Carlos Aguilar Davila.
Hace ya cerca de cuarenta años de que fui bendecido con la gran suerte de acceder a integrar las filas de de la Policía, y desde esa época para adelante; siempre ha estado presente en mi vivir, como tal; el ánimo de Reformas y Contra-Reformas a la Institución. Teniendo como gran punto de sustento para esta labor de la clase política; que son quienes, para nuestra mala suerte, siempre las han efectuado; la
supuesta carencia de técnicas, métodos y formas adecuadas de trabajo para el cumplimiento de la misión y función policial.
A ello se suma, la innegable presencia de cada vez mas frecuentes actos de corrupción cometidos por algunos malos integrantes; esto hace que, como una medida psico-social de levantamiento de imagen de los indicados políticos, con el fin de granjearse la aceptación de la opinión pública, prometan primero en sus campañas electorales grandes cambios estructurales para eliminar estos males en la Policía. Luego de haber triunfado en los procesos electorales, las ejecutan; como una de sus primeras medidas, pero las acciones que realizan son totalmente carentes de sustento técnico-científico-social, que hace que dichos procesos, no sean coherentes con la realidad, lo que los hace por desgracia siempre, fracasar; por tal razón nos constituimos en cobayas, para sus experimentos.
El problema de esta acción; es que, transcurrido poquísimo tiempo, después de adoptarse “sus acertadísimas medidas para reformar la Policía”; el tiempo, impecable e implacable Juez; se ha encargado de demostrar, en la realidad; que han sido totalmente desatinadas, carentes totalmente de algún tipo de sustento; resultando por desgracia en éste caso, verdadera la afirmación de: “Que el remedio; resulto peor, que la enfermedad”. Solo se habrán tratado de medidas efectistas y de maquillaje, realizadas con afán de “figuretismo” de algún trasnochado político, embriagado; por lo efímero del poder, que en ese momento detenta.
Es una verdad, más grande que una Catedral, que la Policía Peruana, ha llegado a este estado, por culpa de Comandos, genuflexos y termo céfalos, acostumbrados casi por desgracia, en su gran mayoría salvo rarísimas y honrosas, a seguir a pie juntillas la equivocada política de “CHI-CHEÑO” (presionados, tal vez por la “espada de Damocles”, que pende diariamente sobre su cabeza; tan o mucho más siniestra, que la invención del Dr. Guillotine). Hay que recordar, que parece ser cierta la afirmación de que la única preocupación que parecen tener; es atornillarse en el sillón de Director o Comandante General
“La famosa Renovación de Cuadros”, se utiliza con cada vez mayor frecuencia, por la clase política y Comando del momento, a fines de año, para eliminar a aquel personal, que resulten incómodo; es el arma favorita de éste mediocre poder, para realizar “razias y redadas” y así poder así eliminar hasta promociones completas; “dizque, que para poder reformar y/o reestructurar, especialmente la gran cantidad de elementos que han deformado la pirámide de Comando”. Pero al final, con el fin de tener áulicos y acólitos, resultan nombrando tantos, o más Cuadros; como los que echaron. Y entre ellos por desgracia; a brillantes policías, que son mesclados con los que verdaderamente no tienen ya futuro y más bien constituyen un lastre.
Tampoco no resulta novedad, que entre la Alta Oficialidad, se hayan perdido principios elementales en la vida castrense, como el Honor, la Lealtad y otros valores. Ya no existe el principio, de que la “Antigüedad, es Clase”. Ahora resulta que el menos antiguo, Comanda y los más antiguos, por entornillarse en sus Despachos, aceptan sumisos, ir contra normas, en las cuales fueron formados.
Hay que reconocer hidalgamente; que no se supo estar al lado del avance de la ciencia y la tecnología, permaneciendo en métodos de trabajo arcaicos y antiquísimos, que ya casi no se utilizan en instituciones similares, en otras partes del mundo. Una de las causas para ello es que en la actualidad encontramos Jefes temerosos a la innovación, que a veces no permiten a sus subalternos cambiar métodos y procedimientos y que prefieren dejar ¡las cosas como están¡ pues esto les permite conservar una serie de prebendas y privilegios. Nos preguntamos; ¿por qué no se ha implementado aun la policía científica que cambie al policía pesquisa, por el policía científico?; ¿Por qué no se ha gestionado ante la clase política, la dación de los Dispositivos Legales que permitan la centralización de los requerimientos de emergencia de cualquier tipo, en una sola Gran Central, en las grandes urbes de nuestro país? ¿Por qué no se emplea, la gran cantidad de profesionales universitarios asimilados al Instituto, en calidad de Peritos (para lo cual previamente hay que gestionar que se les reconozca la calidad de tal), en la formulación de la documentación policial tramitada a la Autoridad Judicial (Fiscales y Jueces), en los casos de transgresiones a la Ley (habiendo permitido que desaparezca nuestro famoso “Atestado Policial”). Los intentos efectuados por algunos brillantes policías, mayormente no han sido apoyados en la medida que merecían, perdiéndose así por desgracia, esfuerzos por mejorar nuestra metodología de trabajo.
A ello se suma, una creciente metástasis de corrupción; que en los últimos tiempos, casi por desgracia; se ha generalizado en todos los estamentos, corroyendo al Instituto de pies a cabeza ¿Es acaso una novedad, que en la gran mayoría de casos; un Jefe, al ser nombrado para comandar una Gran Unidad, lo primero que busca entre sus subalternos directos, es gente de tres tipos; los peones y/o esclavos, que “producen” sin reclamar y sin hacer problemas, los “comisionistas” que son aquellos que trabajan en base a repartir porcentajes, son también conocidos como los “chancheros” y por último los “chupamedias” quienes se encargaran de hacer escuchar al Jefe, lo que él quiera oír y le conseguirán lo que el requiera, para vivir. Otro tema, resaltante es el “Permanecer en el Cargo (atornillarse, como sea en el sillón de la Jefatura); esto, “porque cada minuto que se mantiene el puesto, es oro”.
Esto no es novedad, ha existido en todas las organizaciones humanas. Pero por el bien del Instituto y sus componentes, lo que hay que hacer, es tratar de reducirla a su mínima expresión.
¡No podemos continuar, tapando el sol, con un dedo o mirando a otro lado¡.
Para culminar estas reflexiones, nombraremos; las “mejores” reformas y contrarreformas practicadas a la policía, dizque para mejorarla:
Primer Gobierno de Alan García Pérez, creemos a nuestro particular la peor realizada y la que dio pie para que se politice y quiebre la cerviz de los Altos Mandos (¿recuerdan?; la presentación del Comando Policial con uniformes celestes. La aparición pública, sin que nadie diga nada o replique; de un Vice-Ministro rodeado de una Guardia Pretoriana, formada por personal llamado “búfalos”, que no eran más que civiles, formados en tácticas y técnicas paramilitares, aprovechando o mejor dicho “usurpando” becas destinadas al personal policial, etc. etc.)
Gobiernos sucesivos de Alberto Fujimori Fujimori y su Asesor Vladimiro Montesinos Torres, el “Non Plus Ultra”; en cuanto a la politización y fomentar el servilismo hacia el poder político. El nombramiento, pasar y trabajar en “La Fabrica”; era sinónimo de lograr una rápida carrera ascendiendo meteóricamente y trabajar siempre en puestos expectantes.
Hechos funestos, como los anotados han originado, junto con la inacción de los propios miembros, que la Institución se encuentre en el estado que actualmente está.
Es por ello, que ante los últimos acontecimientos, que medran el prestigio de nuestra Policía, hoy en día volvemos a escuchar los tambores, que anuncian, una nueva; “Refundación”, “Reingeniería”, “Reestructuración”, etc., etc.
Quiera Dios que esta situación se revierta; no solo para el bien de la Policía, sino de la sociedad peruana en su conjunto.
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