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8 ene 2013

ESTE NEGRO NO ES DE AQUI


ESTE NEGRO NO ES DE AQUÍ
Por Alfredo Grados Rivero

El historiador Juan José Vega elaboró un relato sobre la presencia negra en el Perú y los comienzos de esa influencia en algunos aspectos de la vida nacional que intituló "Este negro no es de aquí". Cuenta JJ Vega que con la llegada de africanos al mundo occidental y cristiano, arrivaron muchas naciones y castas del Africa entre las que destacaban locumés, mandingas, cambundas, congos y misongos entre las más destacadas. La más predominante, entre todas ellas, era la casta de los mandingas y con ella vino al Perú una mujer que fue conocida
con el nombre de Mamá Rosa, quien sirvió como esclava hasta la ancianidad en la casa de una familia de la aristocracia limeña, hacia el año de 1810.

Mamá Rosa dijo ser princesa en su país natal y se convirtió en La Reina de los Mandingas en Lima y se alzaba como tal en la cofradía donde participaba con los mandingas y otros de diferentes nacionalidades, castas o tribus africanas. Allí mostraba su realeza. Las reuniones de estas nacionalidades se efectuaba en el barrio de San Lázaro todos los días domingo por la tarde para tratar asuntos de interés común y además de ocuparse de los asuntos religiosos impuestos por los españoles, discutían sobre la situación material y espiritual de cada esclavo. Lo primero estaba ligado al sufrimiento por el trato inhumano de los amos hacia el esclavo para lo cual la Cofradía organizaba una colecta para comprar la libertad del esclavo maltratado. En lo espiritual, en la Cofradía, se remontaban a su Africa que extrañaban por medio de sus danzas, canciones y rituales. Era en ese lugar donde los hijos y/o hijas de la realeza recibían los honores de Rey o Reina de la Cofradía.

Así, cada domingo por la tarde, Mamá Rosa, tuvo su trono entre los Mandingas, vestida de manera impresionante, llena de joyas prestadas, adornada con multicolores flores artificiales plumas, otros adornos y un cetro de plata que le había regalado su amo. Así, convertida en Reina, era conducida en hombros y con anda "desde la casa de su amo por un cierto número de gente negra a la cofradía" (Manuel Fuentes). En la Cofradía los negros "le dedicaban canciones africanas que retumbaban al son de un tambor grande hecho con piel de chivo y una matraca de quijada de asno."

Esa era Mamá Rosa, quien después de cumplir sus tareas, en el ocaso del día, recibía la visita de us connacionales que llegaban para recibir su bendición y besarle la mano.

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