Si tan sólo 1/4 de la población mundial
dejara de consumir estos alimentos, la obesidad y presencia de otras
enfermedades caería en 50%. Su valor nutricional es nulo si no tóxico,
además de que su
consumo produce precursores para enfermedades
autoinmunes.
1. Trigo
La medicina tradicional suele evitar
hablar de los nocivos efectos del trigo en el sistema: puede producir
enfermedades cardiacas, cataratas, diabetes, artritis y acumulación de
grasa. Su función histórica para la primera revolución económica
ocurrida 8 siglos antes de nuestra era con la aparición de las
sociedades agrícolas. Sin embargo, el agrocultivo moderno ha deteriorado
la calidad del grano a tal punto que el consumi de trigo conlleva más
peligros que ventajas debido a su alto contenido de insecticidas.
2. Soya
La percepción generalizada de la soya
como un alimento nutritivo e incluso dietético no pasa por la
consideración de que al menos 95% de la soya que encontramos en estado
puro, en bebidas y sustitutos de carne para vegetarianos ha sido
genéticamente modificado, además de tener uno de los índices más altos
de pesticidas en cualquier comida disponible de la actualidad.
La soya hace que el estrógeno en los
hombres aumente de 6 a 8 veces más allá de lo normal. Su consumo puede
bloquear la absorción de minerales como el calcio, magnesio, cobre,
hierro y zinc. Al igual que con el trigo y otros cereales, las empresas
productoras de soya gastan millones de dólares en producir una imagen
atractiva al consumo de estos productos; pero el fin es económico, no de
salud.
3. Maíz
El segundo cereal con mayor modificación
genética es el maíz. El peligro actual del maíz es que la hibridación
de las cepas modificadas afecte a los cultivos naturales, en una cadena
entrópica devastadora. Los productos de maíz también son peligrosos para
la salud, no solamente en forma de masa sino en jarabe de maíz, el cual
se realiza primordialmente de maíz modificado genéticamente, con el riesgo de provocar resistencia a la insulina, diabetes, hipertensión arterial y aumento de peso.
4. Comida procesada
Debido a sus altos niveles de sodio, la comida procesada estuvo involucrada en 2.3 millones de muertes
por ataques al corazón, infartos y otros problemas cardiacos alrededor
del mundo en el 2010. En este rubro se enmarca la comida rápida, de
microondas o chatarra, las cuales pueden provocar esclerosis múltiple,
alopecia (calvicie) y asma.
Toda comida empacada que contenga
conservadores como sal, azúcar, lecitina de soya, gelatina, benzoato de
sodio, sorbato de potasio, polisorbato 80, goma de xanta, aspartame,
nitratos de sodio o similares deben ser evitados, lo que equivale en la
práctica a evitar cualquier alimento enlatado o empacado.
5. Harinas refinadas
La mayoría de las harinas se derivan de
cereales de grano entero, las cuales pasan por un proceso de refinado
para hacer pan. Los procesos actuales de molido ponen las semillas a una
temperatura tan alta que remueven hasta el 90% del contenido
nutricional de la fibra, dejando solamente la cáscara. Además de esto,
las harinas están hechas con los cereales descritos anteriormente, que
provienen a su vez de cultivos modificados genéticamente (otra
delicadeza de Monsanto.)
La mayoría de la gente que deja de
consumir harinas refinadas (sea en forma de pan, galletas o pasta)
experimenta reducción de diversos dolores en el tracto digestivo así
como inflamación en menos de 30 días.
6. Carne procesada
Más del 70% de la carne que se consume en EU, Canadá y muchos otros países está tratada con monóxido de carbono
como conservador, un gas sumamente venenoso. Además de la conservación
está el asunto de las hormonas y vacunas utilizadas en la industria
ganadera. Los antibióticos administrados al ganado para prevenir y curar
enfermedades comunes han resultado tan violentos que parte de esa dieta
médica está terminando en nuestros platos día tras día.
La ingesta de carne procesada puede aumentar en un 40% el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
Virtualmente cualquier tipo de carne de res o pollo que esté disponible
en el supermercado, a menos que se trate de orgánicos, ha pasado por un
proceso de administración de hormonas, vacunas y alimentación con
cultivos llenos de pesticidas.
7. Lácteos convencionales
En teoría, los mamíferos no deberían
consumir otro lácteo que la leche materna, y eso solamente durante los
primeros meses del crecimiento. Los entusiastas de la leche bronca
(leche sin pasteurizar) la han defendido durante años: la pasteurización destruye
enzimas, disminuye el contenido vitamínico, destruye las vitaminas C,
B12 y B16, mata todas las bacterias benéficas, produce cólicos,
problemas de crecimiento, osteoporosis, artritis, enfermedades cardiacas
y cáncer.
La leche bronca, de hecho, parece
prevenir muchas de estas enfermedades. Sin embargo la política y la
economía tienen que ver más con nuestro hábito de consumo de leche que
la nutrición. EU, por ejemplo, es uno de los mayores productores de
leche, pero uno de los países que menos la consume. Con el descenso del
consumo, la industria lechera trata por todas las vias de eliminar a los
productores de leche bronca, que les disputan un mercado cada vez
menor.
La leche bronca producida en granjas
orgánicas es más saludable debido a la alimentación y condiciones de
vida de las vacas. Por añadidura es recomendable eliminar de la dieta
los yogurts, el helado, queso y cualquier producto derivado de la leche,
aún estando fermentados, si provienen de leche pasteurizada. Si
consumes alguno de ellos, trata al menos de eliminar los demás.
Más allá de lo que decidas o no comer, cuestiona el origen de la
comida que traes a tu vida. En ocasiones la comodidad o la
disponibilidad nos hacen pensar que la carne o las verduras aparecen
espontáneamente empacadas en los supermercados o que se materializan
congeladas, como por arte de magia. Pregúntate dónde estuvo lo que estás
a punto de llevarte a la boca: es tu comida, ¿a quién puede interesarle
más que a ti?
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