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2 dic 2013

BASURA BAJO LA ALFOMBRA

Cortesia Revista Valverde.

POR MARIELLA PATRIAU
mariella.patriau@revistavelaverde.pe
Este nuevo mamarracho que debimos soportar el pasado viernes en el Congreso tiene una sola explicación: todos los partidos y grupos políticos (entiéndase oficialistas, oficiosos, o de oposición) están metidos en la misma mu­grosa alcantarilla.
Todos tienen idéntico el rabo de paja, oculta la prueba del delito, santificado el pecado y la doble moral.
Por eso, les da terror soltar pren­da, y todos quieren –como el gato del despensero– ser parte de esa
especie de carabina de Ambrosio que será la comisión investigadora del caso López Meneses.
La nota que publica esta sema­na Velaverde, incluye datos e indi­cios que apuntan, en primer lugar, a que el almirante José Cueto no es­taría diciendo ni un ápice de lo que realmente sabe y, en segundo lugar, a un hecho que explicaría con cla­ridad la actitud trastornada y tur­bia del Congreso: desde el teléfono a nombre del “taxista” Francisco Lara no solo se llamó a altos man­dos policiales. También se habría contactado al ministro de Defensa, Pedro Cateriano; al ex viceministro de Orden Interno del Ministerio del Interior, Iván Vega Loncharich; al presidente del Congreso, Fredy Otárola; al ex ministro de Defensa y congresista oficialista, José Urquizo; al director de la PNP, Jorge Flores; a la presidenta de la Comisión de Inteligencia del Congreso, Ana María Solórzano; al jefe de Inteligencia de la PNP, Jorge Céspedes; y al director de Migraciones, Édgar Reymundo. Entre otros.
Todos personajes vinculados de manera directa y pro­funda con el poder del actual Gobierno.
Esto nos ayuda a entender una vez más el sospechoso silencio del presidente Humala y la inusitada rebeldía del almirante Cueto ante sus superiores políticos. La orden es: callarlo todo. Mentir sin empacho. Aquietar las aguas servidas donde navega prácticamente toda la clase polí­tica de este país.
Y una vez que las aguas estén quietas, arrastrar hasta la superficie fétida del pozo séptico a los que convenga sacrificar: oposición, pseudo-oposición, desertores polí­ticos o cualquiera que sirva para entretener a la opinión pública, que ya bastante idiotiza­da se encuentra con el llanto de Tilsa y la cabeza caliente del ‘loco’ Vargas.
¿Y el fujimorismo? Brillante como siempre en su papel de le­gitimar medias verdades. Sabios, como pocos, en el arte de la alqui­mia moral, ahora dan lecciones de antimontesinismo. Y se oponen, por supuesto, a que se investigue desde 1990.
¿Y el aprismo? Disciplinado, por supuesto, en su afán de blin­dar a Alan García, utiliza ahora el arma López Meneses para vengar las afrentas de la Megacomisión. Aunque tampoco le conviene que se investigue nada, porque de in­mediato saltan los Mantillas, las donaciones y visitas al Comando Conjunto y otras perlas.
¿Y el toledismo? Los mismos sucios intereses de tapar o destapar el desagüe, según convenga a la agenda ne­gociadora sobre el caso Ecoteva. Jugaría de integrante oficioso en la comisión, y guardaría su as bajo la manga para salvar y limpiar en el momento preciso a su despres­tigiado líder.
Todo hiede a lo mismo. Si se llega a conformar esta comisión investigadora, no será más que una coarta­da falaz, un nuevo pacto inmoral de la infame política peruana.

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