Por Jorge Mansilla N.
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LA SILENCIOSA CRISIS QUE AFRONTA:
El ciudadano
común y corriente, es consciente, sabe y conoce de sobra que no es
ninguna novedad que el Poder Judicial sufre una crisis permanente. En el
papel, es un poder del estado, autónomo e independiente; pero lo real
es que es un poder mediatizado, una institución fundamental del Estado,
que siempre ha estado sometida al poder político. El problema no es solo
la falta de recursos, lo que origina recarga procesal, lentitud de los
procesos; el gran problema es la idoneidad de los jueces, la calidad de
la administración de justicia. Aunque no se puede generalizar,
la mera verdad es que hoy tenemos jueces supuestamente más calificados,
con doctorados, maestrías, diplomados; pero se evacuan fallos
lamentables, resoluciones que ofenden la inteligencia ajena, el sentido
común. No necesariamente porque los desaguisados los evacuan los propios
jueces, sino porque ellos no revisan lo que los secretarios o el
personal de apoyo (que es escaso) trabajan o resuelven, auxiliares de
justicia, que muchas veces son los que de manera sacrificada, enfrentan
las rumas o la gran cantidad de expedientes por resolver o porque la
corrupción termina torciendo el derecho y la justicia de manera grosera y
grotesca.
En mi ya dilata experiencia, he tenido resoluciones como aquella que rezaba que la madre no tiene "legítimo interés" para
demandar la filiación matrimonial de su hijo con respecto a su difunto
esposo con quien estuvo ocho años casada y tuvo otros hijo anteriores. Y
mejor lo dejo allí, porque por decir que esa resolución era "preburricadora" y no prevaricadora me sancionaron; porque aunque el dicho reza de que "el cliente se va y el juez se queda" mi
espíritu quijotesco siempre ha defendido lo que se tenía que defender
aunque me cree una enemistad con el juzgador y finalmente, porque
-para no desviarme del tema- el asunto es retratar la crisis silente en
la que se vive hoy en día. Crisis que nace de la demagogia, el
oportunismo y de esa proclividad de nuestra clase dirigente, de dar a la
ciudadanía imágenes de lo que no se es, como la de crear una nueva
corte sin tener dinero ni financiamiento para ello.
El Consejo Ejecutivo del Poder Judicial ha creado la Corte Superior del Cono Este,
con 87 órganos jurisdiccionales; supuestamente para descentralizar la
administración de justicia. Para que el ciudadano piense que el Poder
judicial avanza, se descentraliza, se acerca al pueblo y se adapta a las
nuevas tecnologías, lo cual es relativamente cierto. Pero en lugar de
crear estos juzgado o esta nueva corte con recursos propios, contratando
nuevos trabajadores, lo que se ha hecho es desvestir a un muerto para vestir a otro.
Y la solución ha sido desactivar una serie de juzgados en Lima, re
ubicar ilegal y arbitrariamente personal, trasladar equipos y crear un
caos generalizado en la administración de justicia, porque los
expedientes de los juzgados desactivados, hasta ahora no tienen juzgado y
eso genera que los procesos estén detenidos. A esa penosa situación, se
suma el hecho de que hace varias semanas, están malogrados los
servidores, no se reciben demandas, solo se reciben recursos con término
y las colas de gente pretendiendo dejar escritos, son largas en el
Edificio Alzamora Valdez; donde adicionalmente, no hay ninguna previsión
de Defensa Civil en caso de un sismo y el panorama es estresante,
porque hay una grita permanente por la saturación de gentes y la demora
en las colas.
A la fecha no
hay ni siquiera papel y las resoluciones se hacen en papel reciclado.
Hay una significativa demora en evacuar sentencias y resoluciones, en
notificarlas. No hay solución al problema de los servidores malogrados. Y
para mayor abundamiento, la tregua laboral del SUTRAPOJ ya se cumplió y
si no se van a la huelga, es porque los trabajadores deben todavía
horas de la huelga anterior y son conscientes del daño que esto
generaría. En una realidad como esta, muchas veces los abogados son los
que pagan los platos rotos, porque la demora, el letargo es visto por
el justiciable como falta de acción, como incapacidad. Al final se trata
de un sistema perverso que perjudica al justiciable y que hay que
denunciarlo. Aunque solo sea para desfogar nuestra frustración
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