LOS CONGRESISTAS DE LA REPÚBLICA FRENTE A LOS GOBERNADOS Y LA OPINIÓN PUBLICA:
Los hechos que motivan la indignación general en éste grosero y grotesco incremento del Bono de Representación por parte de los Congresistas de la República, tienen varias lecturas. La primera, es la confirmación de que ya no tenemos liderazgos de solera. Ollanta Humala, no ha tenido el valor de dar una orden al Presidente del Congreso y a su bancada, para que se derogue el incremento de marras; Toledo y Lourdes Flores han transitado en el mismo camino, de rechazar el aumento, pero sin imponer su supuesta autoridad y Alán García,
que es un político más astuto se ha esfumado de la escena pública pero su silencio es más de lo mismo.
Sin liderazgos de solera, a los que -como dice refiriéndose a Belaunde, uno de los contados amigos que tengo de la política- no se le puede o podía decir no; la autoridad, moral, ética, intelectual y el liderazgo necesario, en un país de caudillos, queda librado a los apetitos personales de gente que ha llegado al Congreso de la República, no precisamente por representar a una élite (intelectual y políticamente hablando) y para hacer una mezcla de parlamentarismo con clientelismo político que es otra cosa.
La labor del congresista es fundamentalmente hacer leyes y fiscalizar. Pero nuestros políticos criollos de un tiempo a esta parte, han convertido la labor congreso en un criollo olluquito con charqui, para aparecer como los mesiánicos salvadores de las diversas situaciones que se pueden dar en un país con una frágil democracia, con limitaciones económicas, sociales, educativas y culturales. Un país sin institucionalidad, sin un Estado moderno. Un país donde bajo el argumento de "trabajar por el pueblo" lo que se hace es marketing político, demagogia y efectismo; que inconscientemente prioriza el voto de un electarado al que hay que seducir, embabucar, cautivar para asegurar la re elección, porque hay mucha ignorancia y no hay docencia política.
Por eso es que esa deformación de la labor parlamentaria, donde lo que cuenta es el mesianismo barato de quienes se creen predestinados por llegar al Congreso de la República; donde lo que hay es protagonismo arrabalero, a expensas de los dineros públicos y no de la suya; se termina o mejor dicho se comienza, legislando en beneficio propio, lo que convierte a estos encopetados señores en una casta superior. Un clase social diferenciada, con una serie de granjerías que creen merecer por "trabajar por el pueblo con dignidad y honor"; como si el maestro de escuela pública en la jalca de Cajamarca o en el arenal de Ventanilla no lo hiciera con igual o mayor dignidad y emoción social y en condiciones más difíciles y precarias.
Lo más dramático, es que gran parte de la labor legislativa, se consume en saludos por aniversario, por felicitaciones por cosa cualquiera o hasta para declarar de necesidad pública el WC para hacer popó. Por esta razón es que diversos Padres de la Patria, han expresado sin vergüenza ni rubor, que los gastos de representación los necesitan para regalar camisetas, invitar almuerzos, donar juguetes y por último, pateando el tablero sin decir nada, como el cachaco de Daniel Mora que espetó que "nadie le va a decir que hacer con su plata".
Nuestra democracia, no es en los hechos una democracia que convierta a todos en iguales ante la ley; este penoso incidente de los gastos de representación es una muestra de ello. El poder se utiliza en función del interés particular. El "abnegado" y "especializado" trabajo del Congresista justifica cualquier incremento no importa que eso desvalore y ofenda a otros servidores públicos: Ellos son "los Padres de la Patria" los que detentan el poder y en tal virtud, el voto popular es la patente de corzo para justificar cualquier estropicio
El gran problema para revertir esta democracia de trastienda, este juego por imponer el poder de turno y el interés a medida, es la pasividad de la sociedad peruana, que se limita a indignarse y protestar sin movilizarse para demostrarles a los Congresistas que el poder emana del pueblo. El gran problema de una manera de hacer política, que nos va a llevar tarde o temprano a caer en las garras de otro aventurero que encarne el repudio popular contra la política y los políticos que sufrimos y que viven de espaldas al pueblo; no es la ausencia de partidos políticos, sino el que al interior de ellos no haya capacidad de recuperar el valor de lo que representan en la construcción de una democracia que debe entenderse siempre como un proceso. No haya gente con independencia para luchar por que se imponga la institucionalidad y el interés colectivo.
La opinión pública, los medios de comunicación y los periodistas independientes están dando la batalla por ser la conciencia crítica del país que crece en indicadores económicos, pero no en cultura, en educación, en conciencia cívica; pero eso no es suficiente. Necesitamos una mayor participación ciudadana en defensa de sus fueros. Necesitamos que la propia sociedad civil promueva modificatorias a las leyes que estos señoretes se dan en beneficio propio y que los haga tan mortales como el ciudadano de a pie.
Si quienes tienen la obligación de dirigir los destinos del pueblo no tienen la sensibilidad, el criterio, el sentido común y la humildad de entender que en un país con tantas necesidades, tienen que ser percibidos como servidores del pueblo y no como quienes se sirven de él; de entender que no pueden subestimar al ciudadano, abusar del ignorante y huevear al ingenuo; no hay mucho que hacer. Se ofende la inteligencia ajena cuando la retórica va por un lado y el hecho político por otro.
Siendo una prioridad para el proceso democrático el tener parlamentarios experimentados, (con un congreso con perfiles como los de quienes son siempre mayoría) cada cinco años vamos a renovar el Congreso con gente nueva en un alto porcentaje, como sucede ahora. Yehude Simon y Diez Canseco han sido rápidos en reaccionar, en interpretar el sentir popular, eso hay que destacarlo. Como hay que destacar para mal, la burra obstinación, la terquedad y el vale madre general de los parlamentarios. Una conducta que no hace otra cosa que desnudar la demagogia que significa -bajo el pretexto de trabajar por el pueblo- zurrarse en él.
PD: Los congresistas reciben adicionalmente, CUARENTAIOCHO (48) PASAJES AÉREOS (IDA Y VUELTA) anuales, a petición del congresista, autorizado por el Oficial Mayor, para uso personal y aunque ello debería formar parte de los gastos de representación, están contemplados de forma separada. Adicionalmente, reciben cada año, TREINTA MIL NUEVOS SOLES (S/. 30,000.00) para telefonía fija y TRES MIL SEISCIENTOS SOLES (S/. 3,600.00) para telefonía celular. Además de ello, disponen de UN MIL NUEVOS SOLES (S/. 1,000.00) por cada evento o actividad que organicen en sus viajes, hasta seis por año.
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