POR MARIELLA PATRIAU
mariella.patriau@revistavelaverde.pe
Este nuevo mamarracho que debimos
soportar el pasado viernes en el Congreso tiene una sola explicación:
todos los partidos y grupos políticos (entiéndase oficialistas,
oficiosos, o de oposición) están metidos en la misma mugrosa
alcantarilla.
Todos tienen idéntico el rabo de paja, oculta la prueba del delito, santificado el pecado y la doble moral.
Por eso, les da terror soltar prenda, y
todos quieren –como el gato del despensero– ser parte de esa
especie de
carabina de Ambrosio que será la comisión investigadora del caso López
Meneses.
La nota que publica esta semana Velaverde,
incluye datos e indicios que apuntan, en primer lugar, a que el
almirante José Cueto no estaría diciendo ni un ápice de lo que
realmente sabe y, en segundo lugar, a un hecho que explicaría con
claridad la actitud trastornada y turbia del Congreso: desde el
teléfono a nombre del “taxista” Francisco Lara no solo se llamó a altos
mandos policiales. También se habría contactado al ministro de Defensa,
Pedro Cateriano; al ex viceministro de Orden Interno del Ministerio del
Interior, Iván Vega Loncharich; al presidente del Congreso, Fredy
Otárola; al ex ministro de Defensa y congresista oficialista, José
Urquizo; al director de la PNP, Jorge Flores; a la presidenta de la
Comisión de Inteligencia del Congreso, Ana María Solórzano; al jefe de
Inteligencia de la PNP, Jorge Céspedes; y al director de Migraciones,
Édgar Reymundo. Entre otros.
Todos personajes vinculados de manera directa y profunda con el poder del actual Gobierno.
Esto nos ayuda a entender una vez más el
sospechoso silencio del presidente Humala y la inusitada rebeldía del
almirante Cueto ante sus superiores políticos. La orden es: callarlo
todo. Mentir sin empacho. Aquietar las aguas servidas donde navega
prácticamente toda la clase política de este país.
Y una vez que las aguas estén quietas,
arrastrar hasta la superficie fétida del pozo séptico a los que convenga
sacrificar: oposición, pseudo-oposición, desertores políticos o
cualquiera que sirva para entretener a la opinión pública, que ya
bastante idiotizada se encuentra con el llanto de Tilsa y la cabeza
caliente del ‘loco’ Vargas.
¿Y el fujimorismo? Brillante como
siempre en su papel de legitimar medias verdades. Sabios, como pocos,
en el arte de la alquimia moral, ahora dan lecciones de
antimontesinismo. Y se oponen, por supuesto, a que se investigue desde
1990.
¿Y el aprismo? Disciplinado, por
supuesto, en su afán de blindar a Alan García, utiliza ahora el arma
López Meneses para vengar las afrentas de la Megacomisión. Aunque
tampoco le conviene que se investigue nada, porque de inmediato saltan
los Mantillas, las donaciones y visitas al Comando Conjunto y otras
perlas.
¿Y el toledismo? Los mismos sucios
intereses de tapar o destapar el desagüe, según convenga a la agenda
negociadora sobre el caso Ecoteva. Jugaría de integrante oficioso en la
comisión, y guardaría su as bajo la manga para salvar y limpiar en el
momento preciso a su desprestigiado líder.
Todo hiede a lo mismo. Si se llega a
conformar esta comisión investigadora, no será más que una coartada
falaz, un nuevo pacto inmoral de la infame política peruana.
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