Las drogas ilegales que más usan los individuos altamente eficientes
Un estudio llevado a cabo en Australia muestra que el uso de
drogas no necesariamente implica problemas de adicción, dependencia y
ruptura social: miles de personas social y económicamente
funcionales utilizan sustancias ilegales como parte de su vida cotidiana.
funcionales utilizan sustancias ilegales como parte de su vida cotidiana.
El usuario promedio de drogas no es
un vagabundo junkie de Baltimore con la vida destrozada por años de
abuso de crack: podría ser tu maestro de la universidad, la cajera del
banco, tu mejor amigo o alguien como tú. Un nuevo estudio llevado a cabo
en Australia ha revelado que más gente de la que se pensaba usa drogas
ilegales en su vida cotidiana.
Contrario a las asociaciones populares
que ligan el uso de drogas a comportamientos antisociales y al alza del
crimen como producto del tráfico de sustancias, tenemos casos como el de
“Simon” (alias), un trabajador universitario que se levanta cada día a
las 5:30 am para hacer yoga antes de ir a su trabajo; una persona
ocupada, como la mayoría de nosotros, que usa “drogas un par de veces al
mes”, dice, sobre todo “alucinógenos y MDMA.”
“Soy una persona razonablemente sana”,
continúa Simon, “me cuido todo el tiempo, y probablemente no soy el tipo
de persona que las agencias antidrogas tienen como el estereotipo de
drogadicto.” Y es que fuera de su gusto por usar cannabis un par de
veces al mes, Simon, como millones de personas en el mundo, recurre
sobre todo al alcohol, al tabaco, al café y en algunas ocasiones a
drogas de prescripción para regular sus niveles de estrés, para
socializar o simplemente para relajarse después de una larga jornada de
trabajo.
Y es que la Global Drug Survey (Encuesta
Mundial de Drogas) aplicada este año en Australia con la colaboración
de la agencia Fairfax Media hace un ajuste sobre los hábitos de consumo de drogas muy diferente al que los medios y los políticos suelen hacer.
El estudio fue aplicado a 6,600
voluntarios australianos, de los cuales la mayoría son personas
heterosexuales, con buen estado de salud en general y con una buena
educación, de raza anglosajona, con un ingreso medio superior a los $100
mil dólares anuales. El GDS es el mayor estudio de su tipo aplicado en
Australia, y reporta que al menos dos tercios de las personas
entrevistadas utilizaron algún tipo de sustancia ilegal el año pasado,
45% de ellos durante el último mes.
El GDS está dirigido por el doctor Adam
Winstock, un psiquiatra especializado en adicciones que vive en Londres.
“He pasado mi vida trabajando con un grupo de usuarios de drogas, los
cuales parecen ser el único grupo en que el gobierno está interesado. Es
el grupo cuyas vidas han sido destrozadas por las drogas, pero es una
pequeña minoría”, señala.
En conjunto con la encuesta, el doctor Winstock inició la página drugsmeter,
un sitio que permite retroalimentación sobre los hábitos de consumo de
los usuarios de drogas. Con el cambio en la perspectiva demográfica
propuesta por el estudio, Winstock cree que necesitamos “comezar a
pensar en basar nuestras políticas y servicios alrededor del 80 o 90 por
ciento de los usuarios de drogas”, y no sólo de la pequeña minoría con
fuertes problemas de adicción.
Winstock va tan lejos como para afirmar
que estudios posteriores podrían demostrar que esta tendencia verificada
en Australia podría mantenerse constante en otras partes del mundo: el
usuario promedio es tu vecino, madres y padres responsables, estudiantes
universitarios con buenas notas, etc.
¿Pero qué usan los “drogadictos
cotidianos”? La encuesta indica que las drogas más utilizadas son la
marihuana, el LSD, y para sorpresa de nadie, el alcohol y el tabaco,
sustancias legales que también fueron señaladas como las sustancias
“menos satisfactorias”. Las más satisfactorias para los voluntarios del
estudio fueron el MDMA (éxtasis) y el LSD. De la muestra analizada, sólo
el 5% ha tenido algún problema con las autoridades (alguna detención
menor) y, de nuevo para sorpresa de nadie, sólo han terminado en el hospital los bebedores frecuentes, luego de ingerir un promedio de 12 tragos o medidas de alcohol.
La panacea de la legalización
A pesar de que
suponemos que el estatus ilegal de las drogas es lo que mantiene
alejadas a la gente de ellas, en realidad su legalización tendría poco
impacto en los hábitos de consumo, según el director del National Drug
and Alcohol Research Centre de Australia, la profesora Alison Ritter.
El mismo estudio cuestionó a los
voluntarios sobre qué pasaría si pequeñas cantidades de droga estuvieran
disponibles de manera legal; muchos dijeron que el estatuto legal no los haría cambiar realmente sus patrones de uso:
15% dijo que usaría más drogas, y 25% que beberían menos alcohol. Y es
que las bebidas alcohólicas, a decir de Ritter, siguen siendo el mayor
problema, al menos en Australia.
Para la investigadora existe un gasto
absurdo en las políticas antidrogas cuando, en realidad, el problema
parecen ser las sustancias legales: “Sabemos que dar tratamiento
accesible y apropiado para alguien requiere mucho trabajo, pero en vez
de eso invertimos substancialmente menos en servicios de tratamiento
[rehabilitación] que en vigilancia.”
A decir de Ritter, la cultura y la
historia del alcohol están tan arraigados en nuestras sociedades que
este juega un rol muy importante en los hábitos de la gente. “Por ello
no puedes decir que si la cannabis fuera legal, por ejemplo, 80 o 90% de
la población la usaría”, simplemente porque la disponibilidad de las
drogas no determina su uso: la cultura sí.
Gino Vumbaca, director ejecutivo del
Australian National Council on Drugs, afirma que la experiencia
histórica con el alcohol aporta una pauta importante sobre cómo no legalizar una droga.
“A veces la gente no se da cuenta de los patrones que están
desarrollando sino hasta que es demasiado tarde”, afirma. Además del
alcohol, dice Vumbaca, el tabaco es el causante de los mayores problemas
de salud, problemas que se reflejan en el presupuesto destinado al
sector salud. Sin embargo, los gobiernos siguen enfocados en los
usuarios de drogas que en general no desarrollan problemas de salud tan
graves como el alcoholismo o los diversos tipos de cáncer producidos a
causa del uso del tabaco.
“Es muy fácil deducir”, continúa
Vumbaca, “que sólo porque el alcohol es legal nos muestra los problemas
que legalizar una droga podría provocar, pero lo que nos muestra es cómo
no debemos hacerlo.” A favor de este punto, basta recordar los
sangrientos años de la prohibición del alcohol en Estados Unidos en la
primera mitad del siglo XX, lo cual sólo dio como resultado el
nacimiento de los gángsters modernos como Al Capone, antecedente directo
de las actuales organizaciones criminales. De este caso podemos
aprender que las leyes no determinan las prácticas sociales de las
personas: una ley regula lo que la gente hace, pero no puede decirles
qué hacer o no hacer.
El problema del uso de drogas es
sumamente complejo y su solución será parte de los retos para el siglo
XXI en todas las sociedades industriales. Lo cierto es que mantener las
drogas en un estatuto de ilegalidad es consecuencia también de la
insuficiente información respecto a las consecuencias de su uso, así
como de los tabúes y estereotipos asociados y perpetuados por los
gobiernos y los medios de comunicación.
Mantener las drogas como ilegales,
además, permite movilizar grandes cantidades de presupuesto en combate
al narcotráfico mientras drogas de prescripción como los antidepresivos,
además de sustancias legales como el alcohol y el tabaco, siguen
provocando los mayores problemas de salud.
Con información del Brisbane Times.
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