Gustavo Carrion Zavala.
Guardo un escrupuloso respeto por las opiniones de Pedro Pablo
Kuczynski en materia económica, política y protección de recursos
hídricos. No puedo decir lo mismo de su reciente opinión, que de ser
gobierno fusionaría los ministerios de Interior y Defensa, con fines de
lucha contra la inseguridad. Y no puedo estar de acuerdo por las
siguientes consideraciones:
Las fuerzas armadas tienen una
finalidad constitucional, absolutamente vinculada a la defensa de la
integridad territorial y la soberanía nacional, que resulta ser común a
las fuerzas armadas en el mundo. Por tanto sus miembros son formados
como combatientes que deben oponerse a los hipotéticos enemigos del país
y que deben ser dotados de la consecuente agresividad que les permita
imponerse a quienes pretendan ofender la heredad nacional. Son en
esencia profesionales de la guerra
Las policías en el
mundo se organizan para mantener la indemnidad de las personas en su
vida, bienes y ejercicio de libertades y derechos. Ergo los policías
deben ser formados como promotores de la convivencia pacífica y ordenada
desempeñándose en las esferas preventiva, disuasiva, control y
reactivas, que posibiliten una vida ciudadana ordenada al evitar las
conductas anómicas, desalentar a quiénes pretendan violar las normas,
perseguir a quiénes finalmente deciden ser violadores del orden legal y
recuperar la normalidad cuando se presenten alteraciones en el orden
público. Son en suma, profesionales de la paz.
Es
probable que PPK, se haya sumado a esa idea equivocada que ubica a la
policía como parte del aparato militar del país, idea que se mantiene
vigente y que provoca que la formación de los actuales policías tenga
una marcada impronta militar.
Estamos de acuerdo con los
que sostienen que debe refundarse la policía nacional, pero esta
refundación debe sostenerse en la afirmación de la verdadera identidad
de la institución policial, que no debe ser otra que la organización que
cumple una función ciudadana, al servicio de la ciudadanía y que ella
misma es parte de la urdimbre social.
En los últimos
tiempos, se ha incorporado en la teoría el concepto comunitario de la
función policial. Y digo en la teoría, porque resulta sumamente difícil
que el concepto, más allá del debate, forme parte de la actuación de
policías formados militarmente e inmersos en ese maniqueísmo
militar-civil que los aleja de la ciudadanía, que es la razón principal
de su existencia.
El problema no es singularmente peruano. En
Colombia se viene discutiendo la formación del ministerio de la
seguridad ciudadana, que absorbería a la policía nacional, actualmente
ubicada en el ministerio de Defensa. Las primeras voces discrepantes
frente a esta posibilidad han surgido del colegio de oficiales generales
y de la asociación de ex directores generales de la policía. Esto nos
dice que el mayor arraigo de las formas militares en la policía se ubica
en los altos mandos, ante la convicción que la verticalidad militar es
la mejor forma de afirmar el mando, esta posición en sociedades
democráticas es altamente debatible. Creemos que es el momento de
incidir en la formación profesional policial de los agentes, relativizar
la formación militar, que actualmente ocupa la mayor parte del período
formativo y migrar hacia una organización identificada con la función
ciudadana que cumple.
Debemos recordar, que los grandes logros
contra el crimen organizado, especialmente terrorismo y narcotráfico, se
dieron con trabajos de paciente pesquisa policial y que los últimos
sucesos de afectación a poblaciones civiles por parte de las fuerzas
armadas (Mazangaro), obedece básicamente a que los miembros de estas
instituciones están formados para la guerra.
El tema da para un
prolongado debate, pero en inicio, considero un despropósito mezclar
profesionales de identidades distintas y que resulta contraproducente
“militarizar” a la policía y a la vez “policializar” a las fuerzas
armadas.
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