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24 sept 2014

LA MUERTE POLITICA DE ALAN GARCIA Y EL OCASO DEL ALANISMO


Ocaso y decadencia del alanismo. La muerte política de Alan García.

1.- Alan García ya no tiene futuro en la política peruana. Hablar del alanismo y de su jefe en la política actual es hablar de un título depreciado, un valor artificioso. Es una burbuja alimentada por una falsa vitalidad fabricada desde los predios de una prensa venal y mentirosa en manos de quienes


disfrutaron del opíparo y presupuestívoro banquete en su gobierno.

2.- Alan García ha cometido suicidio político. En vez de dar la cara y enfrentar a sus detractores con la verdad y con la entereza de saber que la razón está de su lado, apela a su red de cómplices y aliados para impedir –nuevamente- que el pueblo peruano conozca la verdad. Ese personaje ya no es un guerrero de la política ni un adalid al cual hacen temible sus palabras impregnadas de verdad y de valentía.

3.- Las causas por las cuales Alan García ha caído en el descrédito y extinción política son atribuibles única y exclusivamente a su persona. Fue él quien otorgó los narcoindultos y fue él quien liberó violadores. Fue él quien firmaba como doctor y declaraba tener un Doctorado por la Complutense. Fue él quien ordenó la sumisión de los congresistas del APRA al lumpen fujimorista y fue él quien ordenó la alianza con el inmundo castañedismo. Mientras al actual mandatario no le tembló la mano para hacer cumplir la ley aunque se tratase de su mismísimo hermano, Alan García desvió la mirada e hizo cuanto estuvo a su alcance para inmiscuirse en las investigaciones y desviar la aplicación de las leyes en los casos de corrupción rampante en sus dos gobiernos.

4.- No es posible identificar en el alanismo a algún grupo animado por un ideal generoso, desinteresado y comprometido con el ideal republicano y defensa de los intereses nacionales, tal cual fue siempre el credo del aprismo. En cambio, Alan García ha llevado toneladas de descrédito sobre el aprismo y ha hecho hasta lo incansable para que sean sus allegados y socios los que trepen hacia la cúspide de la Administración estatal para desde allí propagar y perpetrar los grandes negociados.

5.- El Perú del presente y del futuro necesita magistrados impregnados del ideal republicano, autoridades que no violen la Constitución excusándose en que no se ha cometido delito; que no repartan los cargos de ministros a sus socios de negocios y que no negocien la institucionalidad con acuerdos favorables a la impunidad.

6.- El edificio vetusto y carcomido del alanismo debe desaparecer para dejar paso a quienes sí están en capacidad de renovar el mensaje y la práctica del aprismo y puedan ofrecerle nuevamente al Perú un reto digno de calificarse como un proyecto nacional de regeneración de las energías aún latentes. La patria peruana es joven, está pletórica de energías y el mejor momento todavía aún no ha llegado. Dentro de la vastedad de la historia peruana y del aprismo, el capítulo del alanismo sin duda alguna es uno de los más vergonzosos.

7.- Permanece en pie lo que dijera González Prada y que es perfectamente aplicable al personaje que intenta sin decoro huir de la responsabilidad a que sus actos lo han conducido: “Los árboles viejos ya dieron sus frutos amargos. Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra”

8.- Es hora que la historia del Perú busque entre las figuras emergentes alguien que resuma en sí la virtud, la honestidad y el respeto a sus conciudadanos. Alguien que no dilapide la buena fe y que no sea un pagado de sí mismo, quintaesencia de una barata y vil grandilocuencia. Alguien que con autenticidad enarbole las banderas de la inclusión, de la peruanidad y que por fin pueda consolidar y culminar la construcción del Estado-nación peruano.

Un nuevo Perú necesita un nuevo liderazgo y como dijera el buen Jesús: “No se puede echar vino nuevo en odre viejo”

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