiña lanzada por la oligarquía anglochilena, de manera enteramente casual, pues se encontraba en el puerto de Nueva Orleans cuando fue contratado para integrarse al equipo de maquinistas encargados de remolcar los antiguos monitores Manco Capac y Atahualpa, que habían sido comprados por el Perú a Inglaterra para integrarlos a su armada.

Las compras fueron hechas por el Ministro de Hacienda, Nicolás de Piérola, durante el gobierno de José Balta (1969-1971) y cuestionadas, incluso consideradas de mala fe, porque a la vista se trataban de naves chatarra, por las que se pagó más de un millón de dólares, mientras que Chile en los años siguientes con solo US$800 mil compró los acorazados blindados “Cochrane” y “Blanco Encalada”, para destinarlos a la guerra contra sus vecinos.

Eran tan inservibles que había que traerlas al remolque, para lo cual hubo que comprar adicionalmente dos transportes: el Marañón y el Pachitea, y enviar tripulaciones peruanas para traerlas al mando de los comandantes Camilo N. Carrillo y Juan Guillermo More, partiendo el convoy de Nueva Orleans al Perú el 12 de enero de 1869. La prensa de la época los calificó de “ataúdes de hierro”.

Una vez en el Perú, Mac Mahon se sintió atraído por la vida peruana y consiguió ser convocado sucesivamente para desempeñarse en el Mayro, del que pasó al Huáscar, de allí al Talismán y volver al Huáscar en el que serviría en toda la campaña naval en calidad de primer ingeniero de máquinas, bajo órdenes de Miguel Grau.

En estos días, fue flechado por la dama arequipeña Elisa Neil, con la que se casó en el Callao el 14 de mayo de 1879 y tuvo tres hijos, Guillermo Santiago, Samuel Luis y Santiago Tomás.

El 8 de octubre de 1879, Mac Mahon se encontraba en su puesto de la sección máquinas cuando el monitor Huáscar realizaba su quinta expedición sobre las costas chilenas junto con la corbeta Unión, y avistaron a la primera división naval chilena (Blanco Encalada, Covadonga y Matías Cousiño), al mando del capitán Riveros, de los que trataron de alejarse. Grau, previendo el desenlace, ordenó a la Unión retirarse hacia Arica.

El propio Mac Mahon, en su parte de batalla dio cuenta, que ante la aparición de esa flota, Grau le ordenó aumentar la marcha a 60 revoluciones, y luego de que aparentemente se habían alejado de ella, le indicó que disminuya. Pero luego de haberse alejado de sus perseguidores, se apareció en el norte la segunda división naval chilena, a una distancia de 22 millas, conformada por el blindado Cochrane, la corbeta O’Higgins y el transporte artillado Loa.

Mac Mahon recibió nuevamente órdenes de aumentar a tres y cuatro revoluciones más. “Después de dar las órdenes necesarias subí a la cubierta para ver la posición de los buques enemigos y vi que el blindado Cochrane nos ganaba acercándose notablemente; volví a la máquina y di orden para hacer todo el vapor posible, teniendo (…) la máquina de 60 a 63 revoluciones”.

Pero no pudo aumentar a más porque debido a las largas travesías últimas, el buque no tenía sus fondos limpios, y de haberlos tenido, decía, “habría andado doce o más millas en lugar de once, que, en mi concepto, es lo más que ha andado el buque”.

Al retornar a su puesto en la sala de máquinas, impactó en el Huascar la primera bomba del Cochrane por el costado de babor, colindante con su camarote, luego se produjo la segunda en la misma zona, seguidamente la tercera cayó sobre la popa, rompiendo los camarotes de dicho lado y la cuarta por el costado de estribor donde dejó varios muertos y heridos, entre ellos al cirujano Santiago Távara y el maquinista inglés John Griffche, sin que se produjese aún averías graves.

Mientras en la cubierta se desarrollaba un intenso fuego de respuesta a la artillería de las naves atacantes, nuevas bombas reventaron al interior de la chimenea y se produjeron más heridos, entre ellos el capitán de fragata Melitón Carvajal, a los que se les tuvo que trasladar e instalar a los heridos en las carboneras de proa.

En estas circunstancias, narra Mac Mahon, ya muertos Grau y sus relevos Diego Ferré, Elías Aguirre y herido Melitón Carvajal, “recibí orden personal y privada del alférez de Fragata don Ricardo Herrera, para abrir las válvulas y echar el buque a pique, cuya orden la ejecuté en el acto, con toda la actividad y deseos posibles, sacando todos los heridos de abajo”.

Prosigue: “Después de esto (…) yo y el segundo ingeniero fuimos amenazados con revólver al pecho diciéndonos que moviésemos la máquina y sacásemos el agua; nosotros rehusamos hacerlo por ser prisioneros de guerra; pero nos insistieron que teníamos que hacerlo so pena de morir”.

El resto es historia conocida, los invasores abordaron el Huáscar e hicieron prisioneros a su tripulación, entre ellos a Mac Mahon, quienes fueron recluidos en el penal de San Bernardo, en la capital chilena.

Al año siguiente todos los prisioneros peruanos del Huáscar, incluido Mac Mahon, fueron liberados a cambio de la libertad de los marinos chilenos apresados luego del hundimiento de la corbeta Covadonga por acción de una brigada de torpedistas peruanos, al mando del ingeniero Manuel Cuadros.

A su llegada al Callao, recibió la bienvenida de un grupo de damas chalacas que le colocaron al cuello una corona de flores y en Lima recibió en reconocimiento a su trabajo en el Huáscar, un reloj con incrustación de piedras preciosas. Luego se reintegró a su hogar limeño.

El marino estadounidense empezó a sufrir depresiones sucesivas y por falta de atención sicológica, que por lo demás en la época no lo había de manera especializada como hoy, terminó hundido en el alcoholismo crónico y en una locura tóxica, que obligó a su esposa a internarlo en el manicomio del Cercado, produciéndose su fallecimiento el 12 de mayo de 1894 a causa de una nefritis. Paenquimotora. (Mañana Parte XXV: Medardo Cornejo, de minero a teniente coronel y combatiente sobreviviente del Morro de Arica).

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