Un gran mural en la fachada, en donde se ven brazos y piernas cercenados junto a botas de militares, ambientes con muñecos de cera y esculturas que representan a soldados golpeando salvajemente a niños ensangrentados y supuestas salas de tortura para civiles forman parte de los ambientes del Museo de la Memoria “Para que no se repita”, de Ayacucho.
En esa sala de exposiciones, por dos soles, se les enseña a los escolares que en el Perú solo hubo una lucha armada interna y no terrorismo.
Este museo -en donde se exacerban los errores que pudieron haber cometido algunos agentes del Estado en la guerra contra el terrorismo- debe encender todas las alarmas, sostiene el expresidente de la Sala Penal Antiterrorista, Marcos Ibazeta, porque revela que Sendero Luminoso está ganando la guerra política.
Y es que, en cierta forma, el museo cumpliría con algunos postulados de Abimael Guzmán, que apuesta porque los peruanos olvidemos el terror demencial que desató Sendero Luminoso y el MRTA en los años 80.
La sala de exposiciones -que se encuentra ubicada en la calle Libertad 1365 -fue construida en 2004 y 2005 por una iniciativa de la Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del Perú (Anfasep).
Esa asociación refiere que es la primera muestra de víctimas en el Perú “que exhibe las causas, los acontecimientos y las secuelas del conflicto armado interno”, según indica en su página web.
Su edificación se realizó con el apoyo de la embajada de Alemania, instituciones de ese país, la Consejería en Proyectos, la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos y el Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social. Sin embargo, en sus diferentes ambientes solo se cuenta una parte muy sesgada de la historia, y muestra como “gran abusador” al Estado y no a Sendero Luminoso.
Precisamente para entender las razones por las que se permite todo esto, recurrimos a Marcos Ibazeta, quien dijo que ello demuestra que Sendero Luminoso está logrando su objetivo de infligir una terrible derrota política al Estado peruano y – lo que es más grave- esto se debe a la ayuda que le brindaron – por inocencia o confusión- los mismos estamentos estatales.
“Sendero Luminoso no se rindió nunca, los senderistas negociaron un acuerdo de paz de igual a igual con los representantes del Estado; pero nadie investigó sus fondos ni la ruta del dinero que utilizaban y, por último, los senderistas tampoco entregaron las armas”, anotó.
Eso significa -continuó- que si bien la cúpula senderista prometió perpetrar más asesinatos selectivos, poner coches bomba y atacar a inocentes personas, Abimael Guzmán siguió en su guerra política porque consideraba que su captura era solo un incidente que iba a ser superado.
“En el trayecto el Estado negoció con Sendero, se flexibilizaron las condiciones de los senderistas presos y se nombró una Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) cuando la agrupación estaba en guerra. Por eso es que ellos ganan juicios, se quiebra el marco antiterrorista, se anulan todos los procesos, se reducen las penas y ahora tenemos a medio mundo en las calles”, remarcó.
SATANIZACIÓN
Ibazeta sostuvo que la victoria más importante de la cúpula senderista es haber logrado la satanización de los agentes del Estado en el combate contra el terror. “De modo que para un sector de la población [en los años 80] hubo un proceso donde la culpa fue de los policías y militares; y todos los abusos se empezaron a sobredimensionar”, aclaró.
El objetivo era convertir dichos excesos en una política sistemática de violación de derechos humanos y hasta de genocidio. “Ahora ellos (los senderistas) han avanzado tanto que en las fotografías del Museo de la Memoria de Ayacucho, aparecen como víctimas de presuntas atrocidades de militares y policías en contra de la población”, advirtió.
Al preguntársele si la existencia de esta sala de exposiciones es resultado de la derrota política del Estado frente a Sendero Luminoso, Ibazeta respondió afirmativamente. “Los niños que van a visitar ese museo con la anuencia de las autoridades que no hacen absolutamente nada, aprenden que los agresores son los agentes del Estado y no los terroristas. Más bien ellos, por un lenguaje subliminal, aparecen como víctimas y terminan por capturar la solidaridad de la gente”, explicó.
Aclaró que esto es una táctica desarrollada por los senderistas que se enmarca dentro de la guerra política para la consolidación ideológica y la captura de nuevos adeptos. “Es una estrategia dirigida fundamentalmente a los niños a los que no se les contó la historia justamente por efecto de la CVR que elimina información en la currícula escolar y, ahora, a través de este tipo de museos simplemente se muestra un sesgo a favor de ellos”, dijo.
Al preguntársele si mediante el Museo de la Memoria de Ayacucho se hace una apología al terrorismo, Ibazeta respondió que podría considerarse esa figura.
Sin embargo aclaró que si no existen criterios jurisprudenciales lo único que podría hacerse de inmediato es obligar a los directivos de dicha sala a corregir la situación que ellos mismos han generado con sus exhibiciones. Refirió que el Estado no puede dar la autorización para que funcione este museo.
Para el congresista Mauricio Mulder, la Municipalidad de Ayacucho debería quitarle de plano la licencia al referido museo, en la medida que sus exposiciones podrían revelar una suerte de propaganda velada a Sendero Luminoso.
“Ningún particular puede hacer apología al terrorismo utilizando ese tipo de muestras en las que se hace una propaganda velada a Sendero. Creo que debe cerrarse de inmediato, así como el mausoleo y todos esos otros lugares de peregrinación que Sendero ha armado”, dijo.
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