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30 mar 2016

La Guardia Civil del Peru en la guerra con Chile.

Por Oscar Loo Lira
Los peruanos tenemos el sagrado e ineludible deber de evocar el valor y la abnegación de nuestros compatriotas que se sacrificaron con heroísmo defendiendo el honor y
la integridad de la Patria. Y lo debemos hacer con altura y dignidad, sin el veleidoso propósito reivindicacionista o de revivir rencores. Los héroes de la guerra, incluyendo a la masa anónima que supo dar todo su esfuerzo y bizarría, supieron dictar una lección moral y cívica de imperecedera validez.

La conmemoración de un aniversario más de la Batalla de Tarapacá, ocurrida un 27 de noviembre de 1879, no solo propicia la evocación de gloriosos episodios, unos, y dolorosos otros, ocurridos durante la infausta Guerra del Pacífico; no solo sirve para exaltar el calificado heroísmo de los peruanos en una contienda innoble y desigual; para rescatar del olvido a figuras singulares y para aclarar conceptos en torno a versiones históricas que es preciso revisar con nuevos enfoques, sino que también motiva serios estudios sobre aspectos que han sido ligera o equivocadamente tratados.

A este último caso se dirige el presente artículo, referido a un tema que no ha sido abordado muy claramente, cual es la significativa, trascendental e inobjetable participación de la Policía en todo el proceso de la conflagración de 1879.

La Policía antes de la Guerra con Chile



Es interesante, dentro de esta investigación que llevamos a cabo, dar a conocer que el progresista gobierno del Presidente don Manuel Pardo y Lavalle (1872-1876), que introdujo notables reformas en la administración pública, demostró especial interés en organizar las fuerzas de Policía, a nivel nacional, dotándolas de una sola Ley Orgánica y de los Reglamentos unificados que requerían y que hicieran eficientes los servicios que prestaban a la población. Así, se acabó con los anticuados cuerpos policiales que hasta esa época servían en Lima y en los demás departamentos del Perú, cada uno con su propio Reglamento particular, que era aplicado al arbitrio de las autoridades provinciales.

Actuando a mérito de una Ley expedida por el Congreso de la República el 7 de abril de 1873, el Presidente Pardo y su Ministro de Gobierno, doctor Francisco Rosas, expidieron los Decretos Supremos de fecha 31 de diciembre de 1873 y de fecha 23 de marzo de 1874, que fueron fundamentales, y después las Resoluciones Supremas de fechas 23 de marzo, 27 de abril, 3, 8 y 12 de mayo, 23 y 25 de junio, 8, 10, 26 y 30 de septiembre y, 9 de noviembre de 1874; y, 9 y 21 de abril y 24 de mayo de 1875, disposiciones legales, todas estas, que se refieren a la creación, distribución en toda la República, Reglamentos de Servicios, de Uniformes, Derechos, Obligaciones, Haberes, Sanciones y otros, de la Guardia Civil y de la Gendarmería, como fuerzas integrantes de la Policía peruana y con jurisdicción en todo el territorio nacional 1.

Los grados jerárquicos eran: Comisario Jefe, Comandante de Guardias, Mayor de Guardias, Inspector de Guardias, Subinspector de Guardias, Guardia de 1ª Clase, Guardia de 2ª Clase y Corneta.

Aunque el Congreso de 1873 había autorizado al Ejecutivo a dar de alta a un efectivo de cinco mil Policías, se inició el servicio con un mil 912 Guardias Civiles y un mil 640 Gendarmes, distribuidos en 19 departamentos de la República, entre los que se contaba la Provincia Litoral de Tarapacá, colindante por el sur con el departamento boliviano de Atacama 2.La Guardia Civil de Arequipa




Hacían cerca de seis años que la Guardia Civil y la Gendarmería prestaban sus servicios en el país cuando Chile le declaró la guerra al Perú el 5 de abril de 1879. Como patriotas, hombres de entereza y expertos en el manejo de las armas, hechos al sacrificio y formados con disciplina castrense, los Guardias Civiles y los Gendarmes, con gran ánimo, se aprestaron prontamente en defensa de la Patria, acudiendo al llamado del Gobierno y uniéndose a las fuerzas del Ejército de Línea, que marchó al teatro de operaciones, y en el que supieron destacar por su valor y heroísmo, llegando hasta el holocausto.

Así, el 14 de mayo de 1879, el Batallón de Gendarmes de Infantería de Lima fue declarado fuerza de línea e integrante del Ejército Peruano, dándosele en ese nuevo estado el Nº 14. Cosa similar ocurrió con la Guardia Civil y la Gendarmería, destacadas en diversas circunscripciones, cuyos efectivos, por no ser muy numerosos, pasaron a refundirse en las Unidades del Ejército. Mencionaremos algunos casos concretos: los Guardias y Gendarmes del Cusco se incorporaron al Batallón "Zepita" Nº 2; los de Puno, al Batallón "Ayacucho" Nº 3, denominado meses después, "Pisagua" Nº 9; y, los Guardias de Cerro de Pasco, a la Columna llamada "Prado", que al integrarse a otra Unidad cambió de denominación.

Como se ve, las fuerzas policiales, propiamente dichas, perdieron temporalmente su identidad y sus miembros fueron considerados, genéricamente, Soldados. De ahí que se haga difícil la ubicación de los efectivos policiales en los diferentes frentes de batalla y a través de toda la secuencia de la guerra.

Hubo, sin embargo, casos particulares en los cuales dichas fuerzas evidenciaron con nitidez su origen y condición, diferenciada de las demás tropas combatientes, como la Columna o Subunidad "Guardia Civil de Iquique", o simplemente "Guardia de Iquique", que comandara el Sargento Mayor Cipriano Soto, uno de los Jefes fundadores de la Guardia Civil de Arequipa en 1874; la Columna "Gendarmes de Iquique", del Teniente Coronel Manuel E. Gómez; y, el Escuadrón "Gendarmes de Caballería de Iquique", al mando del Teniente Coronel Pedro Espejo.

El caso más notable de esta presencia y activa participación de las fuerzas de Policía en la Campaña Militar del Sur lo constituyó la Guardia Civil de Arequipa. Dado el considerable número de sus efectivos -el más grande después de los que contaba la Institución en Lima y el Callao-, y debido al ardor patriótico y celeridad con que actuó el Prefecto de Arequipa, Coronel Alejandro Bezada, se incrementó hasta contar con seis Compañías y, adoptando el nombre de Batallón "Guardias de Arequipa", formó una Unidad propia, individualizada, la misma que de inmediato, escasos días después del 5 de abril, marchó al frente de operaciones al mando del propio Coronel Bezada.

Componían estas fuerzas las dos Columnas de la Guardia Civil de Arequipa, la Gendarmería de Arequipa y de Puno y la Guardia Nacional de Arequipa, las mismas que, poco después, formaron, con el Batallón "Ayacucho", la Tercera División del Ejército Peruano del Sur, cuyo Comandante General era el ínclito Coronel Francisco Bolognesi.

El destino no quiso que el Prefecto arequipeño llegara a enfrentarse al agresor, pues, a poco de su arribo a Iquique, falleció accidentalmente, siendo reemplazado por el Coronel Manuel Carrillo y Ariza.

Un documento inédito de febrero de 1879, que hemos encontrado en el Archivo Histórico Militar del Perú, nos da a conocer los Cuadros de las Columnas "A" y "B" de la Guardia Civil de Arequipa, nunca mencionados antes, y que sin embargo son de una gran importancia histórica por la preponderante actuación que sus efectivos tuvieron durante la guerra, especialmente en la gloriosa Batalla de Tarapacá. Copiamos de dicho documento:

Columna "A", Plana Mayor: Comandante de Guardias, Teniente Coronel Saturnino Benavides; Ayudante, Capitán Ruperto Matos; Capellán D. Manuel María Terán. 1ª Compañía: Inspectores, Capitanes Justiniano Peralta y Melchor Cárdenas; Tenientes José María Bustamante, Mariano Ramírez, Ismael Cuadros y Gregorio Rivera; Subteniente José Yáñez; y, los ciudadanos señores Pedro Manrique y Mariano Arce. 2ª Compañía: Mayor de Guardias, Capitán José M. Ávila; Inspectores, Capitanes Felipe Aragón y Clodomiro Chávez Valdivia; Tenientes Tomás B. Salas y Silverio Ballón; y, los ciudadanos señores José A. Valdivia, Baltasar Paz, Pablo Jordán e Isaac Zumarán.

Columna "B", Plana Mayor: Comandante de Guardias, Teniente Coronel Francisco Vera; Ayudante, Capitán Felipe Tapia. 1ª Compañía: Mayor de Guardias, Sargento Mayor César B. Vela; Inspectores, Capitanes Braulio Camacho, Rudecindo López y Daniel Cuadros; Teniente Santiago Perci; Subtenientes Aniceto Núñez y Manuel A. Chocano; y, los ciudadanos señores Nicanor Cuadros, Luis Gutiérrez y Jerónimo Rondón. 2ª Compañía: Mayor de Guardias, Sargento Mayor José Alvarado; Inspectores, Capitanes Manuel M. Rodríguez y Francisco Morales; Tenientes Juan M. Pérez y Hermenegildo Gonzales; y, los ciudadanos señores Enrique Rosas, Manuel Foulerio y José Carrasco.

Integrando la 1ª Compañía se encontraba quien en la Batalla de Tarapacá se haría famoso por su valor y heroísmo: el Guardia Civil Mariano Santos Mateos.

Durante los bloqueos y ataques a los puertos peruanos por la Marina chilena, la Guardia Civil y la Gendarmería multiplicaron sus esfuerzos para cumplir las funciones que le eran propias y otras que, al colaborar con las autoridades navales y del Ejército, les presentaba tal estado de emergencia. En Iquique, por ejemplo, las instrucciones impartidas por el Capitán de Fragata Manuel Benavides para la defensa de ese puerto peruano señalaban: "La Guardia Civil y la Gendarmería se situarán desde el muelle principal hasta el de Gildemeister, y si por causa de incendio o de defensa se vieran obligadas a dejar sus puestos, ejecutarán la marcha, ya sea a la derecha o izquierda, incorporándose a la División situada en cada extremo de la línea de defensa" 3.

Perdido en el Combate de Punta de Angamos, el 8 de octubre, el poderío naval del Perú, las operaciones bélicas subsiguientes se libraron en tierra, desarrollándose las llamadas Campañas de Tarapacá, de Tacna y Arica, de Lima y de la Sierra. En toda la sucesión de esos enfrentamientos se hallaron presentes los Guardias Civiles y los Gendarmes, junto a sus hermanos, los Soldados del Ejército de Línea, peleando con denuedo, aunque el triunfo no coronara siempre sus sacrificios, regando con su sangre generosa los campos de batalla y muriendo, muchos de ellos, como héroes anónimos, porque sus nombres quedaron olvidados, como abandonados quedaron sus huesos, calcinados por el Sol en los desiertos arenales y en las breñas.

Las nóminas de muertos y heridos, que a veces acompañaron los Partes de Batalla, siempre fueron incompletas. Unos cuantos nombres de Guardias Civiles, sin embargo, sirven para evidenciar su presencia -muy significativa por cierto- en las jornadas de la infortunada guerra y en las páginas de unos pocos libros de historia.

Así, sabemos que en la Batalla de Tarapacá, la Guardia Civil de Arequipa tuvo un Oficial (el Capitán Clodomiro Chávez Valdivia) y 34 Guardias muertos y 30 Guardias heridos; y la Guardia Civil de Iquique, seis Guardias muertos y dos heridos; la Gendarmería de Tarapacá, dos muertos y 10 heridos 4. En la Batalla de Tacna fueron heridos el primer jefe de los Gendarmes de Tacna y el Inspector de Guardias Mariano Santos Mateos 5.

Muchos miembros de la Guardia Civil y la Gendarmería, muertos o heridos en la contienda, fueron confundidos en las nóminas de bajas y los Partes de Batalla con efectivos del Ejército, tanto entre Oficiales cuanto en personal subalterno.

Desarticulados sus Cuadros, después de la Batalla de Tacna o Alto de la Alianza, el 26 de mayo de 1880, la Guardia Civil y la Gendarmería, que habían actuado a órdenes del Coronel Belisario Suárez, se replegaron hacia Moquegua y después a Arequipa, para conformar el Segundo Ejército del Sur, que Piérola encargó organizar al Coronel Andrés Gamarra, y luego al discutido Coronel Segundo Leiva, razón por la cual los efectivos policiales no pelearon bajo el comando del Coronel Bolognesi en la defensa del Morro de Arica.La Policía bajo el comando del epónimo Coronel Francisco Bolognesi


Al pasar a formar parte de la Tercera División del Ejército Peruano del Sur, la Policía tuvo el alto honor de pelear bajo el comando del ínclito Coronel Francisco Bolognesi.

Fue así, a órdenes del futuro Héroe de Arica, que efectivos policiales contribuyeron, con coraje y valentía singulares, con probado y reconocido heroísmo, a conquistar una indiscutida victoria en la Batalla de Tarapacá, en la que un enemigo superior, en número de efectivos y de pertrechos, fue vencido y puesto en fuga, dejando en manos de los nuestros, prisioneros, armamento y trofeos muy estimados.

En el Parte de Batalla que le correspondió redactar al Coronel Bolognesi sobre la acción que le tocó desempeñar a las tropas de su comando, manifestó lo siguiente:


"Viendo que el enemigo continuaba posesionado ventajosamente, se prendió fuego a unas habitaciones, cuya iniciativa fue tomada por los Capitanes D. José Camilo Valencia, del Batallón 2º Ayacucho, y D. Rudecindo López, del "Guardias de Arequipa", con el fin de sacarlos de sus atrincheramientos, lo que condujo a esparcir el pánico en las filas enemigas, poniéndose en fuga, arrojando al suelo sus rifles después de haber sido arrancada de sus manos la Bandera Nacional del Regimiento "Segundo de Línea" por el soldado Mariano Santos, de la 1ª Compañía del "Batallón de Guardias de Arequipa", y tomándose, asimismo, muchos prisioneros, quedando el campo cubierto de centenares de muertos y heridos". 6


A su tiempo, el Jefe del Estado Mayor del Ejército, Coronel Belisario Suárez, consignó en su Parte lo que sigue:


"La 3ra. División del Ejército, si no se hizo como la anterior, centro de operaciones porque no se lo permitió su puesto en la línea, escribió su nombre en esta jornada, de tal suerte que están en su poder un estandarte enemigo, el del “2º de Línea”, tomado por el Guardia de Arequipa Mariano Santos. Muchos de los prisioneros probaron el denuedo de la lucha y la generosidad después de la victoria. El Señor Comandante General, Coronel Francisco Bolognesi, estuvo a la altura de sus soldados que caracterizan a aquellos cuya presencia en las filas enemigas hacían rendir banderas, y el Batallón “Guardias de Arequipa”, por sus certeras punterías, por el orden y serenidad, hizo suyo gran parte del honor de este triunfo en que Columnas de infantes naturalmente señaladas como víctimas de su propio valor evidenciaron una vez más la superioridad del valor y de la disciplina sobre los elementos que pueden oponerle los adelantos de la guerra moderna...". 7


El Coronel Bolognesi estuvo al frente de la Tercera División hasta el 3 de abril de 1880, en que fue designado Comandante General de Arica 8, en cuya defensa se sacrificó gloriosamente, ingresando a la inmortalidad el 7 de junio de 1880 como uno de los más altos exponentes del heroísmo y del amor a la Patria.Inspector de Guardias Mariano Santos: El Valiente de Tarapacá


La honrosa mención del nombre y la hazaña de Mariano Santos Mateos en documentos oficiales tan importantes como los Partes de Batalla, cuyos fragmentos hemos transcrito, constituye un privilegio extraordinario, máxime si el primero de los elogios fue suscrito por el héroe por antonomasia, grande entre los grandes defensores de la Patria: Francisco Bolognesi.

El nombre de ese Policía figuró, entonces, y figura hoy, compartiendo los honores de la victoria al lado de los nombres de héroes de la talla de Bolognesi, Cáceres, Ugarte, Suárez, Sáenz Peña, Recavarren, Abril, Velarde y Seguín.

Así, Mariano Santos, ejemplo de valor y heroísmo, logró brillar con perfiles singulares como auténtico héroe y sobresalir sobre aquel anonimato que generalmente ocurre con los escalones de inferior jerarquía en las acciones de armas, pero sus compañeros de Unidad también se comportaron con bravura sin igual, como lo corroboran los Partes de Batalla de Tarapacá, suscritos por los Coroneles Francisco Bolognesi y Belisario Suárez el 27 de noviembre de 1879.

Con el nuevo grado de Inspector de Guardias Mariano Santos participó en la Batalla de Tacna, el 26 de mayo de 1880, donde resultó gravemente herido.

Desarticuladas las Fuerzas del Ejército aliado, sus Unidades tomaron diferentes direcciones, tocándole al Coronel Andrés Avelino Cáceres enrumbarse con parte de ellas hacia Tarata, Puno y Cusco, con el fin de organizarse para la defensa de la zona central del Perú.

Lo admirable durante aquella inaudita guerra fue la tenaz y valerosa resistencia del Perú, defendiendo su integridad territorial y rechazando al invasor. Henchido de dignidad, no se resignaba a la triste realidad de la derrota. Pero los esfuerzos fueron infructuosos. El Perú tuvo que afrontar una lucha desigual. La superioridad material del adversario era inmensa. Cuando se dispone de recursos abundantes, y adecuada preparación bélica, es fácil alcanzar la victoria. Lo grande, lo sublime, es, sin aquellos elementos, enfrentarse con coraje y abnegación cumpliendo el más sagrado de los deberes: la defensa de la Patria. Aunque en circunstancias diferentes, pero por el sentido heroico que las inspira, es pertinente citar las frases paradigmáticas del Cardenal Cisneros frente a los muros de Orán: "¿dónde yo podré mejor derramar mi sangre y acabar la vida que en querella tan justa y tan santa?". Nuestros compatriotas, en las más duras condiciones de apreciable inferioridad material, supieron ser más grandes que la adversidad, pues si en la mayoría de los campos de batalla no alcanzaron la victoria, con su heroísmo dieron al infortunio una aureola de grandeza y de gloria que enaltece la historia de los grandes sacrificios.

Queremos dar término al presente trabajo citando al ilustre escritor tacneño Modesto Molina: "El heroísmo no tiene ni clase ni condiciones; él se halla tanto bajo la humilde chaqueta del Soldado, como tras la casaca bordada del alto jefe. Recompensarlo como se merece es interpretar el sentimiento nacional y es provocar el estímulo, fuerte poder de la voluntad que ha creado en todo tiempo héroes y mártires".
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